El Partido Popular lleva un año en el Gobierno de España, bajo la batuta de Mariano Rajoy como Presidente, con lo que se puede hacer un somero balance de una gestión que ha venido marcada por los incumplimientos electorales y la abierta falsedad a la hora de aplicar medidas controvertidas que ni venían contempladas en el programa electoral ni obedecían a imprescindibles criterios económicos. Son doce meses en el ejercicio del poder que ponen de relieve el comportamiento de una persona –y, por extensión, al conjunto del Gobierno- que, aunque prefiere guardar silencio antes que exponerse a las declaraciones públicas, no ha tenido reparos a la hora de proferir la mentira cuando ha necesitado ocultar sus intenciones para no revelar unas decisiones motivadas antes por la ideología que por imperativos de la coyuntura económica. Parafraseando el lema de una campaña televisiva, bien se podría titular este resumen como 12 meses, 12 mentiras. Son estas:
1.- Juró y perjuró, por activa y por pasiva, que no subiría los impuestos y lo primero que hizo al acceder al Gobierno fue subir el IVA, el IBI y los tramos del IRPF. En contra de lo proclamado estando en la oposición y de lo que acusó a los gobiernos socialistas, fue madrugar para elevar los impuestos e imponer tasas que gravan servicios antes gratuitos o más baratos. Justo lo contrario a lo prometido. Buen comienzo que sorprendió a los propios votantes y simpatizantes, que empezaron a torcer el gesto.
2.- Aquella bandera con la que recorrió platós y periódicos sobre el carácter sagrado de las pensiones también fue arriada desde el primer instante, con “subidas” simbólicas del uno por ciento. Y es que no sólo se han “tocado” las pensiones para reducirlas, sino que está en proyecto “actualizarlas” computando toda la vida laboral, sin ninguna implantación progresiva. Si este “recorte” perjudica a los pensionistas, también va contra ellos el “copago” que se les implanta para sufragar sus medicinas y el euro por recetas médicas de algunas comunidades para que no abusen de las visitas al médico. Y es que hasta los viejos, al parecer, han vivido por encima de sus posibilidades.
3.- No daría dinero público a los bancos, se hartó de repetir cuando solía abrir la boca, hasta que tuvo que solicitar a Bruselas el único rescate del que, hasta la fecha, no tiene dudas sobre su necesidad, con tal de reflotar unas entidades que son parte activa de la crisis financiera y económica que asola el país. Causa vergÁ¼enza que personajes como Rodrigo Rato (Bankia) y otros como él se vayan de rositas a sus casas, con enormes cantidades blindadas por despido, después de hundir unos bancos que recibirán “ayudas” de dinero público, pero son incapaces de brindar soluciones a sus clientes, a los que desahucian sin contemplaciones. Doble vara “mercantil” de medir.
4.- También se dijo que los funcionarios podrían estar tranquilos pues ya habían contribuido, con las medidas de Zapatero -al que exigió su dimisión-, al sacrificio por sacar a España de la crisis, pero se vuelve a congelarles el suelo y, encima, les suprimen la paga extra de Navidad, que no cobrarán pero de la que tendrán que cotizar ala Seguridad Social. Más de un 30 por ciento de merma del poder adquisitivo llevan los empleados públicos soportando por haber optado a trabajar enla Administración. Incluso tuvieron que aguantar declaraciones sobre una reforma que iba acabar con la “lectura de periódicos y los cafelitos”, como si nadie trabajara con eficacia y honestidad en el sector público, salvo el Gobierno, claro está.
5.- Tampoco habría amnistía fiscal para los delincuentes con Hacienda, excepto la que Cristóbal Montoro puso en marcha prometiendo perdonar las penas y castigos a los evasores de capitales si retornaban sus “ahorros” a España. Menos de la mitad de lo calculado ha sido el fruto conseguido a las arcas públicas por esta insólita propuesta que contradice la severidad prometida ante cualquier tipo de delito que contravenga la ley. ¿Quién se fía de los embusteros que las toman? Ni consiguiendo la captación del dinero evadido su efecto hubiera sido ejemplarizante, por premiar a delincuentes defraudadores frente al honesto cumplidor con Hacienda. Parece que el único mensaje emitido es que es más barato defraudar al fisco que pagar religiosamente. Ya lo saben los ricos.
6.- Se presumió, cada vez que tocó hablar de ello, de preservar la sanidad y la educación como ejes intocables del Estado de Bienestar, pero enseguida se aplicaron las tijeras con un recorte adicional de 10.000 millones de euros precisamente en estas partidas presupuestarias. No sólo se crearon copagos en la sanidad y repagos en las recetas, sino que además se ampliaron las horas semanales de trabajo en estos sectores, con las que se eliminan puestos de trabajos (despidos), y se suplen las bajas y las jubilaciones, renovándose sólo un diez por ciento del personal. Ello ha llevado a una reducción drástica del personal que hace peligrar la atención y la calidad en dos servicios básicos para la sociedad, como son la sanidad y la educación. El cierre de centros de salud (por las tardes en determinadas comunidades) y los planes de privatización de hospitales puestos en marcha en Madrid, por ejemplo, acaban de enseñar definitivamente las intenciones reales de un Gobierno que actúa movido por una ideología neoliberal que ocultó en su programa.
7.- No crearé un banco malo… hasta que Bruselas lo diga. Y así ha sido. Entre las condiciones para el rescate de la banca, el Gobierno de Rajoy ha tenido que crear un organismo público que concentre todos los activos tóxicos problemáticos de las entidades bancarias que serán necesarias sanear. Otra vez, el dinero público de los contribuyentes servirá para cargar con las pérdidas de unos bancos cuya avaricia les llevó a conceder préstamos hipotecarios que ahora son de difícil liquidación. En vez de “ayudar” a las familias hipotecadas, se prefiere salvar a los acreedores financieros. El mercado sólo atiende a sus propias necesidades, no a la de los ciudadanos. Con ayuda del Gobierno.
8.- La prioridad será el empleo, se repitió hasta la saciedad, pero se acomete una reforma laboral que sólo beneficia al empresario y al capital, facilitando y abaratando considerablemente el despido incluso cuando las perspectivas, no los resultados, de rentabilidad de un negocio no sean halagÁ¼eñas, y desvinculando el convenio colectivo del sector como marco de negociación. Una reforma que, al cabo casi de un año, no ha impedido que la tasa de paro alcance por primera vez en la historia la cota del 26 por ciento, rozando los seis millones de desempleados, cuyas prestaciones han sido, además, reducidas en cuantía y duración. Si esto es primar el empleo por encima de cualquier otra consideración, dos huelgas generales en su primer año de mandato son la respuesta más contundente. Nada ha sido más castigado por los incumplimientos de Rajoy que precisamente el empleo, en todos los sectores y a todos los niveles, excepto en el militar y el religioso. Algo muy significativo.
9.- También se ofreció favorecer a los autónomos y las PYMES, prometiendo la liquidación del IVA cuando se cobrasen las facturas, cosa que aún está pendiente de cumplirse. En vista de los “cumplimientos” en las demás promesas, los afectados están convencidos de que ésta también formará parte de las mentiras proferidas para ganar unas elecciones. Es el cierre de pequeños comercios y la quiebra de aquellos “emprendedores” que apostaron por convertirse en autónomos con lo que se ceba el paro en nuestro país. Un ejemplo más de las consecuencias traumáticas del arte de mentir por afán de gobernar.
10.- Nunca –se dijo en el discurso de investidura- apelaré a la herencia recibida, pero quizás sea la excusa que más temprano asomó en la boca de todos los ministros de este Gobierno y de su propio Presidente. Ante cualquier obstáculo encontrado en la gestión, Mariano Rajoy y sus ministros acudieron a la herencia recibida como pretexto que justificase su ineficacia o sus mentiras. Tras un año de ejercicio del Poder, todavía se oye esta disculpa como alivio de responsabilidades y agravios a la población. Si no fuera porque los ciudadanos son condescendientes y olvidadizos, estaríamos ante una de las más burdas expresiones de inutilidad que un gobierno podría argÁ¼ir para camuflar sus derrotas y fallos. Se esgrime para achacar prácticamente todos los males al anterior gobierno, al que se culpa tanto de la crisis económica mundial como del desprestigio de las instituciones, el aumento de los abortos o el número de parados. Todo lo negativo es culpa de la herencia recibida. ¿Hasta cuándo?
11.- Iba a ser previsible y dialogar con todo el mundo. Sin embargo, nada de lo realizado era previsible en función del programa y las promesas ofertadas y el diálogo se ha materializado en una forma de gobernar mediante decretos-leyes (28 en un año) que esquivan, a pesar de disfrutar de mayoría absoluta en el Parlamento, el debate legislativo en las Cortes. Rajoy dice una cosa y hace la contraria, ofrece diálogo y apenas se somete a las interpelaciones parlamentarias, se le escapan opiniones en el extranjero (“esto me va a costar una huelga general”) pero convoca ruedas de prensa sin preguntas en España. Cultiva la opacidad cuando aseguró la transparencia, y nada en su conducta resulta previsible salvo la adscripción a la reducción del déficit a cualquier precio como única doctrina gubernamental, aunque ello condene el crecimiento y hunda a España en la recesión, como advierten el propio FMI, el BCE y otros organismos internacionales.
12.- Y diría siempre la verdad, llamando “al pan, pan y al vino, vino”, cuando en realidad sólo pronuncia eufemismos y lugares comunes para eludir términos que le escuecen en lo más íntimo (préstamos en vez de rescate, ajustes por recortes, sostenible por privatizar, hacer lo que Dios manda por lo que le da la gana, etc.) o que considera le hacen perder credibilidad y confianza ante los ciudadanos. Son estas “elusiones” y las mentiras, a las que parece tan aficionado, las que desmienten su compromiso con la verdad y la claridad en su actitud de gobernante. Incluso el desdén y la desconsideración contra los que son reacios a su Gobierno y sus políticas (personas, colectivos o territorios) forman parte de su comportamiento “oficial” o institucional.
Negar a Andalucía lo que reconoce a otras comunidades, en un ejemplo territorial, o el dislate insultante tan reciente de manifestar que “si todos trabajáramos con empeño, las cosas irían mejor”, en alusión a las tropas en el extranjero frente al resto de los trabajadores de España, son muestras de una voluntad retorcida y manipuladora, que abraza la mentira como instrumento legítimo para afianzarse en el Poder. Cualquier médico, maestro, policía, juez o cartero, por citar sólo a algunos colectivos, trabaja tan encomiablemente bien en España como el mejor militar en Bosnia y probablemente con menos derechos y reconocimientos por parte de “su” Gobierno y con mayores exigencias y méritos para acceder al empleo.
Son 12 mentiras en los primeros 12 meses del Gobierno de Rajoy. Se podría ampliar el número de señales que revelarían la auténtica materia con la que está constituido el actual Gobierno de España, pero excederían al número de meses al que se limita un año. Basta con aguardar otro año para ampliarlas. Al tiempo.