El comportamiento que muestra actualmente el Partido Popular no está ejemplificando honestamente, que se diga, el proceso de la lucha antiterrorista que lejos de ser un fin en sí, lo que está persiguiendo es el éxito en las urnas. Ante tanta manipulación política, oportunismo y mentiras, está la evidencia del hundimiento de los ideales y la decadencia moral a la que han llegado algunos políticos. Creo que todo tiene un límite. No se puede seguir utilizando la política antiterrorista con fines meramente electorales ni se puede confundir a la sociedad de manera tan burda manipulando la información y menos utilizar a las víctimas con fines partidistas. No todo vale para ganar unas elecciones. Las declaraciones que se viene haciendo comparando al Ministro del Interior Alfredo Pérez Rubalcaba con el etarra Troitiño, me parece de lo más innoble cuando es más que sabido que es el ministro del Interior que más éxito ha logrado en la lucha contra el terrorismo en nuestro país.
El pasado año hablaba el ex ministro Mayor Oreja de “políticos sin catadura moral”. “Políticos a los que lo mismo les da mentir, si la mentira sirve a sus objetivos”. A veces criticamos el comportamiento de los demás y no somos conscientes del nuestro. Porque ¿qué pensar entonces de las inagotables y resentidas declaraciones qué él hace? De la sarta de injurias e insidias afirmando que “el mundo de ETA estará en los ayuntamientos del País Vasco porque es una condición necesaria para que ese proceso pactado entre el Gobierno y ETA se consolide”. Y no conforme con esto, añade que la decisión del Tribunal Supremo de impedir la legalización de Sortu es “una escenificación” y una “teatralización”. ¿Puede caber más despropósito en una declaración política?
Ahora, cuando al parecer ETA está más débil que nunca y más esperanzados podemos estar por el fin del terrorismo, más oscuro y tétrico lo presenta el PP. ¿No da la sensación de que algunos viven mejor compadeciéndose de las víctimas que evitando que haya más? Situar en el centro del debate el caso Faisán, cuestionándose políticamente como acto criminal lo que fue un proceso de paz fallido, es traslimitarse. El magistrado de la Audiencia Nacional José Ricardo de Prada sostiene que la «finalidad última» de los delitos terroristas es política y, por tanto, es en ese plano, en el de la «negociación política», en el que se encuentra legitimado un Gobierno para desarrollar «acciones» tendentes a «la pacificación y el fin de la lacra del terrorismo». De hecho, argumenta el juez, el Ejecutivo cumple así con su «obligación». Sobre la Policía, tampoco vacila: «No actuaban autónomamente, sino en cumplimiento de sus obligaciones profesionales».
Es curioso que cuando en el año 2002 Josu Ternera quedó en libertad, el entonces ministro del Interior, Mariano Rajoy, aseguró que el Gobierno había actuado con «absoluta diligencia» y que no podía vigilar a una persona libre sin autorización judicial. Y ahora, nueve años después, el PP critica al Gobierno socialista por no haber actuado con dicha diligencia en el caso de Antonio Troitiño. En tiempo en que ETA estaba fuerte y activa, los mismos políticos del PP excarcelaron presos, estimularon la vuelta de exiliados etarras sin anunciarlo públicamente, y ahora precisamente que no gobiernan y que ETA parece poner fin a su existencia, exigen la máxima dureza para los presos etarras de manera ostentosa y pública. ¿Por qué esa encarnizada oposición usando a ETA para crispar a los ciudadanos y dirigirlos en contra del Gobierno? Por supuesto que no hay ninguna política antiterrorista en la que no haya ningún error, y que creo que debería haberse puesto medidas preventivas, lo mismo en el caso de Antonio Troitiño como en el de Josu Ternera, pero de eso a proclamar que este Gobierno esté pactando con una banda terrorista con miras a beneficiarse en las próximas elecciones es, como mínimo, violencia interpretativa.
Y de nuevo me surge otra pregunta: ¿Será que los políticos han roto el Acuerdo por las Libertades y contra el Terrorismo, que fue firmado por el Partido Popular y el Partido Socialista Obrero Español el 8 de diciembre de 2000? ¿Será que han olvidado que el objetivo principal de dicho Acuerdo era fomentar la unidad entre populares y socialistas en la lucha contra el terrorismo. Y la afirmación públicamente que de la violencia terrorista no se extraerá, en ningún caso, ventaja o rédito político alguno?
La banda terrorista ETA ha provocado verdaderas matanzas. Sus objetivos han sido amplios, incluyendo a militares, policías, políticos, periodistas, empresarios, etc. Hasta hoy ha causado más de 873 víctimas mortales. Y aunque al parecer está más débil que nunca, según los mandos de la lucha antiterrorista franceses y españoles, no termina de agonizar. Por lo cual, exigimos a nuestra clase política más adhesión a los valores éticos de honestidad en la lucha antiterrorista, y sobre todo, que la máxima prioridad no sea otra que el fin definitivo de ETA.
Maite García Romero