Economía

El mundo al revés en la economía española (Caso Repsol)

En estos últimos días estamos asistiendo a una nueva representación de la política económica de nuestros días, que no economía política, una política económica tragicómica y veletista, si se me permite la expresión, al amparo del viento que más sopla y del sol que más calienta.

Por un lado tenemos al Partido Popular, que empeñado, como está, en llevar la contraria a José María Aznar, el adalid del centro, se ha lanzado en una carrera opositora contra la venta del 29% de Repsol, una empresa privada, a la empresa rusa Lukoil, también privada, al grito de ¡salvemos España! (¿Se estará rompiendo otra vez el país y yo no me he enterado?).

Y, claro, uno no sabe qué pensar. Porque hasta ahora mis escasos conocimientos económicos y políticos me incitaban a creer que el Partido Popular defendía una política liberal, desde el punto de vista económico, arrimándose, por tanto, a la teoría neoconservadora estadounidense de defensa a ultranza del libre mercado. Sin duda, debía estar equivocado.

Pero, por otro lado, tenemos al Partido Socialista Obrero Español abrazando sin tapujos y sin dudas el libre mercado más absoluto, dando plena libertad a las empresas privadas para sus operaciones particulares, independientemente de las consecuencias que éstas tengan en la sociedad.

Y vuelvo a estar confundido. Porque a mí me enseñaron que el Partido Socialista Obrero Español aceptaba y promulgaba las doctrinas de la socialdemocracia, la cuál, como hasta ahora se pensaba, confía en la intervención gubernamental para solucionar las posibles ineficiencias del mercado libre.

Una cosa de locos. Sin embargo, ¡no se vayan todavía amigos, que aún hay más! Si entre todos hacemos un poco de memoria histórica, pero sin polémicas, sólo hasta hace un año, veremos que con el caso de Endesa, y sus pretendientes alemanes e italianos, las posturas estaban intercambiadas.

Es decir, el Partido Popular exigía que el gobierno español dejara actuar al mercado, mientras que el Partido Socialista Obrero Español defendía la conveniencia de intervenir para proteger la nacionalidad de las empresas más emblemáticas dentro de sectores estratégicos y relacionados con el abastecimiento nacional.

¿Qué conclusión podemos sacar de todo ésto?

Pues que estamos gobernados por un atajo de ignorantes, con perdón, que se han visto elevados a los altares de la alta política por el único mérito de su locuacidad, la cuál les lleva a cometer errores de bulto en temas económicos y defenderlos hasta sus últimas consecuencias, sin importarles ni la verdad ni sus propios principios.

Porque la operación entre Repsol y Lukoil no es más que una operación financiera entre dos empresas privadas, por lo que cualquier intervención estatal restaría credibilidad al país y eliminaría los conceptos básicos del libre mercado, ése que se han comprometido a mantener los gobiernos de los países más poderosos en la cumbre de Washington.

Además, los voceros que se empeñan en decir que Repsol tiene que seguir siendo española, o que Repsol es de los españoles, no hacen otra cosa más que despojar de toda credibilidad a sus opiniones. Repsol no es de España, Repsol no es de los españoles, en todo caso Repsol es de un grupo de españoles, que son los que tienen acciones en ella, ni más ni menos.

Por otro lado, no hay que olvidar que se está polemizando sobre una situación hipotética que tiene muy pocas posibilidades de ocurrir en realidad, por la sencilla razón de que Lukoi no tiene liquidez. Su objetivo es subrogarse a la deuda que Sacyr Vallehermoso tiene con las entidades de crédito (Banco Santander y Caja Madrid), lo cuál es harto complicado desde un punto de vista financiero.

Y, por último, debemos tener claro que Sacyr Vallehermoso necesita vender sus acciones de Repsol para poder sobrevivir, así que si no se las compra Lukoil lo hará otra empresa, la cuál será, seguramente extranjera.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.