Hace escasos días que tengo entre mis manos Traficantes de información, de Pascual Serrano, libro editado por Akal que constituye un profundo estudio de investigación sobre los medios de comunicación en nuestro país. Tenía interés, curiosidad por su lectura. He traído al mundo a este Librepensador con cuya dirección me honro, y conocer qué se mueve entre bambalinas en este teatro del horror mediático me atraía, a la vez que me hacía dudar sobre si no sería mejor seguir sumido en la ignorancia…
Traficantes de información resulta un eficaz y demoledor ventilador que levanta la hojarasca muerta de los diarios impresos, un pocero insidioso que destapa las alcantarillas pútridas de las cadenas televisivas, un técnico de sonido traidor que deja abiertos en momentos comprometidos los micrófonos de las emisoras de radio, o un publicista o comunicador rebelde que un buen día tira de la manta en la agencia de comunicación que le daba de comer…
No puedo negarlo, Pascual Serrano tiene redaños; está hecho de la pasta periodística que sólo un medio sin temor como rebelion.org puede cobijar. Osar mentar tan siquiera a quienes en este libro se menciona, puede conllevar graves y fatales consecuencias… como mínimo puede suponer la invisibilidad del osado en esta sociedad adormecida, anestesiada por la falacia y el engaño. Y por supuesto, redaños tiene Ramón Akal, por apadrinar este texto maldito, digno de figurar en una lista de libros prohibidos, cuya lectura o sola tenencia acarreen al atrevido la muerte. No en vano su publicación fue desestimada en última instancia por otras editoriales, por motivos obvios: el miedo a perder los favores del poder.
Tampoco podemos pasar por alto el prólogo de Enrique Bustamante, Catedrático de Comunicación Audiovisual y Publicidad de la Universidad Complutense de Madrid. Bustamante fue uno de los primeros avanzados que, también con el apoyo de Ramón Akal, hace ya 30 años, y con su obra Los amos de la información, se internó en el peligroso terreno de los entramados económicos y políticos que subyacen a esa bonita entelequia que algunos todavía soñamos y llamada Libertad de Prensa, de opinión, de expresión… ¡vana ilusión! No hay libertad, ni pluralidad, ni independencia.
Hay párrafos en el libro que dan escalofríos. Estamos ciegos, y no queremos ver, porque ver significa comprender la insignificancia de nuestras vidas, y la mentira en la que vivimos, porque es la mentira que todos los días, en periódicos, radios y televisiones, nos venden. Es El Show de Truman incrustado en cada uno de nuestros hogares, por decenas de Charles Foster encarnados…
«…cualquier investigación sobre los medios de comunicación de masas, antes de analizar los contenidos y los efectos, tendría que partir de la identificación del emisor, es decir, saber con exactitud quién está detrás de cada medio.
… antes de comenzar a leer un periódico, sintonizar una emisora de radio o sentarse frente a un televisor, debemos saber quiénes son los dueños del medio.»
«…los grandes medios están bajo el control de multinacionales y grupos económicos poderosos.»
Y para averiguar quiénes son, no nos sirve de nada acudir a la información que ellos nos facilitan. En general, los nombres que nos muestran son tan sólo los de los hombres de paja, no los de los verdaderos dueños, amos y señores de la opinión y la información. Eso es precisamente lo que este libro nos desvela a lo largo de sus páginas, diseccionando, uno a uno, los grupos de comunicación españoles (o seudoespañoles): Prensa Ibérica, Vocento, Antena 3, Planeta, Zeta, Godó, Prisa, Telecinco, Unidad Editorial, Mediapro/Imagina, COPE, Intereconomía, Libertad Dogital, PROMECAL…
«La pretensión de un grupo empresarial de intervenir como agente de opinión en la sociedad no sólo se observa en el hecho de que desarrollen una red de medios de comunicación, sino que, …tejen una estructura de lobby que incorpora fundaciones, premios, centros culturales, etc.»
«…tienen algo más valioso que el dinero, la capacidad de crear opinión, su propiedad son los millones o cientos de miles de audiencias o lectores a quienes se puede transmitir lo que quiera el dueño del grupo.»
Les recomiendo que lean Traficantes de información, de Pascual Serrano, y que la próxima vez que sintonicen la emisora con la que se levantan por la mañana, inicien la lectura del diario que acompaña su almuerzo, o el canal de televisión con el que se quedan dormidos por la noche… piensen en los rostros de quienes pretenden influir en su vida, manipulando la información que le transmiten.