No podemos perder de vista que Dios creó al hombre a imagen suya; macho y hembra lo creó. (Gn 1,27)
Esta verdad bíblica significa que, en cada persona, debemos ver a un hermano. Que a nadie debemos discriminar por ningún motivo. Amarle como nuestro prójimo y amarle como amarse a si mismo. Al hacerlo estamos amando a Dios con todo el corazón, con toda la mente, con toda el alma, la mente y el cuerpo.
Yo he sostenido y lo reitero que, la inmensa mayoría de los gobernantes y políticos tienen no sé que cosa, pero les cuesta decir que aman a Dios y al prójimo. ¿por qué será? ¿Será porque nadie les cree?. Y esto no ocurre solo en el ámbito de la política, que es la forma más cristiana de servirle al prójimo, también sucede en el de la economía.
En toda actividad hay que tener presente el amor a la persona humana y a su dignidad.
Yo estoy cansado de oír hablar de crecimiento económico. Que ha sido sostenido; pero ¡carajo! no veo el crecimiento en calidad de vida, en bienestar de la gente, en desarrollo humano integral. Escribo desde Maracaibo y quien quiera ver cómo está la ciudad que venga, pero es pareja la situación para Venezuela entera. ¿Puede hablarse de calidad de vida con secuestros, atracos, robos, asesinatos, pobreza in crescendo, carreteras en pésimo estado – con todo ser un país petrolero – apagones, inflación galopante, hospitales públicos que dan lástima, “médicos” cubanos que no son ni siquiera paramédicos…? Y todo esto ha pasado cuando ha habido crecimiento económico sostenido o seguido durante seis o siete años consecutivos y cuando los ingresos han sido superiores a más de 800 mil millones de dólares. ¿Qué será de nosotros los venezolanos cuando ahora el gobierno de Chávez anuncia que el próximo año habrá un crecimiento económico CERO?.
La economía requiere de libertad para emprender sin obstrucciones. Por supuesto de una libertad responsable. Poner la capacidad de conocimiento, de saber científico, para intuir y satisfacer las necesidades humanas. Es una actividad humana que debe ser ejercida prevalentemente por el sector privado, sin temerle a la participación del Estado; pero éste debe encargarse de garantir el estado de derecho, la seguridad jurídica de personas y bienes, con respeto a la propiedad privada y a las reglas claras, sabias y pocas.
Un verdadero desarrollo ha de ser integral, que promueva al hombre y a todos los hombres. El desarrollo no se reduce al solo crecimiento económico.
La economía es verdad requiere de libertad, pero, también de ética y no de una ética cualquiera, como la llamada business ethics, que como afirma Benedicto XVI, no es cuestión de pasar por éticas “decisiones y opciones contrarias a la justicia y al bien del hombre” (Cáritas in veritate no. 45).
Finalizo diciendo que la economía tiene que estar al servicio del hombre, de manera que, tanto la propiedad privada como la pública, contribuyan a poner en práctica el principio del destino universal de los bienes, como lo afirma la doctrina social de la Iglesia.