Sociopolítica

La pell de brau

Un país es gente agrupada alrededor de símbolos. Lo de prohibir los toros en una región de España que juega a ser nación, y no seré yo -apátrida porque así lo he decidido- quien les niegue ese derecho, no es anécdota, sino categoría. Quizá exagere, pero no miento, si digo que el resultado de la votación celebrada el viernes en la Generalidad de Barcelona es el suceso de mayor trascendencia histórica (y geográfica) de cuantos han acaecido en aquesta pobre, triste i assortada patria -la definición es de Espriú, ínclito poeta catalán y autor de La pell de brau (La piel de toro)- desde la muerte del Caudillo. Dicen los italianos que los espaguetis son la unidad de Italia. Quizá, como yo, exageren, pero verdad es que, salvo el idioma, poco más tienen en común los sicilianos, los romanos y los milaneses. Por parecidas razones cabría decir que la unidad de España es (o era) el culto al toro. ¿Hay excepciones a esa regla? Pues sí… La de las Islas Canarias, por ejemplo, que españolas son, pero que nunca, por su origen, fueron ibéricas. Corrida viene de correr el toro, ya se haga eso dentro o fuera de una plaza, y correr el toro es algo que hacían los habitantes de aquesta patria, de costa a costa, de norte a sur, de tribu en tribu, de región en región, cuando los fenicios, los griegos, los romanos, los visigodos y los bereberes se dejaron caer por aquí. De ello dan minuciosa cuenta los geógrafos e historiadores del mundo antiguo. ¿Qué quedaría de Italia si su gobierno prohibiese la pasta asciutta? Pues lo mismo, más o menos, que quedaría de España si los andaluces, los madrileños, y los vascones -por poner tres ejemplos que cabría a elevar a diecisiete (o a quince, si excluimos las regiones ultramarinas sin tradición taurófila)- renunciaran, por trágala liberticida de sus representantes en los gobiernos autonómicos, a ese elemento de cohesión, rasgo de identidad común y factor de diversidad en el confuso magma europeo que son los toros. Cataluña dio el viernes un primer paso en esa dirección. Si ese abuso de la democracia prospera, ¡adéu, amigos! El parricidio se habrá consumado y los secesionistas se habrán salido con la suya. ¿Deberían pronunciarse al respecto las Cortes, la Moncloa y el Tribunal Constitucional? Supongo, aunque poco sé de tales cosas, que sí, pero me malicio que no lo harán. Lo suyo es oficiar de dontancredos. Acabará pillándolos el toro, pero allá se las apañen. A mí, como soy apátrida, de todo eso, plin.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.