Sociopolítica

El arte de perdonar

El perdón

                El perdón es un acto humano mediante el cual una persona se reconcilia consigo misma en algunas ocasiones o también con otra. El perdón está unido con el arrepentimiento, es decir, con la conciencia de haber realizado una acción incorrecta. La aceptación del error es el punto de partida para empezar de cero y poder mejorar. Desde el momento que una persona consigue perdonar determinado hecho ya se aleja del resentimiento propio del rencor que genera no olvidar. Aquel que se deja llevar por el resentimiento queda anclado en el pasado puesto que el objetivo de este sentimiento es mantener vivo en el presente el acontecimiento negativo del ayer. Este sentimiento perjudica en primera instancia a aquel que lo padece y no tanto a la persona sobre quien recae. Perjudica a aquel que lo padece porque le impide avanzar sin ataduras negativas. Cuando sentimos resentimiento hacia una persona no podemos contemplarle y valorarle en su totalidad con objetividad puesto que hacemos más hincapié en sus defectos que en sus virtudes.

                El perdón aporta una nueva luz en este contexto: la de la comprensión de la imperfección que envuelve a todo ser humano. Por esta razón, el perdón contiene un tipo de amor: quien perdona realiza un acto generoso de comprensión y aceptación de uno mismo o del prójimo. Cuando una persona no se perdona a sí misma arrastra el peso de la culpa que impide el bienestar emocional. Superar dicho sentimiento de culpa favorece la conquista de la felicidad. Por otro lado, en el contexto de las relaciones interpersonales, el perdón favorece el renacer de la relación.

La ira

                En el epígrafe anterior hablamos del resentimiento, pues bien, en este apartado hablaremos de la ira que es aquel sentimiento que nace en la persona cuando padece un mal que considera injusto. Por tanto, la ira es un tipo de tristeza que surge en el sujeto al padecer un daño que ahora desea devolver a aquel que lo causó para restablecer el equilibrio en la relación. Por tanto, la ira surge de forma natural, sin embargo, pretender devolver el daño no ayuda a construir sino a destruir la confianza mutua. Por esta razón, la ira no es un sentimiento moralmente malo en sí mismo, sin embargo, sí es criticable aquello que realice la persona como consecuencia de dicha cólera.

                El sentimiento de la ira es un tanto incendiario, es decir, tiene una fuerza muy virulenta en su nacimiento, por esta razón, conviene dar tiempo haciendo uso de la razón para que el sentimiento se calme. El paso de los días y también, la evolución del sentimiento invita a contemplar la realidad desde otra perspectiva diferente.

                En ese instante, debemos aprovechar para hablar de forma asertiva con la persona con la que tuvimos el conflicto para solucionar las cosas mediante el diálogo y la empatía. El perdón como tal requiere de la capacidad del sujeto de ponerse en el lugar del otro para poder comprender sus sentimientos y su forma de percibir la situación.

 La intimidad

                El perdón también está fundado en el núcleo de la intimidad personal porque en la mayoría de las ocasiones nos duelen acciones que proceden de las personas que queremos. Esto es lógico puesto que los conflictos surgen con aquellas personas con las que compartimos más y convivimos durante más tiempo. El conflicto no es negativo puesto que poder superar las diferencias fortalece una relación del tipo que sea ya que nos ayuda a conocer más y mejor a otra persona.

                El amor nos enriquece y completa puesto que el ser humano que es social por naturaleza no puede ser feliz en soledad, sin embargo, ante el amor también nos sentimos vulnerables y frágiles como muestra el proceso de enamoramiento ante el que nace inseguridad por temor a la pérdida del objeto amado.

                En algunas ocasiones, el orgullo nos invita a dejarnos llevar por el rencor y no perdonar determinado acontecimiento, sin embargo, lo cierto es que cuando se quiere de verdad y se valora a otra persona conviene apostar por la vía de la reconciliación haciendo balance de todo lo bueno y positivo que hemos vivido gracias a esa persona.

               

La sinceridad

                El perdón requiere que sea sincero, de lo contrario, el problema seguirá vigente y en el momento más inesperado surgirá un nuevo conflicto. La sinceridad tiene su fundamento en la verdad. Por tanto, todo perdón debe ser verdadero y no meramente aparente. Es imposible olvidar un acontecimiento puesto que todo hombre tiene conocimiento y, por tanto, también memoria. Sin embargo, cuando alguien perdona de verdad hace el propósito sincero de no volver a mirar más ese hecho y apuesta por el futuro de una relación desde la esperanza que genera la reconciliación. La reconciliación posibilita el reencuentro entre dos personas, por tanto, es un acto de amor y también una forma de compartir un pedacito de intimidad y de vida. Cuando alguien pide perdón o perdona se está dando generosamente al otro porque se está mostrando tal y como es.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.