Sociopolítica

La historia del viejo filósofo

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En la eterna búsqueda del sentido que tiene la vida, nuestro viejo filósofo invirtió la mayor parte de su vida reclutado en su estudio, meditando. También viajó este viejo erudito, conoció otros pueblos y otras culturas, conoció a otros viejos filósofos que, bajo distintas pieles, andaban buscando lo mismo.

Este viejo filósofo, pensador inagotable, escritor de cuya pluma salieron a la luz miles de páginas en las que plasmó sus más profundas reflexiones, fue terminando de sucumbir a lo que es una de las pocas verdades que sabe el ser humano con certeza, y es que al final del trayecto, como bien se entiende, hay un final.

Mientras nuestro anciano amigo yacía tumbado en la cama de un hospital, conectado a los sueros, esperando su hora con los ojos apagados, con su conciencia abatida por no haberle sabido encontrar el sentido a la vida, giró éste su cuello y detuvo los últimos alientos de su atención sobre la ventana.

Sobre la repisa, un pequeño gorrión andaba dando pequeños saltos y picoteando pequeños gránulos que ahí estaban esparcidos. El moribundo anciano miró a los ojos del pajarillo, quien le devolvió una mirada que apenas duró una milésima de segundo.

Fue entonces cuando el viejo filósofo, pensador incombustible, cerró los ojos y exhaló el aire que llevaba décadas acumulando en su ser. Por fin había comprendido el sentido de la vida:

“el sentido de la vida es erradicar, desde el primer momento, todo intento de encontrar dicho sentido; pues la vida no tiene sentido, a la vida se le da sentido”

El silencio se adueñó de la habitación y su corazón dejó de latir.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.