No parece asumible a qué viene tanto buenismo, consenso y falsa concordia ofrecida anteayer por todas las fuerzas políticas y ciertos medios, a la hora de glosar los acontecimientos celebrados con motivo del décimo aniversario del 11-M, apelando a que todo lo reflejado en la sentencia es la verdad absoluta, cuando transcurridos diez años, continuamos ignorando, tanto víctimas como restantes ciudadanos quiénes fueron los ideólogos de la masacre, con qué dinero se financió e incluso la identidad de los que perpetraron los terribles asesinatos.
Conocer el nombre de la organización y autores materiales de semejante salvajada, obviamente no va a resucitar a los muertos ni devolver la alegría a sus familiares, pero… ¿Qué menos que saber quiénes fueron los canallas que les arrebataron a sus seres queridos?
Cuando se actúa, aparentemente, revestido de tan ladino y untuoso conformismo, induce a pensar que cada vez son más los interesados en dejar las cosas como están, aunque al parecer no es apropiado el comentarlo y menos criticarlo. Tal actitud, fomentada por las razones que sean, en grado alguno puede satisfaces a las familiares…¿O sí? Como siempre, tenemos acceso a conocer parte de lo sucedido pero se nos niega el todo.
Todo lo que represente acercamiento de distintas asociaciones de víctimas y sus representantes, merece ser loado y aplaudido. Tal actitud es perfectamente compresible ya que les vincula una misma causa como es la pérdida de un ser querido. Unidos se sienten más fuertes a la hora de reivindicar una mayor atención, que en ocasiones no han recibido.
Para abordar la segunda parte del artículo, no queda más remedio que citar una vez más la famosa frase de Plauto “Lupus est homo homini” (Lobo es el hombre para el hombre), que continua manteniendo su total vigencia.
Lo que resultó inaudito fueron las descaradas ausencias de los ex presidentes Aznar y Zapatero en los actos del 11-M, y más grotesco aún, las disculpas esgrimidas. No existe razón alguna que justifique la ausencia del presidente del Gobierno de España, a quien le correspondió lidiar, con mayor o menor acierto lo que estaba ocurriendo aquel maldito día del 4 de marzo de 2004, ni de Rodríguez Zapatero como jefe de la oposición, quien posteriormente, el día 14 del mismo mes, accedió a la presidencia de el país, tras ganar las más trágicas elecciones de la democracia española, algo que ya pertenece a la historia y con el nefasto resultado por todos conocido.
El gran error de tan desdichadas inasistencias ha supuesto una total falta de respeto y consideración hacia las propias víctimas unido al desprecio de los ciudadanos. Atribuirle el fallo a la Fundación Víctimas del Terrorismo, cuando menos, resultaría sorpresivo. Que una organización de este tipo cometa un error de protocolo es hasta justificable, pero intolerable que tal “lapsus” lo comentan los dos partidos mayoritarios del país, PP y PSOE, no se lo traga nadie. Claro que puestos a sumar despropósitos, siempre podemos recurrir que “España es diferente”.
A la Catedral de la Almudena en Madrid acudieron unas 800 personas entre Casa Real, instituciones del Estado, familiares de las víctimas, etc. Si bien estrechándose un poco, los expresidentes habrían encontrado acomodo. Sobre la frase de Rajoy manifestando “encontrarse muy reconfortado por haber estado todos unidos”, lo que ignoramos es si al pronunciarla tuvo la delicadeza (mental) de acordarse del que durante muchos años fue su jefe, José María Aznar, cuyo dedazo, en su momento le señaló como su sucesor.
Tras los últimos sucesos, las relaciones personales entre Rajoy y Aznar son deplorables, lo cual no justifica que dos estadistas de su talla deberían pasar por alto sus fricciones, aunque solo fuese por respeto a la sociedad española que no merece ser maltratada por su presidente del Gobierno y presidente de Honor del partido, Rajoy y Aznar, respectivamente. Su orgullo les pierde y la soberbia les confunde, bien harían guardando tales atributos para otros momentos. Rajoy no soporta que Aznar censure sus torpezas y ausencia de liderazgo, y mucho menos en público (subida de impuestos, soberanismo catalán, etc.)
Lo que aparentemente no tiene justificación es el caso del pobre Zapatero a quien le habría encantado salir en la foto, aunque solo fuera para justificar el sueldo. El alejamiento de Rubalcaba es notorio desde tiempo atrás, y más desde que ZP soltó que el PSOE necesita un cambio generacional en la cúpula. Este iluminado no se equivoca más porque no entrena.