Sociopolítica

Las provocaciones de Rusia y los ruidos de sables

La situación en Georgia y el Mar Negro se pone cada vez más tensa. Rusia no pierde ocasión para llevar las cosas hasta el límite. Cierto, Europa y EE.UU. se equivocaron al reconocer la independencia del Kosovo, ya que no se sostiene ni histórica ni legalmente. Con ello dieron a los rusos lo que ya se vaticinaba por algunos expertos: Que Rusia iba a aprovecharse de ello para imponerse en Abjasia y Osetia del Sur.

Pero a los rusos les pican los dedos, tienen ganas de marcha, y esa marcha significa guerra. Ellos nunca cambiarán, y menos con alguien al frente como Putin. Dijo muy acertadamente McCain al usar una expresión de Bush: Cuando le miro a los ojos a Putin veo a la KGB (Bush había dicho que veía a un hombre bueno, lo que dice mucho de Bush). Yo incluso añadiría la GPU y la Cheka. Putin era (y seguirá siendo) jefe de la KGB, pues durante su mandato se reforzó la estructura de los servicios secretos rusos. Putin es bolchevique y sigue la misma política, sólo que ahora ya no se habla de ideología. A fin de cuentas, la ideología de los rusos ha sido siempre el imperialismo, la opresión, la expoliación de los pueblos vecinos y su destrucción si no querían ir por donde quieren los rusos que vayan, una ideología ampliada por las prácticas mafiosas en la economía rusa.

A
hora, encima, los rusos se hacen las víctimas. Asaltan a un país independiente y soberano, del cual durante los últimos dieciséis años ya habían ocupado parte de su territorio -más aún durante la presidencia dell ex ministro de asuntos exteriores soviético Eduard Shevardnadse, un hombre que no hizo ningún bien a su país por ser servil a los rusos- y provocado una guerra civil. Para colmo son los ruses que dicen que se sienten amenazados… por ¡Georgia! Por añadidura, la izquierda europea -tan ciega ella- dice que los rusos tienen razón.

Pero quien conoce a los rusos sabe lo que quieren y lo que supone dejar a Georgia a su suerte, porque hoy será Georgia, mañana Ucrania, pasado mañana Estonia, Letonia y Lituania, y volveremos a la situación anterior a 1989. No olvidemos que Rusia mantiene una cuña metida entre los países bálticos y el resto de la UE: el territorio de Königsberg, que no piensan devolver a Alemania. Los errores de EE.UU. han sido mayúsculos. Los presidentes de república que se emborrachan en público no son buen augurio de lo que viene. Bush no tiene capacidad de evaluar bien la situación, y sus ministros tampoco parecen estar a la altura. Se ven ante un marrón bastante gordo, pues les quedan dos meses para gobernar y deben decidir qué hacer con los rusos. Putin es un zorro muy listo y actúa con sangre fría, sabe que EE.UU. se encuentra en un momento de vacío de poder, y aún no se sabe si ganará McCain u Obama. Sin duda, con McCain los rusos no lo tendrán fácil, mientras que con Obama lo mismo tienen otro tonto útil como Zapatero.

Lo peor de todo es que Occidente tiene miedo a reconocer que están ante un dilema. Por una parte debe actuar con contundencia, por otra intenta disimular diciendo que los barcos de guerra enviados al Mar Negro van en el marco de las maniobras con Rumanía y Bulgaria, miembros de la OTAN. Pero ¡qué cobardes! Sería mejor decir a Putin: O te retiras de Georgia o te las verás con nosotros. ¿Quién es Putin para decir qué tipo de mercancía pueden llevar los barcos americanos a Georgia? ¿Acaso Rumanía y Bulgaria no son independientes y soberanos para hacer maniobras militares en sus aguas territoriales?

Hay un hecho que salta a la vista: Rusia controla militarmente media costa georgiana. Para colmo sigue ocupando las ciudades costeras de Poti y Batumi, y no hace ademanes de abandonar próximamente estas posiciones. También mantiene posiciones fuera de Osetia del Sur, amenazando claramente las comunicaciones interiores del país. La chulería con la que van los soldados rusos sobre sus tanques mostrando su desprecio por los georgianos es una prueba más de la actitud con la que actúan los rusos en un país vecino: como si fueran los dueños y nunca hubieran dejado de serlo. Han dejado jugar a la independencia a los georgianos durante unos años, y ahora ponen fin a la aventura. Basta de libertades. Ya lo dijo Lenin: ¿Libertad? ¿Para quién? ¿Para qué? – Y la momia sigue en la Plaza Roja…

El fin de toda estrategia geopolítica de Rusia ha sido siempre cortar el acceso al mar. En Georgia parece evidente que lo están consiguiendo. Vuelan sus líneas férreas y controlan el tránsito en las carretreas. Y aún hay bastantes europeos de la izquierda que siguen diciendo que toda la culpa la tiene Georgia y que Saakashvili está enfermo por morder la punta de su corbata. Me gustaría ver a estos valientes en medio de Georgia con los rusos en la puerta, a ver lo que muerden ellos en esta situación. Es que no saben lo que son los rusos, los geornianos en cambio sí lo saben.

Como ya dije en otra ocasión, la crisis de Georgia se está convirtiendo en otra crisis de Marruecos, que tuvo el resultado de la Conferencia de Algeciras de 1905 y que sólo sirvió para retrasar la guerra nueve años más, con reajustes territoriales entre las grandes potencias. Con Rusia pasa ahora lo mismo. Se trata de reajustar las zonas de influencia y de dominación. Ante el inevitable vacío de poder en EE.UU. y la indecisión y el desacuerdo en el seno de la Unión Europea (Medvédyev ya ha dicho que no espera ningún resultado de la próxima cumbre europea con motivo de la crisis – en el Kremlin deben de estar partiéndose de la risa), Rusia tensa la situación y juega al póquer. Encima, Europa y EE.UU. tropiezan sobre la trampa que ella misma se ha tendido: Kosovo. Es fácil hacerse los fuertes con Serbia, mientras que encogen el rabo con los rusos.

Lo único que nos puede salvar, de momento, de un enfrentamiento bélico será una unanimidad de los países de la UE. A la larga no servirá. Rusia cuenta con aliados muy peligrosos como el Irán, Siria e incluso Venezuela. Rusia no dudará en utilizar a los países árabes en contra de Europa y Sudamérica en contra de EE.UU. Poco a poco, los planes de la URSS de convierten en realidad: aislar Europa de Norteamérica y acojonar a los americanos para limitarles a su mitad del continente americano. Europa depende del petróleo y del gas de los países árabes y de Rusia, y además está perdiendo otras fuentes seguras de suministro como Venezuela y Bolivia. Todo ello no va a favorecer para nada la evolución de la economía, la crisis se va a agravar -y más aún si el invierno es duro-. Y la última novedad: Rusia recurre a China para buscar apoyos, aunque de momento sin éxito por razones claras como el Tibet. ¿Jaque o Jaque Mate?

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.