Economía

El tempo de una crisis (Zapatero quiere incrementar el ritmo de implementación de sus medidas)

Y no digo tiempo, sino tempo, porque este artículo versa sobre lo segundo y no sobre lo primero, no sobre la cuarta dimensión y sí sobre el ritmo de una acción, concreta, real, una implementación de medidas, más o menos acertada, la cuál se regía por un tempo y ahora lo hace por otro, o al menos eso nos cuentan.

Zapatero exige, ahora, una mayor celeridad a la hora de poner en marcha las medidas por su gobierno aprobadas, lo cuál arroja una doble reflexión, a cada cuál más mefistofélica.

La primera, la simple, la masculina, es la que nos obliga a gritar aquello de ¡ahora!, reclamando una explicación, que nunca recibiremos, de porqué no se aceleró antes, cuando las causas eran causas y no consecuencias, porque las causas se pueden solucionar mientras que las consecuencias sólo sufrir o disfrutar, lo primero en este caso.

La segunda, la compleja, la femenina, es la que nos hace mirar hacia atrás, repasar el almanaque de regidores ministeriales y concluir, sin temor, que si ahora se pide celeridad es porque antes, cuando los otros estaban, las medidas no se ejecutaban con toda la celeridad que la situación requería.

Mi carácter complejo e imprevisible me lleva, inexorablemente, a la segunda reflexión y a lamentar que, en un intento de mejorar la imagen de su gobierno, Zapatero no haya dudado en señalar, indirectamente, sí, pero señalar al fin y al cabo, a los Ministros que ha cesado por dejación en sus funciones o lentitud en sus tiempos, que no tempos, de reacción.

En cualquier caso, y mirando al futuro, que el pasado no se puede cambiar, no nos queda más que conceder un margen de confianza al nuevo Consejo de Ministros, los tradicionales 100 días, que ahora se han transformado en 100 horas, antes de empezar a valorar su gestión, su tempo, que, en el fondo, parece ser lo más importante.

Sin embargo, no podemos olvidar, y yo no olvido, que el tempo es un aspecto secundario, porque de nada sirve acertar con el momento si el contenido que provocó la acción es puramente retórico y carente de sentido económico, por lo que es bueno atender al tempo, pero esencial argumentar un contenido coherente y adecuado.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.