Economía

Con la mente en la luna

Esta mañana me levantaba con la noticia de que la India había conseguido enviar una expedición no tripulada a la luna, como preludio de su gran objetivo, que no es otro que lograr colocar a un ciudadano indio en el satélite antes del año 2020.

Este hecho no hace más que demostrar el excelso nivel de la tecnología del país asiático, que pasa por tener los mejores científicos del mundo, aunque más de la mitad de ellos están viviendo y trabajando en Estados Unidos. De la misma forma, corrobora el poder emergente de la economía india, la cuál se convertirá, en pocos años, en una de las primeras potencias a nivel mundial.

El gran crecimiento del subcontinente indio a nivel económico se debe a la interrelación de tres factores fundamentales: el imparable crecimiento de su población, su manejo del idioma inglés y la capacidad de esfuerzo y de estudio de los jóvenes.

Actualmente, la India es el segundo país más poblado del mundo, con la previsión de llegar a ser el primero en el año 2010, superando a China, que ha visto reducida su tasa de natalidad de manera drástica gracias a sus políticas de un solo hijo.

En segundo lugar, el inglés es uno de los idiomas co-oficiales del país, lo que permite que toda la población, absolutamente toda la población, hable inglés, a un mayor o menor nivel, lo que les abre las puertas del mercado anglosajón.

Y, por último, las universidades de Estados Unidos se nutren básicamente de estudiantes de origen indio, especialmente para carreras de cariz científicio e informático, gracias al pragmatismo universal de la cultura india, que entiende que son las que más salidas ofrecen.

Sin embargo, hay un concepto que no entiendo, por mucho que me esfuerzo, ¿cómo es posible que un país que se puede permitir mandar un cohete a la Luna mantenga a un cuarto de su población en la más absoluta pobreza?

Si todo el dinero que se ha utilizado en esta nueva versión de la carrera especial, que inició Japón y que ahora ha seguido India, se hubiera invertido en la concesión de, por ejemplo, microcréditos a la población más necesitada del país, los beneficios obtenidos hubieran sido mucho mayores.

Con ello, los gobernantes no huberian salido en los telediarios de medio mundo, pero habrían conseguido paliar, en parte, la situación desesperada de gran parte de su población, porque la India es un país de dos velocidades económicas.

La primera es una potencia emergente, mientras que la segunda es un país subdesarrollado.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.