Economía

Uno para todos pero, ¿todos para uno?

estructura-1En el siglo XIX, el brillante escritor francés Alexandre Dumas escribió el libro Los Tres Mosqueteros. ¿Quién no recuerda la célebre frase de este libro “Uno para todos y todos para uno”? 

Ante todo, está aceptado por todos que la unión hace la fuerza. ¿En cuántas ocasiones hemos visto como han triunfado movimientos nefastos para la humanidad simplemente por que había una potente organización que potenciaba la unidad y que consiguió llegar a las masas populares de una forma u otra? También los ha habido buenos.

Pero trasladando esto al terreno laboral, el concepto no difiere. Es igual de importante y hay que tenerlo en cuenta. La empresa tiene que contar con sus trabajadores y sus trabajadores con ella para que todo funcione adecuadamente. Tienen que caminar de la mano unidos en todo momento, en lo bueno y lo malo, o como se dice en las bodas, en la salud y en la enfermedad.

Una empresa es un “matrimonio” de varias personas. A veces, el grupo es muy grande, pero no tiene que ser un problema. La empresa debe tener claros los objetivos y todos sus componentes trabajar en el bien común: el éxito de la empresa. Algunas se van “a pique” por descuidar la convivencia poco a poco. La convivencia es complicada aunque necesaria que sea buena para que todo fluya por el cauce correcto.

Hay momentos, en los que el matrimonio tiene un lado oscuro, unos “cuernos” donde una parte se intenta beneficiar de la otra para su propio interés. Aquellos que van por libre, habrá que identificarlos y deshacerse rápidamente de ellos. No son buenos para la empresa ni para sus compañeros.

El desarrollo profesional de cada uno, tampoco ha de suponer un perjuicio para el resto de compañeros. Está bien que se busque la mejora, pero no en beneficio propio.

En el momento que una de las dos partes exige más a la otra y le da menos que la contraria comienzan los problemas y controversias que hay que cortar de raíz para que vayan a mayores.

Los intereses de cada parte son distintos, sin embargo, esto no quita para aunar posturas. Se ha de recordar que ambas partes saldrán beneficiadas cuando la compañía obtenga unos mejores resultados.

Las empresas exigen a sus trabajadores dar lo máximo en sus puestos de trabajo siendo productivos al 100% y haciendo sus tareas a la perfección. Siempre y cuando la misma les recompense adecuadamente por ese trabajo realizado. Hay que ser flexibles y adaptarnos unos a otros. No se puede pretender abusar de la otra parte porque al final, se pagan las consecuencias.

En muchas ocasiones, las empresas dicen contar con sus trabajadores pero luego, a la hora de la verdad, no lo demuestran. En algunas ocasiones la razón es que no perciban parte de los beneficios recaudados en los ejercicios buenos mediante la inversión en políticas de personal acordes a sus peticiones. Pero el camino no es fácil. Los años buenos tienen que ser años en los que se “siembre” para los años malos y así asegurar el compromiso y flexibilidad cuando se necesite aún más.

En los pasados meses, cuando todo iba “bien”, muchas organizaciones han exigido a sus empleados sacrificios y compromiso para producir más y generar más beneficios. Pero la situación ha cambiado con la crisis. Es época de apretarse el cinturón. Pero las compañías optan por lo fácil que es hacer el correspondiente expediente de regulación de empleo para echar a gran parte de la plantilla a la calle sin buscar otras alternativas menos traumáticas. En muchas ocasiones, la situación es fundamental para permitir que la empresa siga adelante. Pero en otras, se percibe como una forma de “limpieza” de personal.

Toda empresa debería disponer de un sistema organizativo que le tuviese preparada para “las vacas flacas”. Igualmente los trabajadores han de comprometerse y responsabilizar de su trabajo. La función del trabajador no termina con hacer el trabajo y punto. Esta es una postura muy cómoda. Hay que hacerlo, pero hacerlo bien. Los tiempos en los que vivimos no destacarán por la profesionalidad de los trabajadores.

Sin querer insultar a nadie, hay ciertos sectores que simplemente se cubren con personas sin formación que no exigen un gran salario. Sobretodo, el sector de la hostelería está cubierto por inmigrantes o estudiantes (los menos) que no tienen experiencia ni formación. Simplemente “se sacan unas pelas” ahora euros. La atención al cliente es ínfima en la mayor parte de los bares.

Para muchos, la profesión de barista no tiene significado. La gente cada vez es menos profesional omitiendo asumir responsabilidades sobre lo que hacen. Si no es un profesional y solo va a por el dinero, ¿cómo va a hacer lo mejor para la empresa? ¿Esperará a que le obliguen a ofrecer un producto para ofrecerlo a los clientes? ¿Tendrá iniciativa o se limitará a esperar a que le pidan las bebidas y comidas?

La empresa y los trabajadores son un equipo que se necesita el uno al otro para sobrevivir. La confianza tiene que ser mutua y estar dispuesto a hacer por los demás lo mismo que ellos hacen por uno.

Para una mayor comprensión, hay que ponerse en el lugar de la otra parte. Siempre hay que intentar implantar políticas y alcanzar acuerdos que beneficien por igual a ambas partes. Hay que ser coherentes. Antes de proceder a “despotricar” de la otra parte, habrá que pararse a analizar por que actúan así y si realmente tienen un verdadero motivo para hacerlo.

Por lo tanto, cada parte debéis poner voluntad porque las cosas funcionen correctamente. Será necesario ayudarse en los momentos buenos y malos y estar ahí para todo independientemente de quien sea la parte de que os necesite.

Tanto las empresas como los trabajadores tienen que ahondar en el verdadero significado de la frase “Uno para todos y todos para uno”. Las cosas son muy fáciles de decir y muy complicadas de demostrar porque nosotros mismos queremos que sean así.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.