EL CRISOL – Pascual Mogica Costa
Después de llamar el Partido Popular a la rebelión contra la subida del IVA, aumento que va a posibilitar el que se pueda dar cobertura al pago por desempleo a 500.000 parados lo que de hecho supone una muestra de solidaridad de aquellos que lo están pasando menos mal en favor de los que lo están pasando muy mal, pero que saben de solidaridad en el Partido Popular, después de esto uno se pregunta cómo gobernantes autonómicos como Aguirre y Camps se quejan constantemente de que el Gobierno central no les manda suficiente dinero, dinero que por otro lado no se sabe dónde va a parar en los casos de estas dos comunidades autónomas, Madrid y Valencia, donde hay carencias de todo y sin embargo ocupan el segundo lugar, Valencia, y el tercer lugar, Madrid, entre las comunidades más endeudadas. Sin embargo piden cada vez más y luego se oponen, ya lo está haciendo Aguirre, y seguro que lo hará también Camps, a que se suban los impuestos que es de donde dimana el dinero que nutre las transferencias, el cheque autonómico, que se hacen a las distintas autonomías. Incomprensible.
Ante esto yo me pregunto: ¿En un Estado de las autonomías, como es España, se mantiene y respeta, esto último es un decir vista la actitud del PP, al Gobierno central con el único y exclusivo fin de que sea una especie de tonto útil al que se le achacan todos los males que puedan haber en las distintas CC.AA. para de esto modo ocultar la incompetencia y la mala gestión de sus gobernantes? Es evidente que en un Estado de las autonomías o en un Estado federal, tiene que existir un gobierno central que sea el que marque las directrices y normas básicas para el desarrollo del conjunto del país, pero imaginemos que no lo hubiera, si esto fuera así ¿cómo podrían Aguirre y Camps ocultar su manifiesta incompetencia si no hay Gobierno central al que culpar? Lamentablemente de esto no se dan cuenta muchos madrileños y valencianos y siguen dando su voto, no a la buena gestión, sino a la mentira y a la manifiesta falta de capacidad para gobernar, como es palpable en los casos de Aguirre y de Camps.