Como cada 12 de octubre que se precie, los castellano hablantes de aquí y de allá, de allí y de aquí, celebraremos nuestro día, el día de la Hispanidad, para conmemorar el peculiar día en el que Colón certificó su error y comenzó el saqueo de todo un pueblo por parte de unos insensatos.
Unos insensatos que tras años de supuesta evolución y pretendido desarrollo siguen sin respetar a aquellos que un día humillaron y si entonces nuestros antepasados les cambiaban baratijas a cambio de oro, hoy, nosotros, les ofrecemos un sueño falso a cambio de su vida.
Llegan a nuestras fronteras desde el otro lado del océano, se dejan su salud en trabajos que nosotros detestamos, nos recuerdan valores que ya habíamos olvidado como la amabilidad o el respeto a nuestros mayores, y a cambio, nosotros los españoles, nos empeñamos en condenarlos a la marginalidad y a una vida siempre de prestado.
Pero lejos de conformarnos con humillar a los que vienen realizamos un ejercicio de hipocresía universal al vanagloriarnos de cualquier latinoamericano que logre éxito en su vida, llámese Vargas Llosa o sea un jurista de la ultraderecha estadounidense, no importa, si es éxito sí es hijo de nuestra lengua, si no, no es más que otro inmigrante.
Mucho le debemos los españoles a los oriundos de América del Sur, y mucho más respeto deberíamos de mostrar por ellos, aceptando su aportación a nuestra sociedad, enriqueciéndonos con sus intangibles culturales y tratándolos como personas que son, no como mercancía laboral.
Y más aún cuando pensamos que nuestras sociedades de bien necesitan de la mano de obra inmigrante para poder seguir disfrutando de nuestros derechos. Esos mismos inmigrantes que despreciamos en los hospitales, que maldecimos cuando nos atienden en un bar o miramos con recelo cuando empiezan a salir con nuestras hijas, esos mismos son los que están predestinados a salvar nuestras sociedades.
Sé que es imposible, pero deberíamos de dejarnos de absurdos desfiles militares que no aportan nada más que parafernalia imperialista y rediseñar el día de la Hispanidad hacia la hermandad entre los pueblos, real, no fingida, entre los pueblos de allá y el pueblo de acá, entre la gente de allen de los mares y los que aquí nos quedamos. Somos todos hermanos y juntos avanzaremos más que separados.