EL CRISOL – Pascual Mogica Costa
Leo hoy, 22 de octubre, en el diario El País en su edición de la Comunidad Valenciana que el joven se llamaba Daniel Oliver Llorente, y estudiaba en la Facultad de Derecho de la Universidad de Valencia donde cursaba quinto de dicha materia. Daniel falleció hace tres años al recibir un puñetazo que provocó su caída al suelo golpeándose la cabeza lo cual provocó su muerte. Daniel no murió, a los siete días de recibir ese fatal puñetazo, como consecuencia de una pelea de “patio de colegio”, no, Daniel dio su vida por defender a una chica que estaba siendo agredida por su pareja. Es este un caso que yo francamente no recuerdo, y dicen los que me conocen bien que tengo muy buena memoria, por tanto no creo que se le diera mucha difusión a este luctuoso hecho. No corrieron ríos de tinta ni las emisoras de radio y televisión nos agobiaron con sus reiteradas informaciones, durante los siete días que duró la agonía de Daniel, sobre lo que le sucedió a este hombre joven por ser una persona de bien. Otros que como él sufrieron serios problemas físicos por defender a mujeres que estaban siendo agredidas por sus parejas, como es el caso de Vicente Pascual García, vecino de la alicantina población de San Juan, que recibió un disparo en la cara por intentar librar a la mujer de las garras de su agresor, que ha pasado por siete operaciones y que le han quedado importantes secuelas. Vicente fue “premiado” con la retirada, repito, retirada, de una pensión de 600 euros. Esta el caso del valenciano que sufrió una puñalada que le ocasiono graves heridas por defender a una mujer que estaba siendo agredida por su ex compañero. Daniel, Vicente y el valenciano cuyo nombre no salió en ninguna parte, al menos no en la prensa escrita que yo leí, han pasado como héroes anónimos, sin embargo estamos asistiendo al seguimiento, con parte médico casi diario, del estado de salud de un señor que puede que en su día realizará un acto heroico pero que su actitud posterior al hecho ha dejado mucho que desear, hasta tal punto que su forma de ser y actuar ha sido cuestionada tanto por los medios de comunicación, esos que tanto ensalzaron su gesto, y por la opinión pública. En este caso sí corrieron ríos de tinta y las emisoras de radio y televisión nos agobiaron repitiendo una y otra vez lo que ya anteriormente habían informado. Así es la vida. Unos nacen con estrella y otros nacen estrellados. Pienso yo.