Sociopolítica

El pulso del mundo

HOJA DE RUTA

Mandan los cánones de la caballería y de la filosofía que el guerrero presente y explique a su dama o a sus lectores la hoja de ruta que procurará seguir en sus andanzas. Intento sólo, y a solas, aventurarme por el laberinto de los acontecimientos más recientes de la historia universal para leer entre líneas buscando las claves del futuro de la Humanidad en el contexto de las relaciones de ésta con la divinidad y desenmascarando, en la medida de lo posible, la interpretación oficial de esos acontecimientos dada por el $istema a través de los cauces de desinformación e idiotización de las masas abiertos y financiados con el oscuro propósito de propagar urbi et orbi los valores del discurso dominante, de incitarnos a la sumisión y de segar por su raíz cualquier asomo de disidencia.

O diciéndolo de otra forma: me gustaría hacer aquí lo mismo que lanza en ristre, pero incruentamente, hacía don Quijote en el Siglo de Oro, y por esas llanuras manchegas de pan y queso llevar,, cuando buscaba y encontraba por entre líneas –aparentemente inamovibles e indiscutibles– de las aspas de los molinos y de los balidos de los rebaños, algunos de los gigantes y de los ejércitos que siempre colean, pujan, resoplan, piafan y existen detrás de la fachada petulante e ilusoria de la realidad inmediata.

¿Filosófico me pongo? Pues sí, y aún metafísico, a la manera de Rocinante, que no están los tiempos –cercanos ya a su fin– como para perderlos demorándonos en frivolidades descafeinadas y consideraciones de tente mientras cobro. Ahora o nunca, señores… Al pan, pan, y quiero decir con ello que una de dos: o ahora mismo cobramos unánime conciencia planetaria de lo que sucede, y hacemos a continuación todo lo humanamente posible para enmendar la plana y aguar la fiesta a los Servidores del Maligno y Capitostes del Sistema, o YA NUNCA podremos reaccionar y enderezar el rumbo.

PROFETAS DEL APOCALIPSIS

Los profetas del apocalipsis y los científicos independientes (que no son muchos) coinciden en señalar que el punto de no retorno se encuentra cronológicamente ubicado entre el 1990 y el 2030. Estamos pues, en capilla y conviene que empecemos a prepararnos material y espiritualmente para afrontar con impavidez el Rito de Paso Cósmico que nos espera: termina por fin –¡qué pesadilla!– el kaliyuga o Período de las Tinieblas Transitorias y vuelve el signo de Acuario para iluminar las almas, despejar los caminos de la evolución ascendente e inaugurar el comienzo de la nueva Edad de Oro. Maitreya está a punto de reencarnarse, los grandes dioses del Olimpo hindú afilan las armas de su próximo avatar y pronto tendremos en cualquier parte del mundo un repentino Portal de Belén.

Lo dice Krishna en la Baghavad Gita: “Cada vez que la virtud del mundo mengua, yo me manifiesto.” Que oigan los que quieren oír, que entiendan los que quieran entender y que se abrochen los cinturones y se aten al timón todos los hombres justos empadronados en esta Gomorra. Y en cuanto a los demás –yuppies, brokers, políticos, economistas, banqueros y demás ralea…– En fin: avisados están y a tiempo de corregirme o de rezar lo que sepan. Y si, por el contrario, prefieren quedarse de muestra y varados en la última playa mientras Noé se hace a la mar (o al Diluvio) o convertirse para los restos en estatuas de sal mientras Lot, como Baudelaire, busca el zipizape de lo nuevo en el fondo de lo desconocido, allá ellos. El pasado es, en parte, suyo y con su pan se lo coman.

Hasta aquí, lector, mi hoja de ruta. Hincha las velas al viento, crujen las amarras, cabecea la proa de esta nave espacial y empieza nuestra travesía del presente (y del ayer inmediato) en pos de los talones del futuro.

HISTORIAL CLÍNICO

Cuando un enfermo acude a la consulta de un internista, éste –antes de tomarle el pulso– lo somete a un crudo interrogatorio mirante a establecer su historial clínico. ¿Hacia dónde apuntan sus inclinaciones patológicas de carácter hereditario? ¿Qué enfermedades padeció en su infancia? ¿A qué edad, y cómo, murieron sus padres? ¿Fuma, bebe, come alimentos impuros, se droga, hace el amor a troche y moche sin preservativo?

De la misma forma, antes de tomar yo mensualmente el pulso del destino al mundo que nos rodea voy a prescindir en esta ocasión –sólo en esta ocasión– de los comentarios a pie de obra, voy a pasar de largo ante las noticias de flagrante y sangrante actualidad, y voy a seguir las huellas –viajando hacia atrás sin ira– de los polvos que in illo tempore sentaron las bases de los lodos que ahora nos asfixian.

LA MADRE DEL CORDERO

¿In illo tempore? No tanto, no tanto… Basta y sobra con remontarse al año de desgracias de 1789, punto de arranque de ese imponente y monstruoso genocidio al que hoy llamamos Revolución Francesa, sin la cual –por cierto– nunca hubiese estallado el segundo gran genocidio de la historia universal: la revolución bolchevique. Y es una delirante incongruencia festejar, tal y como tirios y troyanos han venido haciendo a lo largo de 1989, la toma de la Bastilla y la memoria del asesino Robespierre al mismo tiempo que se aplaudía, y se aplaude, el desmantelamiento del comunismo en los países del Este. Un poco de seriedad, caballeros. Mientras la ideología de la Revolución Francesa siga inspirando los modales políticos de quienes nos gobiernan, y así están las cosas en las nueve décimas partes del mundo, la cabeza de seis puntas de la hidra seguirá a salvo en su escondrijo. Es absurdo alegrarse por el regreso de la dignidad a los territorios otrora sometidos a la férula de Moscú mientras se extiende, imparable, por toda la superficie de la Tierra, el cáncer de la democracia impuesta por bemoles e inspirada en el delirio del sufragio universal, libre y directo. Mucha risa –y también mucha pena– me dan los liberales del PSOE, mezcla de estupideces marxistas con despotismo burgués derechista, en su patético espectáculo de subnormales sabelotodos, que se atreven a opinar de cosas que su minúsculo cerebro (en caso hipotético de que lo tengan) jamás comprenderá. Pobrecillos…

Palabras duras, lo sé, que a su debido momento –en otras entregas de este pulso del mundo– haré `por aclarar. Vaya ahora por delante la opinión de que conceder el voto, mecánica e indiscriminadamente, a cada hijo de vecino –sin distinguir entre Einstein o Leonardo y Jack el Destripador o Juan Guerra– es barbarie equivalente a la de permitir que sean los niños de corta edad, la asistenta o el ratero del barrio, y no los progenitores, quienes organicen la vida de la familia. Clama al cielo la evidencia de que nadie, prácticamente, se atreve aún a denunciar en voz alta el mito, la superstición y el fetiche de los llamados derechos humanos, cuya liturgia es en realidad la madre del cordero de casi todos los males que nos afligen. Y sé que también me tocará explicar –si antes no me envía a la hoguera el cerril, intransigente e ilustrado fanatismo de los demócratas– las razones de esta segunda afirmación insolente, perentoria y detonante. ¡Y qué le voy a hacer si creo, y lo creo, que el hombre –como cualquier otra criatura viva en el ámbito de las galaxias– no nace revestido de derechos, sino cargado de deberes! Vale decir: venimos a este mundo sólo para cumplir una misión determinada en el contexto global de la evolución cósmica y para desembarazarnos, sobre el terreno de lo estricta y momentáneamente individual, de todas las deudas y condicionamientos kármicos adquiridos en nuestras vidas anteriores. Que los lechuguinos de la ONU firmen cuanto antes una urgente declaración de los deberes humanos y se dejen de pamplinas hipócritas que sólo sirven para salvar la cara y embarcar a los votantes. Lo contrario equivale a anteponer el capricho a la necesidad, la debilidad a la fortaleza y lo artificial a lo natural. Y equivale, de paso, a perder la única batalla que es preciso ganar contra viento, resaca y marea: la del espíritu, aquí y ahora, durante la vida, y no a partir del momento de la muerte.

USURA Y BASURA

Y es que el hombre, entendido como inventor y motor de la historia universal, se equivocó trágicamente en dos momentos de ésta. Uno: al optar, en la ya mencionada fecha de 1789, por el laicismo, la pedagogía y la judeomasonería en la organización de la cosa pública frente a la estructura religiosa, críptica, piramidal y jerárquica de la Civitas Dei del mundo antiguo. Y dos: al embarcarse en la revolución industrial, volviendo así al camino de violación de la Naturaleza y de rebelión satánica contra la ley del Cosmos, que en su día condujo al lógico amotinamiento de aquélla y al subsiguiente aniquilamiento de la Atlántida.

Dije antes que la revolución soviética no hubiese sido posible sin la francesa y me apresuro a añadir ahora que ésta, simbióticamente unida a los balbuceos masónicos del precoz parlamentarismo británico, fue el caballo de Troya en cuya panza llegó al mundo y se propagó por casi toda su superficie la peste bubónica del capitalismo, o sea, de un sistema explotador –el que actualmente nos oprime y con mayor ferocidad desde 1945– basado en la adoración semítica del Becerro de Oro y en la explotación indecente de los recursos humanos y naturales a través de la usura, esa basura materialista contraria al alma europea. ¿Y qué es la usura, ese líquido amniótico y caldo de cultivo de nuestra vida cotidiana, sino una filosofía mezquina de la existencia –que no de la esencia– desarrollada en torno al principio absurdo y satánico de que el dinero produzca riqueza cuando ésta debería ser fruto exclusivo del trabajo?

COLONIALISMO ECOLÓGICO

A partir de ese delirio, que sirve de columna vertebral al Sistema, todo es posible: se otorga, por una parte, carta de legalidad al proceso de explotación de la Naturaleza –que es puro colonialismo ecológico– y se acuña, por otra, la falsa moneda y bonita macana de los derechos humanos con miras a comprimir el horizonte espiritual de sus presuntos beneficiarios convenciéndolos de que la vida carece de sentido escatológico (o lo que es lo mismo: de que todo termina con la muerte) y de que, en consecuencia, sólo deben preocuparse por el ruin usufructo de lo material y temporal. Y así, mediante el señuelo de una distribución más justa de los recursos económicos y de la demagógica mentira de que todos somos iguales ante la Ley, el homo sapiens se transforma de la noche a la mañana en lo que ahora –despojado de cualquier atributo, circunstancia o condición– es a machamartillo y sin fisuras: el perfecto consumidor, mudo, ciego, sordo, sumiso, autocomplaciente, estresado, halagado, lobotomizado y convencido de que vive ya, como el Cándido de Voltaire, en el mejor de los mundos posibles.

DEMOCRACIA DICTATORIAL

Misión cumplida, Yahvé: la democracia al tuntún, sin la previa creación de un cuerpo de electores –los sabios, los hierofantes, los héroes, los guerreros, los artistas, los filósofos, los ancianos– capaz de ejercer el derecho al voto con sentido crítico, es la peor de las dictaduras posibles y, desde luego, el más liberticida de todos los regímenes políticos. Un ciudadano sin facultad de discernir (la mayoría) vota siempre por quien ya ocupa el poder. Y por supuesto, no se da cuenta de que está siendo engañado, de que en realidad no tiene acceso alguno al reparto del pastel mediante mecanismos tan fatua y genuinamente democráticos como lo son, a simple vista, el teórico derecho al trabajo, la seguridad social, los mínimos salariales, los créditos, las subvenciones y un largo etcétera tan inútil como el vuelo de las musarañas y tan aburrido como las noches de Bruselas. Lo único que de verdad recibe el súbdito de los sistemas democráticos al uso de los tiempos es la migaja necesaria para que no se queje, para que no arme el día menos pensado una marimorena y, sobre todo, para que pueda acudir durante los fines de semana a los bancos y a los grandes almacenes con un poco de calderilla en el bolsillo.

PELELES EN EL PODER

De ese modo, todo queda en casa… Es decir: todo queda en manos de quienes nos gobiernan –los banqueros, los narcotraficantes, las multinacionales (que en realidad, son cabezas del mismo monstruo)– y de los peleles de quienes nos gobiernan: los políticos.

Suena la campana del último párrafo y tengo que interrumpir esta crónica en la que no he podido ni tan siquiera mencionar los mil asuntos que traía en el buche: desmoronamiento del comunismo no sólo en la Europa Oriental, últimos reinos de Taifa (Cuba, Corea del Norte, China), irresistible ascensión de la derecha en todo el diablo mundo, integrismo musulmán, sucesos de Nicaragua y Sudáfrica, replanteamiento del papel jugado por la Iglesia de Roma en la sociedad civil, reconstrucción del mapamundi anterior a la segunda guerra mundial, revancha del nacionalismo y del populismo, fin de la historia…

(Artículos aparecidos en la revista ‘Más Allá’ nº 15)

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.