Sociopolítica

Cuento de una Navidad venezolana…

A los 19.700 asesinados en el 2009 en la Venezuela del siglo XXI

En el pasillo con luz blanca, fría y china, paredes que en sus momentos de euforia fueron blancas, hoy venden un impávido gris, el aire es grueso, espeso, con olor agrio y penetrante, como desinfectante, pero no. El piso hacia años que no conocía el agua, a no ser por el certero gargajo de alguno de los que muy rápido circulaban por ahí. Allí te llevan a rastras. Así llevaban a cualquiera que llegara ahí, era la costumbre.

Fue un día de esos que tú no decides y desde el comienzo ves que el mundo es de otro, que pareciera que el sol solo sale para algunos. Que cuando te ves en el espejo casi ni te reconoces y no sabes si sonreírte o presentarte como a un desconocido.

Asumes que afuera llueve, por lo húmedo. Pero en realidad no sabes donde estas, ¿como saberlo?, ¿adentro o afuera? ¿De donde? Y calor, también hacia calor, era un tortuoso camino pero no era largo.

En cierto momento sientes que pronuncian tu nombre y volteas, pero no hay nadie ni nada, solo una pared que algún día fue blanca y hoy no.

¿Que esta pasando? Piensas y después continúas en argumento contigo mismo tratando de recorrer los pasos andados, “pero si yo salí de mi casa”, “claro y como no salir si el día era un espectáculo con ese sol brillando como solo brilla en mi país, el cielo azul como azul es el mar”, “caramba que cursi me puse, y el aire con ese frío típico de la época”. “Que bella es la ciudad cuando el día esta así”, te comentas y sigues, “además próximo a la parranda, reunión familiar, las hallacas de mamá, regalos, coño, y la rumba”.

Y me decidí, salí en busca de algo que no fue lo que encontré, pero y que puedes hacer, al mal tiempo buena cara, recuerdas es lo que siempre te dice tu madre, preocupada por tus repentinas rabietas cuando ves lo que no te gusta ver y sonríes de arrechera.

Pasó todo el día o eso creía, los que rapidito pasaban no te hacían caso, para que. Y volviste a escuchar un nombre, esta vez no era el tuyo, volteaste y no, no había nadie otra vez, solo el pasillo, pero era mas incomodo, no sabes como, pero el espacio era mas pequeño, como que hubiera alguien mas.

Y si, sientes algo a un lado de ti, pero más nada. Tratas de hacer contacto y nadie te responde. Otra vez, silencio y tus pensamientos más profundos.

“Antes de salir, la ultima revisadita en el espejo, llaves, cartera, real, colonia y “pana hoy es tu día” las palabras que te dices todos los días antes de salir a la calle, para darte ánimos y “pa’lante es pa’lla”.

Y entonces que pasa, por que nadie responde, ¿donde estoy?, coño solo esa luz, a mi esa luz china no me gusta, es muy blanca, muy fría, muy impersonal, porque no se habrá puesto de moda la que es amarillita como los chinos mismos, no la blanca, parece de hospital. Uy, bicho. Y esa pintura vieja y de aceite, no es lo mejor para la salud.

Otro nombre que no es el tuyo, se escucha, ¿pero a quien? y entonces el espacio es más pequeño, “¿qué es lo que pasa? donde estoy, epa… ¿hay alguien aquí?, y no, como que no, nadie contesta, pero hace mas calor y el olor, foo caraj, alguien se está pudriendo, como que comieron diablito pero cagaron demonios”, jajaj eso me pareció siempre tan gracioso, pero como que ahora no. “Qué asco deberían bañarse”.

El espacio cada vez más pequeño, “pero, se creen que somos sardinas en lata”, y la luz más fría, “coño que luz tan chimba” y las paredes más grises y otro nombre y otro y otro.

Era la lista a la entrada de la morgue.

Y en el noticiero del canal revolucionario, el ministro de rojo encendido, minimizaba el hecho explicando que esa cifra era de menos del 1% de la población nacional…

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.