EL CRISOL – Pascual Mogica Costa
Puede que muchos españoles se hayan sentido molestos por las declaraciones del Papa comparando el choque entre fe y laicismo en la España actual con el anticlericalismo de la Segunda República en los años treinta. Lamentable esta afirmación de Benedicto XVI que pone de manifiesto que, y no lo digo con segundas intenciones, no sabe de la misa la mitad. Al parecer no está bien informado por lo que ignora que lo que fomenta el anticlericalismo es la actitud de los obispos españoles que, salvo honrosas y escasas excepciones, se han dedicado a hacer política, en vez de dedicarse a las tareas propias que, según la Biblia, les encomendó Jesucristo, como es hacer llegar a las gentes la palabra de Dios y la fe en Cristo sin dogmas y respetando la libertad de las personas. Esto, unido a la “manga ancha” que la Iglesia, el Vaticano, ha tenido con la inmensa mayoría de los clérigos pederastas, es lo que ha llevado a muchos españoles a ignorar o dejar de lado a la Iglesia sin que esto quiera decir que han hecho lo mismo con Dios y con su hijo, Jesús. España, los españoles, puede que no sean mayoritariamente católicos practicantes pero sin duda alguna se puede afirmar que la inmensa mayoría de los españoles son creyentes y católicos, porque una cosa sí es cierta: La mayoría de los españoles cree en Dios pero no en los que en la tierra le representan ya que la actitud de muchos de esos representantes deja mucho que desear. Las encuestas y estudios que se realizan acerca de la cada vez menor asistencia a las iglesias deberían abrirle los ojos al Vaticano y que se dieran cuenta sus rectores de que cada vez se impone más un severo reciclaje y una profunda revisión de cuál y como debe ser la relación entre la Iglesia y el pueblo. Resulta muy fácil decir que es el pueblo quien se aleja de la Iglesia cuando la realidad es que es la Iglesia quien día a día se aleja más del pueblo.
El Papa ha invitado a España y a Europa, porque el problema, su problema, el de la Iglesia Católica, no está solamente en España, les ha invitado a edificar su presente y proyectar su futuro “desde la verdad auténtica del hombre”. ¿La verdad? ¿Qué verdad? ¿La de decir los obispos y el propio Papa que los preservativos no reducen el peligro de contagio del Sida condenando su utilización, o la de que un párroco italiano los reparta entre sus feligreses y recomiende su uso para evitar contraer el Sida por contagio? Se podría hablar mucho sobre la verdad y las contradicciones de esa verdad por parte de la Iglesia Católica. ¿Forma parte de la verdad el que la Iglesia Católica invierta en la Bolsa?
Yo considero que si alguien, pocos o muchos, se haya sentido molesto por las palabras de Su Santidad, no deben enfadarse con él ni mostrarle ningún tipo de rechazo por lo que ha dicho, el Papa es un ser humano, como somos todos los demás, al que le pueden tener mal informado y si a esto le añadimos su edad es comprensible que en ocasiones se digan cosas que no tienen fundamento o que los causantes y culpables de que ciertas circunstancias adversas para la Iglesia Católica se den, sean los mismos que reprochan y acusan.