Sociopolítica

Microrrelato

Chiloé puede esperar dos o tres días. Confiemos en que no la devaste, como le ha sucedido a Haití, ningún terremoto. Volcanes no faltan por allí, y donde hay volcanes suele haber terremotos. Que el dios Vulcano no los desate.

Esto es sólo un addendum a lo que escribí el otro día…

Hace cosa de tres meses llegó a mis manos, dejado en ellas por las de su autora, a la que ni había visto antes ni he vuelto a ver después, un libro de poemas. Se titula Avenidas del tiempo y ha sido editado por Vitruvio. Izara Batres es el nombre, no sé si real o de guerra, de la persona que lo escribió.

Lo abro ahora -no lo hice entonces- y me topo, en su primera página, con una dedicatoria. Dice así: “Un hombre entra en una cafetería y ve un reloj de pared cuyas agujas se mueven en un sentido contrario al habitual. Alarmado, le dice a la camarera: Disculpe. Ese reloj va al revés. La camarera responde: Se equivoca. Es el mundo el que va al revés”.

Y más abajo: “Para Fernando Sánchez Dragó, que también viaja hacia ese lugar where the weather suits my clothes, esperando que algún día podamos charlar sobre algún que otro sueño.

¿Avenidas del tiempo? Circulo por ellas, a impulsos de ese mensaje, y me voy a Formentera, mes de diciembre del 58, viaje de novios, recién casado yo y la mujer que me acompaña…

A la isla no ha llegado aún la electricidad ni, por supuesto, la plaga del turismo. Estamos solos, como quien dice, en una pensión -La Sabina- cuyas ventanas dan directamente a la arena de la playita de un lago de agua salada. Nos ha llevado hasta allí una chalupa provista de un motor que rateaba y carraspeaba: la del Manolito.

Es, casi, una noche de bodas, pero ya se adivina que el matrimonio no saldrá bien. Una sensación de angustia indefinible agarrota el alma de los recién casados.

Hasta la habitación llega una y otra vez, venida de Dios sabe dónde, la voz de Lucho Gatica… Es una canción de moda: Reloj, no marques las horas.

El recién casado se pregunta hoy (no lo hizo entonces): si no había luz eléctrica en la isla, ¿de dónde diablos salía la música?

Tampoco había entonces, que él recuerde, magnetófonos.

Enigmas.

El mundo, efectivamente, va al revés.

El matrimonio se rompió.

Quedó un hijo.

En mi próxima entrega procuraré llegar a Chiloé.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.