Economía

Diálogo interno XX (De déficit, ecologismo y pérdida de valores)

Yo: Este es el último verano que pasamos en Madrid, ¡qué calor!
Superyo: Ya te digo, o eso o pones aire acondicionado en casa.
Yo: Sí, a partir de ahora empezaremos a ahorrar para el año que viene, para poder instalar aire acondicionado, aunque luego hay que valorar los inconvenientes.
Superyo: ¿Qué inconvenientes?
Yo: Imagínate el gasto en electricidad, ¿cómo pagaremos esa factura?, o el gasto ecológico, ¿quién pagará esa factura?
Superyo: Las próximas generaciones, supongo.
Yo: Sí, pero los pobres ya tienen demasiado, no sé si podrán hacer frente a tantas facturas.
Superyo: ¿Te refieres al déficit del que hablabas ayer?
Yo: Entre otras cosas, al déficit, al desastre ecológico, al calentamiento global, y, por supuesto y más grave que todo ello, a la pérdida de valores morales de nuestra sociedad.
Superyo: ¿A qué valores te refieres?
Yo: A la pérdida de aceptación del esfuerzo como una valor. Hoy en día los jóvenes, ¡qué mayor sueno al decir los jóvenes!, ya no valoran positivamente el esfuerzo, es más, lo ven como algo negativo, como algo de gente poco lista, prefieren otros valores.
Superyo: ¿Cómo cuáles?
Yo: Como el éxito. Hoy en día sólo se valora el éxito, a cualquier precio y sin medir las consecuencias o los daños colaterales.
Superyo: Pero el éxito no es malo.
Yo: Sí pero el éxito debe de ser un premio al trabajo bien hecho, no un objetivo por sí mismo, debe de ser consecuencia del esfuerzo previo no la meta a alcanzar, y los jóvenes de hoy en día lo tienen como único objetivo en la vida.
Superyo: ¿Y quién tiene la culpa de este deterioro en los valores?
Yo: Supongo que no será culpa de nadie en particular, pero que todos seremos responsables. La televisión, sin duda, ha hecho mucho daño. El éxito inmediato de seres mediocres, el salto a la fama sin ningún requisito previo, sin ninguna habilidad especial, o precisamente con la única habilidad de la mediocridad ha provocado un efecto llamada, por decirlo de alguna forma.
Superyo: Sin duda.
Yo: Pero también es culpa de los padres. Obsesionados porque sus hijos no pasaran las mismas calamidades que ellos, les ofrecieron todo, cualquier capricho, nada era suficiente, todo valía para compensar el poco tiempo que pasaban con ellos, y les educaron para que triunfaran, no para que se esforzaran.
Superyo: Te doy la razón.
Yo: Porque la tengo.
Superyo: No, porque todo el mundo tiene razón hasta que no se demuestre lo contrario, y todavía no he demostrado que no la tengas.
Yo: Me vale.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.