Sociopolítica

Adolf Hitler

Benito Mussolini y Adolf Hitler – Adolf Hitler entrando a Paris

Dr. Belisario Rodríguez Garibaldo

Abogado, Sociólogo, Periodista, Analista Político, Profesor y Escritor

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“O el enemigo pasa por encima de nuestros cadáveres,

o nosotros pasamos por encima de los cadáveres de nuestros enemigos.”

– Adolf Hitler, Munich, 1934.

Adolf Hitler era hijo de un exitoso funcionario de aduanas austriaco de nombre Alois Hitler (quien murió anciano de apoplejía) y Klara Pölzl (que era 23 años menor que Alois, y falleció también mayor por causa del cáncer). Adolfo Hitler nació en Braunau, Austria, el 20 de Abril de 1889. Sorprende que el máximo líder de la Alemania Nazi fuera en realidad austriaco, naturalizado alemán.

Adolfo Hitler se instalo en Viena, Austria en 1907, lleno de apatía y sin mucho que hacer, lo único que le traía gran regocijo era la música del gran compositor alemán Richard Wagner, la cual según Hitler, era la música del nacionalismo alemán por excelencia. Se dice que en Viena era rechazado en sus intentos por entrar en la Academia de Bellas Artes de la Universidad de Viena para poder dedicarse a la Pintura. Tal vez estos fracasos fueron desarrollando un complejo en contra de la sociedad austriaca de diversidad cultural y racial que se vivía en Viena, la cuál no le parecía atractiva a Hitler. Fue en ésta época cuando se desarrolló su sentimiento nacionalista alemán y el antisemitismo. Al parecer, Adolfo Hitler sentía una admiración verdadera por la orgullosa nación alemana y en el lado opuesto no se sentía atraído por su patria natal, a la cual consideraba débil así como a su ejército, propio de un país en decadencia.
Posteriormente Adolfo Hitler se radicaría en Munich, Baviera (Alemania), donde trabajo de diversos medios (obrero, pintor, etc), hasta que al estallar la Primera Guerra Mundial se enroló en el ejército Alemán, donde debido al valor y audacia demostrados fue ascendido a cabo, demostrando ser un soldado extremadamente valiente y con sumo afán de lucha, que se ofrecía a realizar misiones peligrosas, al grado que llegó a ganarse la Cruz de Hierro, máxima condecoración militar de Alemania.

Adolf Hitler, al regresar de la Primera Guerra Mundial con la medalla de la Cruz de Hierro por heroísmo, se encuentra en una Alemania dividida y sometida por las potencias extranjeras vencedoras de la contienda militar (Francia, Gran Bretaña, Rusia y EE.UU.), y es enviado secretamente por el ejercito en misión espía de seguridad para infiltrarse en el Partido Nacional Obrero Alemán, que era una formación política obrera pero de carácter nacionalista de derechas, a diferencia de los socialdemócratas y los comunistas que eran de izquierdas.

El Partido Nacional Obrero Alemán (después denominado Partido Nacional Socialista Obrero Alemán) fue fundado por el intelectual y obrero Anton Drexler en una CERVECERIA (Ludendorff) de Munich, Alemania. El Partido se declaraba nacionalista, antisemita, anticomunista, antisocialista, antiliberal, antidemócrata, antipacifista y anticapitalista, aunque este último componente revolucionario de carácter social quedaría pronto en el olvido.

Adolf Hitler se hizo con el liderazgo máximo de esta formación política, reconstituyó el partido Nazi expulsando a los posibles rivales y también se rodeó de un grupo de colaboradores fieles como Goering, Hess, Himmler, Rhom y Goebbels. La profunda crisis económica desatada por la depresión económica mundial de 1929, y las dificultades políticas de la recién inaugurada República de Weimar (Alemania), le proporcionaron una audiencia creciente entre los desocupados, trabajadores y descontentos dispuestos a escuchar su propaganda política, envuelta en una parafernalia de desfiles, banderas, himnos y uniformes de sus simpatizantes.

El Coronel Ernest Rhom (por mandato de Adolf Hitler) inicio, por medio de los veteranos de la guerra, la constitución de un conjunto de grupos paramilitares denominados “Divisiones Patrióticas de Combate” ó “Secciones de Asalto” (SA) del Partido Nazi, que serán dirigidos por el Coronel Ernest Rhom, preparando así el famoso Golpe de Estado (pütsh) contra la nueva Republica (Weimar), tomando el control de la ciudad de Munich e intentando avanzar sobre la capital de Berlín, para así poder derrocar al gobierno republicano (integrado por socialdemócratas, comunistas y liberales).

El 8 de Noviembre de 1923 seria este intento de Golpe de Estado, con Adolfo Hitler a la cabeza, en medio de una reunión de las personalidades políticas más distinguidas de Alemania. En medio de la reunión, Hitler entro junto a Goering y 25 miembros del partido debidamente armados, se paró en una silla disparo al aire y caminó hacia la tarima de oradores y dijo: “¡Señores, la Revolución Nacional ha comenzado! ¡Esta sala se halla tomada por seiscientos hombres armados! El gobierno de Baviera y el del Reich han sido abolidos y acaba de formarse un gobierno nacional provisional. Los cuarteles del ejército y la policía han sido ocupados, tropas y policías marchan hacia la ciudad con el emblema de la svástica del Partido Nazi”.

Sin embargo el Golpe fue aplastado por el Ejercito oficial de la Republica. Adolf Hitler es apresado y enjuiciado, pero en el juicio plantea un discurso de carácter nacionalista de alegatos que genera un gran eco en todo el país, y desde la cárcel escribe sus memorias, “Mi Lucha”, una especie de autobiografía donde también explica abiertamente sus ideales nacionalistas, además del clásico discurso inquisidor contra los judíos, liberales y comunistas, así como a la divinización de la raza aria en una Alemania para los alemanes, de forma tal que este libro se convierte en un éxito editorial en Alemania.

En el juicio será condenado a 5 años, de los cuales solo cumplirá unos 8 meses en una cómoda celda con acceso a un secretario privado (Rudolf Hess), y al salir de la cárcel inicio una gira de campaña presidencial por toda Alemania con gran apoyo de multitudes, contando también con el apoyo de la aristocracia, la burguesía industrial-financiera, sectores obreros, las clases medias y militares veteranos de la primera guerra mundial. Es así que combinando hábilmente la lucha política legal con el uso de la violencia en las calles, los nacional-socialistas (nazis) fueron ganando un significativo peso electoral.

Cuando el Partido Nazi logra la mayoría parlamentaria, el presidente Hindenburg nombra a Adolf Hitler en el cargo de Canciller (primer ministro o jefe de gobierno), y al asumir el poder político Adolf Hitler declara el Estado de Excepción, suspendiendo las garantías fundamentales, persigue a sus enemigos políticos e inicia un profundo rearme militar del Ejercito Nacional Alemán, además de la instauración del servicio militar obligatorio, impulsa un amplio proceso de industrialización mediante el sistema corporativista, lo cual revitalizo la economía, redujo el desempleo prácticamente y superó la depresión económica del país. Desde la Cancillería, Adolf Hitler destruyó el régimen democrático y constitucional, sustituyéndole por una dictadura militar de partido único basada en su poder personal, inaugurando el Tercer Reich (Tercer Imperio), creando así un régimen totalitario basado en el nacionalismo alemán y en su liderazgo cuasi mesiánico.

Tras la muerte del presidente Hindenburg, Adolf Hitler fusiona el cargo de presidente y canciller, siendo al mismo tiempo Jefe de Estado y de Gobierno, además de Führer (Caudillo) de Alemania, a la vez que se hizo prestar juramento de lealtad por el Ejército Nacional Alemán. La sangrienta represión contra los disidentes y opositores políticos culminó además con una purga interna de las propias filas nazis durante la “Noche de los Cuchillos Largos” (1934) y la instauración de un control policial total de la sociedad por la Policía Secreta (GESTAPO), mientras que la persecución contra los judíos, iniciada con las racistas Leyes de Nüremberg (1935) y con la masacre de establecimientos, casas y sinagogas judías durante la llamada “Noche de los Cristales Rotos” (1938), culmina con el exterminio sistemático de los judíos europeos a partir de 1939 (Holocausto), mediante la instauración de la denominada “Solución Final del Problema Judío”, llevada a cabo por las temibles SS (Unidad Elite Militar) mediante los campos de concentración, las ejecuciones en las cámaras de gas y los crematorios para los restos mortales de los judíos.

La Política Internacional de Adolf Hitler fue la clave de su prometida reconstitución de Alemania, alineándose con la dictadura fascista italiana de Benito Mussolini, intervino en auxilio del General Francisco Franco durante la Guerra Civil Española, y completó su alianza con la incorporación del Imperio de Japón hasta formar el Eje Berlín-Roma-Tokyo. Apoyándose en un ideal pangermanista, reclamó la unión de todos los territorios de habla alemana, retirándose de la Sociedad de Naciones (antecedente de la ONU) y rechazando sus métodos de arbitraje pacífico.

Se inicia así la Segunda Guerra Mundial, con guerras rápidas de invasión: anexa Austria (verdadera patria natal de Hitler), invade Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Rumania, Bulgaria, Yugoslavia, Dinamarca, Noruega, Finlandia, Holanda, Bélgica, Luxemburgo y finalmente Francia, con la única oposición militar del Reino Unido, y con la alianza conquistadora de Italia en el mediterráneo y norte de África. Si no hubiera atacado a la Unión Soviética (quien realmente detuvo a Alemania militarmente en el Frente Ruso) y además que su aliado Japón no hubiera entrado en conflicto con Estado Unidos por el control de los territorios insulares del Océano Pacifico (obligando a USA a participar en la Guerra y creando después al segundo Frente Anglo-Americano en Europa con el desembarco en Normandía el 6 de junio de 1944), tal vez Alemania hubiera alcanzado a ganar la Segunda Guerra Mundial y hoy el mundo seria dominado por un Orden Mundial Geopolítico Alemán Fascista, siendo muy probable que en Panamá se hubiera impuesto de presidente al rosacruz del Dr. Arnulfo Arias Madrid, quien era su hombre en Panamá.

Ante el avance Ruso y Anglo-Americano, Adolf Hitler se esconde en su bunker de Berlín junto a su perro Blondi, sus mas fieles seguidores políticos y estrategas militares, además de su amante Eva Braun, la mujer que lo seguiría hasta el final con fe ciega y amor incondicional. Derrotado y traicionado por la casi totalidad de sus colaboradores y por el Estado Mayor Militar, Adolfo Hitler se encuentra en su bunker en espera del final de la guerra. Ahí dentro se casa con Eva Braun y al siguiente día, ambos toman una cápsula de cianuro y Adolf Hitler se dispara un tiro en la cabeza, y por razón de su póstuma estricta orden sus cuerpos serán quemados para que no puedan reconocerse por los Aliados, el día 30 de Abril de 1945. Al final son los rusos quienes llegan al bunker de Berlín, y tras una larga batalla terminaran venciendo a la resistencia alemana del bunker (SS), e izando los rusos a la bandera roja de la hoz y el martillo sobre el bunker de Berlín, como símbolo de triunfo del comunismo frente al fascismo.

Es así como terminó el sueño del Tercer Reich de los “mil años” que Hitler prometió al mundo, un sueño de grandeza de construcción de grandes ciudades monumentales de arquitectura futurista en una predominante Europa Cristiana, con una total prioridad del arte y la cultura clásica, así como de la ciencias y tecnologías alemanas, en que una raza superior dominaría a la tierra, librándola de las razas inferiores y diferentes. Arrastró al mundo entero al mayor conflicto bélico que ha vivido la humanidad, cobrando más de 50 millones de muertos, dejando el ejemplo de la violencia y la intolerancia como medio de llegar al poder sin escrúpulos de ninguna clase, sin que nadie se le pudiera oponer en realidad. El genocidio al que sometió a los Judíos, mediante 6 millones de muertos en el exterminio sistemático del Holocausto, será siempre recordado como la época mas sangrienta de la especie humana.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.