A UN PASO DEL IDEALISMO Y EL MATERIALISMO DELIRANTE
En la actualidad el control de los medios masivos de información, por parte del Imperialismo, ha hecho que la ideología burguesa se profundice en las masas, ocasionando el “adormecimiento” de la crítica y práctica para un mundo mejor. Ante esta situación, el marxismo no debería esquivar el tema, más bien está en la obligación de profundizar su conocimiento para potenciar la acción contra la ideología burguesa.
Fue el francés Destutt De Tracy, filósofo de la Ilustración, quien acuñó el término de Ideología, cuyo concepto entendió como la disciplina que tiene como objetivo la explicación y génesis de las ideas. Sin embargo, Karl Marx en 1845, en su obra “La ideología Alemana”, es quien dará un giro radical al concepto. Para Marx la ideología ya no es la comprensión de un determinado sistema de ideas, sino que es una forma específica de conciencia que distorsiona –falsea-, las reales condiciones materiales, en beneficio de una clase social. Hay que tener en cuenta que Marx, en la “Ideología Alemana” , expone de manera brillante, no solo la definición de un concepto (ideología), sino que lo concatena con múltiples conceptos pertenecientes al Materialismo Histórico.
En diversas obras de Marx y Engels podemos encontrar diversas menciones que no se contraponen con lo expuesto en la “Ideología Alemana”; sin embargo, en el primer tomo del “Capital”, Marx expone el “fetichismo de la mercancía”; que, aunque no desarrolla de manera directa su relación con el concepto de ideología, pensamos que es fundamental para su entendimiento. Por las características del escrito, no ahondaremos más en este punto.
Fue Louis Althusser en su escrito “Ideología y aparatos ideológicos de Estado” (1969) quien propone – entre otras – la tesis, “La ideología no tiene historia”, la misma que ha sido, en la mayoría de los casos, rechazada por la mayoría de científicos sociales quienes le han atribuido una visión anti-dialéctica, “estructuralista”, etc. Para Althusser, la ideología ya no es tan solo una “falsificación del mundo” a favor de los intereses de alguna clase en específico, sino que forma pre-reflexivamente a los sujetos sociales, incidiendo en nuestras relaciones “afectivas” e inconscientes con el mundo. Ahora, para poder entender la magnitud de esta tesis es necesario en primera instancia, conocer la ontología que maneja Althusser del concepto de ideología en sí, para luego entender la tesis en cuestión (la ideología no tiene historia). Qué entiende Althusser por ideología; una cita se hace necesaria:
“…toda ideología, en su formación necesariamente imaginaria no representa las relaciones de producción existentes (y las otras relaciones que de allí derivan) sino ante todo la relación (imaginaria) de los individuos con las relaciones de producción y las relaciones que de ella resultan. En la ideología no está representado entonces el sistema de relaciones reales que gobiernan la existencia de los individuos, sino la relación imaginaria de esos individuos con las relaciones reales en que viven.”.
Ahora vayamos a la tesis en cuestión, en qué consiste la tesis La ideología no tiene historia; otra cita es necesaria:
“… es propio de la ideología el estar dotada de una estructura y un funcionamiento tales que la constituyen en una realidad no-histórica, es decir omnihistórica, en el sentido en que esa estructura y ese funcionamiento, bajo una misma forma, inmutable, están presentes en lo que se llama la historia toda, en el sentido en que el Manifiesto define la historia como historia de la lucha de clases, es decir, como historia de las sociedades de clases”.
Cabe resaltar que para Althusser la ideología y su funcionamiento es un producto histórico que surge con la aparición del Estado y las clases sociales. Es eterna, omnihistórica, dentro de los límites cronológicos, de las formaciones estatales. La estructura y funcionamiento a los que alude Althusser están relacionados al aparato y poder estatal, lo cual plasma en su concepto de aparato ideológico de Estado; cuestión que no discutiremos más por el momento.
Pero, ¿Es verdad que la “representación” de la relación imaginaria de los individuos con sus condiciones reales de existencia, solo “aparece” con las formaciones estatales? Si seguimos este razonamiento, podríamos preguntar ¿Qué sucede con las sociedades sin aparato estatal? acaso no existen “representaciones imaginarias de los individuos con su condiciones de existencia”. Por el momento proponemos que sí, la representación imaginaria de los individuos con sus condiciones de existencia, es una condición “inherente” a la producción social humana.
Si examinamos la situación con calma, y nos centramos en el análisis de la relación entre “práctica social” y “producción social”, podemos reconocer que en la práctica social no se “manifiestan”, de manera directa, las relaciones de producción, sino, que la práctica social se presenta como la forma “aparencial” del modo de producción. No pretendemos que esto se entienda como una separación metafísica, “estructuralista”, nuestra intención es que ello se entienda como una relación dialéctica esencia-fenómeno , haciendo la salvedad de que la práctica social no está determinada de manera “absoluta” por el modo de producción, ya que también intervienen elementos súper-estructurales; sin embargo, por limitaciones teóricas de quien escribe, aquí solo se expone la tesis en forma unilateral y esquemática.
Vayamos un poco más allá, analicemos la relación entre la “práctica social” (como expresión “aparencial” del modo de producción) y la “representación” subjetiva. En esta relación se muestra que los sujetos en su vida cotidiana, en su “práctica social” común -dentro de una determinada formación social-, no pueden “representar” de manera “completa”, sino en forma parcial y disociada, sus relaciones esenciales que determinan su propia práctica social.
Para ejemplificar y ayudar al entendimiento de esta tesis, esbozaremos un ejemplo, la relación asalariada. En ella, por parte del trabajador, se tiende a solo representar el esfuerzo invertido en el tiempo de trabajo , actividad que le da un beneficio plasmado en el salario; por parte del contratista, se representa la fuerza de trabajo adquirida, comprada, como un elemento más del llamado costo de producción. Este ejemplo – aunque esquemáticamente reductor- ayuda a entender que el contenido de la representación de los sujetos en su práctica social (en este caso la relación salarial), se muestra de manera parcial y disociada, ya que ahora se sabe que en esta relación se esconde la plusvalía, el valor real del trabajo, etc. Elementos que solo han podido ser “observados” a través de procedimientos teóricos y por medio de lo fenoménico: la práctica social concreta.
Ante lo expuesto, pensamos que el contenido de la representación ideológica no puede ser caracterizado tan solo por su falsedad o veracidad. Por mucho tiempo dentro de los círculos marxistas, se ha repetido de manera incesante la tesis de que la ideología es la “falsa conciencia”, lo que significaría que el contenido de la representación ideológica es tan solo una “ilusión” de la realidad. Pensamos que el contenido de la representación ideológica puede tener en su interior elementos de la realidad (verdaderos), situación que la hace mucho más “potente” en su función social (la de dominar). Cuando la burguesía, utilizando diversos medios de información, presenta discursos como: ¡si trabajas más, ganas más!, ¡el trabajo es sagrado!, ¡el trabajo te hará más digno!, etc., aunque sabemos que estos discursos, respecto a la situación general del proletariado, son falsos, sí contienen elementos de la realidad, los cuales están sustentados en prácticas sociales concretas, vividas. Una cosa es que estos discursos ideológicos estén sustentados en la forma aparencial de las relaciones fundamentales y otra que sean falsos de “manera absoluta”.
Volviendo a la tesis de que “la representación imaginaria de los individuos con sus condiciones de existencia, es una condición “inherente” a la producción social humana”, con el objetivo de sustentarla preliminarmente, debemos hacer algunas observaciones respecto a la definición de ideología elaborada por Althusser. De manera tentativa sostenemos que la “representación de la relación imaginaria de los individuos con sus relaciones reales de existencia” no es la ideología en sí, sino que sería la base sobre la cual ésta se erige. Por esto, decimos que la ideología es la “perversión” de esta representación, representación que está orientada a la perpetuación de la clase explotadora. Ya en los albores de la humanidad, desde la incipiente producción, los hombres han generado representaciones imaginarias con respecto a sus condiciones de existencia; tan solo con la aparición del Estado, estas representaciones, se constituyen por medios de agentes y medios en ideología.
Hay que debatir no solo sobre las diversas formas de explotación en el actual contexto, sino que es necesario profundizar sobre las formas de dominación, ya que en la actualidad es la “principal” forma que tiene la burguesía para perpetuarse en el poder. No caigamos en el Materialismo delirante, autocomplaciente…