Sociopolítica

Desnudo integral

Policías armados en la Terminal 4 de Heathrow

Raro es el día en el que, al leer la prensa, no me quedo estupefacto.

Estupefacto tiene que ver con estupor, o sea, con asombro, pero también guarda evidente relación fonética y etimológica con estúpido. Y estupidez es la última ocurrencia parida por las mentes obtusas de quienes velan por nuestra seguridad –eso dicen ellos- en los aeropuertos.

Soy comedido y generoso con esa pandilla de idiotas, porque también son estúpidas casi todas las medidas tomadas con anterioridad y aún vigentes. La del control de líquidos y cosméticos, por ejemplo, que sólo se aplica en Europa, que yo sepa, pero que, aplíquese donde se aplique, no está justificada ni sirve para nada.

En mi último viaje a Estados Unidos, allá por mayo, nadie se preocupó de eso. En Senegal y Mali, allá por marzo, tampoco. Y en China y Japón, unos meses antes, menos aún. Sólo en Europa nos infligen tales vejaciones.

¿Disciplina inglesa? Pues sí, porque de Inglaterra vienen muchas de ellas, si no todas, y es en el aeropuerto de Heathrow, y supongo que también en el de Gatwick, donde más se ensañan con los viajeros. Pronto, tal como van las cosas, la emprenderán con ellos a latigazos y vestirán de severas gobernantas al personal de fronteras.

Perversiones sexuales: el vicio inglés. Sacher-Masoch, el marqués de Sade, Cruella de Vil y los inquisidores de los siglos oscuros no lo habrían hecho mejor.

Viajar en avión se ha convertido, por la razón apuntada y por muchas otras que ahora no vienen al caso, en una tortura y, por lo tanto, en una clara violación de los derechos humanos. Tome la INTERPOL medidas contra los seguratas o intervenga, si no lo hace, el juez Garzón, ese justiciero universal.

La última gracieta de los liberticidas aeroportuarios es la de los rayos equis. Más lejos no cabe llegar. O sí: podrían arrancarnos la piel a tiras para ver si debajo de ella llevamos un kalashnikov o una batería antiaérea, pero no creo que lleguen a tanto. ¿Peco de optimismo?

Lo de rayos equis quizá no sea del todo exacto, porque quieren utilizar la tecnología onda milímetro (cito textualmente de El Mundo, versión impresa, del miércoles), que no utiliza radiaciones, sino ondas electromagnéticas. Da igual. A saber qué esconde el nuevo latinajo. Seguro que da cáncer, provoca alergias y genera disfunción eréctil. O sea: impotencia.

Impotentes, en efecto, somos todos frente a los abusos de quienes tanto se preocupan por nosotros. ¡Peste de tíos! ¡Por favor, señores! ¡Déjennos en paz, no nos protejan, ocúpense de sus asuntos, no invadan hasta nuestros genitales, permítannos asumir los riesgos inherentes a la vida!

A la vida, sí. Nacer es peligroso y vivir también. Sólo los muertos están a salvo de todo.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.