Sociopolítica

Grandes praderas de Manitú (I)

En América se llevó a cabo uno de los mayores genocidios de la humanidad, sólo comparable a la trata de esclavos. Europeos cristianos arrasaron con ricos pueblos y tradiciones para evangelizar y civilizar a aquellos ‘salvajes’.

“Habéis visto el nuevo país que os traigo. La tierra se enrollará como una manta con todas las invenciones maléficas del hombre blanco: las cercas y las vías del tren, las minas y los postes telegráficos; y debajo estará nuestra tierra india con nuestros antepasados devueltos a la vida”. Entonces, el hombre sagrado les enseñó una danza nueva y un canto nuevo. Ahora, bailemos esta Danza del Espíritu por todas partes, para enrollar la tierra y hacer que regresen los muertos.

En esta tradición sioux se encierra el drama que concluiría en la masacre de Rodilla Herida, en 1890. En torno a 1879, el chamán Tavibo, de los paiutes de Nevada, profetizó un cataclismo, la resurrección de los antepasados y unas “tierras nuevas con pastos nuevos, búfalos y alces que remplazaran a la tierra vieja y gastada, profanada por el hombre blanco”.

Hacia 1888, el chamán Wovoka reavivó estas enseñanzas; predicó un estricto código ético y la paz con todos, y enseñaba una danza circular arrastrando los pies, en el sentido de las agujas del reloj, aprendida en una visión y que se propagó entre todos los pueblos indios que, desde antiguo, practicaban la Danza del Sol. Pero el gran pueblo sioux, con los dakota, crow, omaha, ponca, creyeron que había llegado la hora de la venganza contra quienes les habían obligado a abandonar los bosques y el cultivo del maíz antes de ser encerrados en las reservas por la codicia del hombre blanco que esquilmó las manadas de búfalos disparándoles desde los trenes, sin tener hambre.

El mayor genocidio de la humanidad, sólo comparable a la trata de esclavos, se realizó en América por europeos cristianos investidos de la misión de evangelizar y civilizar a aquellos “salvajes”, ignorando sus tradiciones seculares. La expropiación de sus tierras, el concepto de “propiedad privada” que jamás comprendieron, pues “la tierra no pertenece al hombre sino que le hombre pertenece a la tierra”, trastornó la sociedad india. Los confinaron en reservas, alcoholizándolos e introduciéndolos en drogas que jamás habían utilizado sino en ceremonias rituales dirigidas por hombres santos.

Hasta los pacíficos indios hopi, que se consideran los habitantes originales de América, lloran la plaga de los blancos. Danzan con máscaras que representan a los kachinas, espíritus de los antepasados, para acelerar la liberación de todos los indios Pueblo.

También los navajos, el pueblo más numeroso, padecieron la masacre dirigida por Kit Carson, después de haberlos encarcelado como animales, reducido sus tierras y sacrificado sus rebaños de ovejas. La cosmología de los navajos es una de las más ricas, así como la de los iroqueses. La religión es para mantener la vida en espera de ir a cazar en las praderas sin fin que Manitú guarda para sus pueblos. Desde el siglo XIX, los navajos son grandes consumidores de peyote para favorecer el renacimiento religioso sin el esfuerzo de las ceremonias tradicionales y la búsqueda de la visión.

La familia lingüística algonquina, que incluye arapajoe, pies negros, cheyenne, delaware y ojibwa, participan del concepto religioso clave de manitú, lo misterioso, lo sobrenatural. Creen en un Dios supremo, Kitshi Manitú, que es columna del universo. (Bajo él están el Sol y la Luna, la Madre Tierra y los señores de los animales, La Gran Liebre es el culto a un héroe, creador y benigno; su gemelo el Lobo, representa a las fuerzas más oscuras.)

Los indios Pueblo, (que habitan Arizona y Nuevo México), son pacíficos cultivadores del maíz que, en 1680, fueron aplastados por los españoles en nombre de la civilización y del dios de paz que les llevaban. Tienen un complejo ritual y hermosas tradiciones relacionadas con la agricultura, la fijación exacta de los solsticios y las dramáticas danzas con máscaras de los antepasados para representar la primavera y el invierno.

J. C. Gª Fajardo

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.