«El mundo según Monsanto. De la dioxina a los OGM. Una multinacional que les desea lo mejor», de Marie-Monique Robin, Edit. PenÃnsula, 2009.
«A mis padres agricultores, Joel y Jeannette,
que me dieron el gusto por las cosas bellas de la tierra
y, por lo tanto, por la vida…»
Asà comienza este interesante y bien documentado libro. Con una dedicatoria que nos resume su contenido.
Monsanto se ha convertido en la multinacional lÃder de los organismos genéricamente modificados (OGM), asà como en una de las compañÃas más polémicas de la industria mundial. No oculta su objetivo: «Controlar el comercio mundial de alimentos agrÃcolas». Y eso que antes que una empresa agrÃcola, como ella afirma, es una multinacional quÃmica. La prueba es que los únicos OGM que ha logrado colocar en el mercado son plantas resistentes a su herbicida estrella, el Roundup, que sigue representando el 30% de su volumen de negocio, o plantas insecticidas.
Desde su fundación (Missouri, Estados Unidos, en 1901) ha ido acumulando infinidad de procesos penales debido a la toxicidad de su s productos, con cientos de miles de vÃctimas, aunque hoy se presente como una empresa de «ciencias de la vida», reconvertida a las virtudes del desarrollo sostenible.
Cuatro años ha empleado su autora en descubrir las aristas de este gigante. Nos encontramos con un libro esencial para entender cómo opera esta corporación – casi 20.000 empleados, presencia en más de 46 paÃses y principal productor de semillas del mundo, Europa, China, India, Japón, Rusia, Brasil, incluidos en los más de cien millones de hectáreas de OGM -,  y cómo ha conseguido, con la complicidad de gobiernos y legislaciones permisivas, dominar el mercado mundial de la alimentación.
Aquà tenemos la biografÃa de una industria, la radiografÃa de un sistema de acumulación y explotación de recursos naturales y de personas. «El mundo de Monsanto», es un ejercicio crÃtico que muestra, de forma clara y comprensible, el rostro más atroz y peligroso de un progreso global desaforado, sin controles responsables ni Ética alguna.
Como la autora dice en sus conclusiones: «Ya no podemos decir que no lo sabÃamos. Es irresponsable dejar que la alimentación del mundo caiga en semejantes manos. Porque si de algo estoy segura que no quiero, ni para mà ni para mis hijas y nietos, ni para nadie es el mundo de Monsanto».
J.C.G.F.