Sociopolítica

La pata de Perico

Las migas del almuerzo

Pone “los pelos de gallina”, como decía el otro. La gasolina en Francia cotiza a precio de diamante y en la Junquera y en Beobia y en Roncesvalles mismo, los camiones cisterna descargan el líquido elemento a espuertas, por si los franceses, con la necesidad de verse en otros tiempos, los del cochecito de San Fernando, deciden hollar los Pirineos, cual ejército napoleónico, a rebosar los depósitos de sus CitrÁ¶en y Seat Pandas (los dos o tres que rulen por la Francia).

Siempre pensé que la era del petróleo tocaría a su fin cuando los jeques, esquilmada la panza del desierto, anunciaran, con la boca pequeña, que los caladeros de Oriente Próximo están más secos que la mojama. Tiesos como la pata de Perico, decía mi abuela. Podría ocurrir que, en un ataque de chovinismo a lo bíblico, los siervos exportadores de crudo incendiaran los pozos y ahí se las den a Occidente. Ya lo vimos en las susodichas guerras del Golfo, esas plataformas prendidas cual fallas, ardiendo en mitad de la nada, poniendo “la piel como escarpias”, subiendo cotizaciones de dólar el barril. Lo que nadie imaginaba es que fueran los franceses, siempre tan suyos, los que pudieran acabar con el Calendario Petroliano.

Se ha puesto de moda (aún no sabemos si como aviso a navegantes) lo de los vehículos híbridos, que viene a ser como un paso previo a los “coches renovables”, que funcionarán, de aquí a poco, sin gasolina. Los laboratorios del orbe potencial, andan como locos a la busca del oro de los alquimistas: energía solar, hidrógeno, electricidad… todo muy sano, como una galleta de fibra, pero untada con la más grasosa mantequilla.

Aún rutilan en nuestra memoria esas memorables imágenes del “primer coche solar”, un batmóvil claveteado con planchas solares, que llega a alcanzar la friolera de los 40 km/h. Eso sí. La prueba se hizo en una pista de aeropuerto, sin tráfico, a mediodía de un verano caluroso. En todo caso, nos dicen, es el futuro. En no sé qué Feria del Motor, el habitual evento que se montan los fabricantes de utilitarios para medirse a la vista del público los tubos de escape con las varas del apeo, aparecía el otro día un tipo que nos vendía (literalmente) la moto: una scooter, a lo vespa, recargable como un móvil, que tiene batería para soportar 100 kms de carretera y manta. Lo llaman “autonomía”. Escasa me resulta, en verdad. Iberdrola ya está pensando en inventarse el “kilovatio sostenible”, a 1,1920 la electricidad diesel.

Y nosotros cerrando centrales nucleares. Habráse visto.

El otro día, en la Noria, el presidente de Cantabria, monseñor Miguel Ángel Revilla, que es como la pitonisa Lola pero con bigote y anchoas, ya avisaba del asunto. Que el futuro son las energías renovables. Decía, ante la siempre atenta y cándida complacencia de Jordi González, que esto es como una carrera de obstáculos, o de fondo, que cuando se acabe el petróleo, que se acabará, quien lo duda, los países que mejor se hayan adaptado a los nuevos (entiendo, viejos) tiempos, serán los capos del tinglado. Y que España debería ser la primera en echarse al camino, que siendo pobres como somos, también en lo que a petróleo se refiere, sería la monda ser los descubridores de una nueva y sostenible fuente de energía. Vamos, sería como ganar Eurovisión con los votos de Bielorrusia, Macedonia y Bosnia Herzegovina.

También le faltó decir que si a los interesados les interesase de verdad la encomienda, ya circularíamos con coches alimentados por bacterias plactonianas o por bosta de caballo, a 1,2015 euros el celemín de estiércol.

En éstas, supongo, andará el atribulado Sarkozy, cuyos ingenieros continúan experimentando para intentar encontrar combustible alternativo. Aunque ya le han avisado que la carne de gitano rumano no combustiona bien y suele gripar los motores a los 30.000 kms. Como decía mi abuela, mejor será montarse en la pata de Perico, seca, sí, pero lleva a todas partes.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.