Economía

Un país, dos modelos (Una contrarreforma laboral)

Hoy me he despertado conciliador, no me preguntes la razón, debe de ser el viento este del Norte que nos está azotando, o que las vacaciones, para algunos, que no para mí, se están acercando, pero hoy en lugar de criticar a diestro y siniestro voy a proponer, que es criticar en positivo, una medida que podía contentar a propios y a extraños, a sindicatos y empresarios.

La gran reivindicación de los empresarios es el abaratamiento de los costes laborales, por dos vías, por la reducción de las cotizaciones sociales que el empresario debe de realizar para cada trabajador y por la rebaja de la indemnización por despido a los trabajadores.

Por otro lado, el gran temor de los sindicatos es que el trabajador vea una merma en sus derechos (un temor infundado, y aquí se me nota el deje en contra del concepto de sindicato obsoleto que tenemos en este país, pero ¿qué le voy a hacer? ¡La cabra tira al monte!).

Pues bien, si ponemos estos ingredientes en una coctelera y lo meneamos en función de la realidad socioeconómica de nuestro país, puede existir una solución intermedia que pueda contentar a las dos partes contratantes del diálogo social, o al menos ser un punto de partida para continuar con las negociaciones.

Se trata del concepto chino de un país, dos modelos. Se trataría de una extrapolación al mundo empresarial español, abaratando los costes laborales de las pequeñas y medianas empresas y manteniendo los de las grandes corporaciones multinacionales.

La inmensa mayoría de las empresas españolas son PYMES, empresas puestas en pie con esfuerzos individuales y que no buscan la especulación como modelo de gestión, sino que aprecian a su plantilla y sólo despiden en caso de extrema necesidad. Pues bien, el concepto un país, dos modelos, daría a este tipo de empresas cotizaciones más baratas e indemnizaciones por despido más bajas (lo ideal sería eliminarlas, pero me temo que nadie se atreverá a ello), con lo que se incentivará la contratación.

El segundo modelo sería mantener los costes laborales, sobre todo las indemnizaciones por despido, para las empresas multinacionales, que sí especulan con el trabajo. Se les podría rebajar las cotizaciones para compensar por esta discriminación positiva en su contra que estarían sufriendo.

De esta forma se estaría incentivando la contratación, los sindicatos cumplirían el expediente (otra vez se me va el deje) y las empresas podrían aceptar un modelo de este tipo.

Toda negociación exige cesión de posiciones y la búsqueda de un punto intermedio satisfactorio para todas las partes. Negociar desde el inmovilismo es sinónimo de fracaso, como hemos podido comprobar en estos dos últimos años de diálogo social.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.