El día de hoy Gatopardo reproduce un artículo de Aída Mendoza publicado originalmente por Argenpress. En él se muestra la tragedia que rodea al fenómeno de la inmigración que se da desde México y Centro América hacia los Estados Unidos.
Como liberal, no puedo sino unir mi voz a quienes denuncian, ésta tragedia, y las políticas criminales que provocan tanto sufrimiento y tantas muertes. En la agenda de todo liberal está la lucha en favor del un mundo sin fronteras para los capitales, para las mercancías, pero también para las personas.
El imponer desde la xenofobia, el racismo, el patriotismo idiota y la ignorancia económica, leyes que hacen ilegal que una persona, que está dispuesta a realizar un trabajo, honrado y productivo, se encuentre con otra dispuesta a pagarle por hacer un trabajo que ninguno de sus compatriotas está dispuesto a hacer es un crimen. Llamar Ilegal a una persona es monstruoso, nadie es ilegal.
Según el reporte de la Federación Internacional de Derechos Humanos que menciona el artículo son más de 14.000 las personas que en los últimos años han muerto porque existen leyes y políticas que los empujan a la clandestinidad, que los llevan al desierto, que les impiden denunciar abusos y que no les dejan más alternativa que poner su vida en manos de criminales.
Debemos exigir a nuestros gobiernos políticas y leyes que garanticen los derechos humanos de los inmigrantes, un trato digno para ellos, pero por encima de todo que se abrieran las puertas generosamente a cualquier extranjero honrado, que estuviera dispuesto a trabajar en este país, y contribuir a su desarrollo, o a los que van de tránsito hacia otro para hacer lo mismo. Porque eso es precisamente lo que la inmensa mayoría de los inmigrantes hacen: contribuir a la prosperidad de los países que lo reciben.
Del mismo modo que combatimos la mentira de que el libre comercio y el libre flujo de capitales generan pobreza, los liberales debemos combatir el mito de que los inmigrantes aumentan la criminalidad, roban empleos, destruyen la identidad nacional o abusan de los sistemas de seguridad social.
En este afán debemos tender la mano a quienes coinciden con nosotros en este tema aunque estén en desacuerdo en otros. Debemos hacer a un lado las diferencias e impedir que nuestros prejuicios nos impidan unirnos en este reclamo.