Sociopolítica

Libertad con ira

La mía, porque todo está prohibido. Control, control, control: ésa es la consigna de quienes aseguran que vivimos en un régimen de libertades. No importa que estén en el gobierno o en la oposición. Tan liberticidas son los de Ferraz como los de Génova (con una sola excepción: la del Kilómetro Cero, en el que podría y debería refundarse el PP). Pronto nos pondrán un polvómetro en la ingle: multa a quien eche más de uno a la semana, preferiblemente en sábado y con bombilla de bajo consumo o la luz apagada. Son como mamás, como maestrillos con la palmeta en ristre, como curas de sermón e hisopazo. No beban, no vayan de putas, no se droguen, no cometan adulterio, no corran, pónganse el cinturón de seguridad (y, de paso, el de castidad), bombardeen los chiringuitos de la costa, no se saluden con ósculos en las mejillas ni dándose la mano, no vendan periquitos en las Ramblas, no corten margaritas para saber si les van a dar el sí, no exclamen -como en el chiste- ¡hostias, que es una avispa!, acaricien a las víboras, que son especie protegida, cuando se disponen a morder a alguien… A tales extremos de ridiculez están llegando los progres y los regres. ¿Estado policial? ¡Pues claro que sí! ¡Váyanse ustedes, señorías, al carajo, con perdón (y con condón, para que no me multen)! No salven mi alma ni cuiden de mi cuerpo. No me digan lo que debo hacer, porque soy mayorcito y ya me lo dicen el sentido común y la conciencia. Espíense entre ustedes cuanto gusten y utilicen o no la fiscalía y las instituciones para fastidiar al adversario. A mí, de todo eso, plin. Los partidos políticos son clubes privados. Lo que hagan en el ojo de la cerradura de sus corralas no es asunto mío, pero sí lo es que me acorralen en la mía. ¿Partidos, dije? ¡Partida, más bien, de cínicos que se llaman a escándalo por un quítame allá de teléfonos intervenidos mientras a los de a pie nos ponen cámaras de vídeo hasta en el ojo del culo! En Soria, para pescar cangrejos, hay que retratarse en taquilla, sacar una licencia y, encima, poner una copia plastificada del carnet de identidad en cada retel. No es coña. Se la comerán los crustáceos y morirán, los pobres, de oclusión intestinal. Tentado estoy de denunciar a las autoridades por ecocidio. La libertad no es abstracta, sino concreta y se escribe con letra menuda, día a día, hecho a hecho, paso a paso. ¿Vivíamos mejor con y contra Franco? Sí, porque éramos más libres. Dicho queda. Yo sigo siéndolo y acabo de demostrarlo.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.