La Administración Federal de Alimentos y Medicamentos de EEUU, ha autorizado su consumo basado en las conclusiones de dos informes realizados por Larisa Rudenko y John C Matheson. Contra estas conclusiones están en contra las asociaciones de consumidores y el público del mundo en un porcentaje abrumador, porque no se fían de ese tipo de alimento, ni de la conclusión de esos dos. (Hasta que presumiblemente les coman el tarro los “sensatos” expertos médicos, o veterinarios pagados por el gremio de la carne y convenzan con las previstas campañas publicitarias de que no pasa nada, y que toda la carne es igual de buena, saludable y todo eso, pero esta más cara porque ha sido seleccionada y bla, bla… La opinión pública no tiene valor alguno para los que manejan el mundo, porque son ellos los que se encargan de que exista un estado determinado de opinión y no otra. En este caso, en cuanto el mercado de la clonación esté en condiciones de ser masivo, la opinión pública lo verá tan normal como lo es comer perros en India para una parte de la población.
Razones no les faltan a los que se oponen a la clonación: los animales clonados carecen de la energía vital y la salud nerviosa de aquellos que proceden. Recuérdese el caso de la clonación de la oveja Dolly. Todo el mundo sabe que mueren antes que sus “padres” celulares y no naturales y enferman con más frecuencia. Todo el mundo debería deducir entonces por lógica natural que esa carne es de peor calidad para el consumo que la de su animal de procedencia. Pero tiene un aliciente para el mercado: se produce a niveles industriales, que es lo que interesa. Y para mayor sarcasmo se pretende venderla más cara con la excusa de que es más sana que la de un animal normal (ellos le llaman “convencional”.Ahora va a resultar que la Naturaleza es convencional, y la clonación la referencia “natural”).
¿Qué importa si los que están tras este negocio van contra las leyes de la naturaleza, las leyes divinas, o la salud de los consumidores que habrán de tomar un sucedáneo de lo natural con riesgos para la salud? Sin embargo, fíjense en este pequeño detalle: no se pondrá a la venta la carne de oveja hasta que no se hayan experimentado durante tres meses los resultados entre los consumidores, que ahora, de paso, hacen de cobayas… ¿No estaban tan claras las conclusiones de ese informe? ¿O es este otro más de esos informes donde el “científico” dice lo que conviene que se diga al que paga los informes? El detalle de las ovejas habla por sí sólo: el consumidor es ahora la cobaya. Si alguien sufre las consecuencias se sabrá mucho después. ¿Recuerdan el caso de las “vacas locas”?…La saga no ha terminado todavía, aunque el silencio informativo es más que notable. Qué causalidad.
El mundo de la economía, las finanzas, la biotecnología y las investigaciones científicas ha perdido la noción del límite, de la moral y la decencia profesional y cada uno a su modo, pero todos en comandita se precipitan hacia sus propios abismos en caída libre, y pretenden arrastrarnos. Por el camino elegido ese es su inevitable destino, pero convencen y conducen con ellos presumiblemente a multitudes dormidas que se dejan embaucar y les siguen.
El disparate de la codicia,- motor del capitalismo,- no es síntoma de civilización; y menos cuando se aplica a la muerte de personas, como pasa a diario con sus guerras, o cuando se trata de la muerte de nuestros inocentes animales. La vida no les pertenece a quienes disponen de ella como propia, y antes o después sufrirán sus consecuencias.
Para los cristianos de cualquier rama, Jesús de Nazaret, que fue vegetariano, enseñó y practicó el derecho a la vida de todos los seres sin distinción alguna. También otros, como Buda, Confucio y Lao Tse, hicieron lo propio y lo enseñaron a sus discípulos. Del mismo modo en todos los tiempos, hasta ahora mismo, han ido en aumento el número de personas que se abstienen de comer cadáveres de animales, tanto del mar como de la tierra.
¿Cuánto tardará en llegar el día en que siguiendo su ejemplo miraremos a estos pequeños hermanos con el amor que merece todo ser que es capaz de experimentar los mismos sentimientos que nosotros: amor, tristeza, angustia, miedo, felicidad? …Miren a los ojos de un animal y después miren los suyos. Sólo la vida fluye en ambas miradas. Por un momento, una vida mira otra vida. Déjese reflejar por un instante –si quiere- en la de ese animal y después pregúntese lo que quiera.
Y cuando vea la carne (clonada o no) en la vitrina de la carnicería o aderezada en su mesa, piense, si lo desea, en ese animal vivo. Tal vez llegue a sentir algo diferente.