Sociopolítica

De viernes… ¿santo?

por José Miguel Izquierdo Jorge

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Con tiempo para pensar, para leer y en ese ejercicio contrastar opiniones de todo tipo en relación a lo que está pasando en medio mundo causado por las atrocidades cometidas por los mal llamados responsables y mejor nominados guardianes cerriles de un poder al que llevan siglos apoltronados, generación tras generación, me estoy pasando este viernes día 2 de Abril de 2.010.

Se amalgaman en mi cabeza, recuerdos y vivencias pasadas, llenas de contradicciones y de obligaciones con las manos atadas y la boca cerrada. Obligaciones que se cruzan con una disfrutada libertad en el presente pero no en un sentido pleno porque me duelen acontecimientos, palabras, noticias, hechos y cuando hay dolor no sólo propio sino también ajeno, de alguna manera no la disfrutas tanto.

Me duele tanto glamour “procesional” tipo espectáculo, carnaval de semana ¿santa? institucionalizado en este país por la sagrada institución, valga la redundancia, con los mas diversos números a cual de ellos más ridículo, eso sí “lleno” de sentimientos religiosos. Y eso es intocable, aunque cuando termina todo, el costalero de turno o el espectador más acérrimo, al día siguiente siga odiando a su vecino, maltrate a su mujer o esté metido en algún turbio negocio en donde joder al prójimo sea el objetivo a conseguir.

Todavía me causa acidez de estómago el ver a militares (armas incluidas) haciéndole el saludo a los iconos o imágenes.

No me imagino a Jesús de Nazaret, torturado y sufriendo lo indecible en aquel macabro madero y a los soldados romanos saludando y diciéndole: “Ave, maestro”.

Me duele oír y ver tanto odio, cercano y lejano.

Me duelen imágenes como la que adjunto a este escrito.

Me duelen posturas, actitudes que defienden más la norma, la ley, la tradición que la humildad, el perdón y la lucha por los más desfavorecidos, en definitiva, el amor.

Me duelen vergonzosos silencios para ocultar delitos y todo en un ámbito machista. Y esto sí que me duele.

La hipocresía y la falsedad se me presentan como fantasmas ya pasados pero reales.

La mayoría de la gente, una grandísima mayoría, todavía cree y está convencida de que todo el asunto de los abusos a menores en la ICAR (término que no me he inventado sino que lo he copiado) es todo un ataque por parte de una horda de ateos y herejes para desprestigiarla.

Y todo ello, alimentado por los argumentos y prácticas que sus dirigentes esgrimen. Muchas veces he dicho que mi experiencia personal la cuento y nadie se la cree. Porque ya puedes en el ejercicio de tu ministerio hacer cualquier cosa (digo cualquiera) mientras no salga a la luz el escándalo. En este sentido es la mejor empresa del mundo. Aquí no hay despido ni indemnización. Mantiene a toda costa y en su nómina (sobre todo si ha pactado con el gobierno de turno poner una X en la declaración de la renta) a sus empleados, hagan lo que hagan: los cambian de lugar y/o de ocupación u oficio Y p´alante. Eso es lo que les preocupa realmente: El desprestigio y la mala fama.

Ataques satánicos, como anteayer dijo Bernardo, el funcionario episcopal de la ICAR de esta provincia, en otra entrevista que le hizo un periódico local. Y es que como han pasado 50 años de tremendas tropelías, la cuestión es, según se desprende de sus declaraciones, que hay que echarle tierra al asunto.

¡¡ Qué fácil ¡¡. Qué le importan a él y a todos sus colegas, el daño causado a un montón de niños y adolescentes. Qué le importa a este tío, el sufrimiento causado por unas cuantas pirañas. Y encima da sus cifras y todo: el 0,01%. ¿Esto qué es? ¿Una empresa que después de 50 años hace un análisis de sus balances económicos?.  ¡¡ Qué corazón mas frío ¡¡. ¡¡ Qué desprecio al drama de tanta gente ¡¡.

Es intolerable escuchar y leer palabras de este tipo. Es tremendamente complicado y difícil no guardar algún que otro resentimiento cuando has sido una víctima de algún que otro buitre porque lo de los abusos es grave pero también existen otros matices que no llegan a constituir delito pero que en el fondo es como si lo fueran: en nombre de la amistad, también se truncan, se dañan y se desvirtúan sentimientos. En definitiva, vidas.

Intento por todos los medios, año tras año, no cargar con esa mochila, porque entonces la situación se torna a peor. No es fácil perdonar pero hay que hacer el esfuerzo para mantenerse equilibrado. Lo que más duele es que encima te vengan a tocar las narices. Me hace gracia cuando se dice que se está atacando a toda una institución. Realmente la institución es un ente abstracto en el cual (todos ellos) se escudan para hacer lo que les da la gana. Y aquí da igual como se llame. Eso es lo de menos. Aquí lo que hay que denunciar es la gestión y los métodos que inventan y emplean las personas que lo forman. Los medios sí que están justificados con tal de conseguir un fin, axioma que en la teoría bien que lo critican, no así en la práctica.

La conclusión que saco de todo esto es que aunque tenga dolor por muchas cosas, me queda la feliz esperanza de seguir aprendiendo (porque todos los días se aprende, como dice Borges) a amar.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.