Economía

Mal de muchos… (La bancarrota de Islandia)

Podría finalizar el dicho popular, pero prefiero dejarlo en el aire, no por mantener el suspense, que no lo hay, sino por respeto, por no tener que ofender, que prefiero no hacerlo, cosas de haber estudiado en un colegio público, supongo, donde se aprende a respetar a los demás, independientemente de que sean más o menos listos que tú.

La divagación viene a cuento de la bancarrota que está sufriendo Islandia, como país, como Estado y como referente económico mundial. Pero pongámonos en antecedentes.

Islandia nos fue presentado como ejemplo del milagro del Neoliberalismo Económico (hoy rebautizado como Capitalismo), de como la desrregulación de los mercados era la panacea que resolvería todas las ineficiencias de los mercados y eliminaría, por fin, el sempiterno problema de la escasez.

Así, Islandia privatizó todo lo que podía privatizar y eliminó todas las regulaciones que pudo eliminar, y la economía comenzó a crecer, a niveles que no se habían conocido antes. Incluso llegó a situarse como el sexto país más rico del mundo, según la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico).

Subidos a ese ciclón de crecimiento económico todas las entidades financieras, incluido el Banco Central de Islandia, no dudaron en endeudarse hasta límites que rozaban lo estipulado por el sentido común, que nunca fue el más común de los sentidos, con el único objetivo de la especulación, la obtención de beneficio a toda costa, sin importar la volatilidad, sin ningún sustento en la economía real.

El primer susto se producjo en el año 2006 con una pequeña crisis de liquidez que sacudió los mercados financieros islandeses, pero éstos salieron airosos gracias al dinero que tomaron prestado de los bancos ingleses, y la buena marcha de la economía islandesa siguió su curso.

Sin embargo, todo se vino abajo en el verano de 2008, con claros síntomas de deterioro desde comienzos de ese mismo año, con la llegada de la crisis financiera internacional. Entonces, Islandia se quedó sin liquidez e intentó recurrir a los mercados internacionales, pero éstos estaban inmersos en la misma tempestad por lo que no pudieron acudir en su ayuda.

El problema es que el sistema financiero islandés estaba tan alejado de la economía real que la falta de liquidez ha afectado al país de un forma mucho más severa que al resto de economías. Ello ha provocado que los tipos de interés se disparen a los dos dígitos, que la Corona (moneda nacional) se devalúe hasta niveles que no se recordaban, y que el país esté sumergido en el caos más absoluto (la última noticia ha sido la dimisión en bloque del Gobierno).

Es complejo predecir como va a terminar Islandia como país, pero la situación no es para nada agradable. No hay liquidez en el sistema financiero, las empresas se ven condenadas al cierre, los trabajadores se quedan sin empleo, no hay consumo, y el ciclo vuelve a comenzar.

En definitiva, Islandia se ha mostrado como un ejemplo más de que la falta de regulación de los mercados coreada por los voceros del Neoliberalismo Económico genera una mera ilusión de crecimiento económico, que se desvanece tan pronto como llegan las primeras nubes.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.