Sociopolítica

Colombia: Pidiendo justicia

Este es mi país. El de la natilla, los buñuelos, el arroz con pollo, el sancocho en fuego de leña, el tamal tolimense, los fríjoles con chicharrón, el mondongo con carne de cerdo, la arepa de huevo, el rondón isleño, la sopa de lentejas, el jugo de copoazú y el de arazá; la mazorca a la salida del estadio, el pargo frito, la mazamorra. Pero está la impunidad.

Este es mi país. El de Santa Marta, el Cocuy, Caño Cristales, el raudal del Jirijirimo, el caudal del Amazonas, el nevado del Ruiz, la ciudad de la eterna primavera, la capital mundial del libro, el parque Santander en Leticia a las seis de la tarde con sus aves cantando, las malokas, el mar de los sietes colores de San Andrés, el desierto de la Tatacoa, el río Magdalena, la ciudad amurallada, San Agustín, Villa de Leyva, el cañón del Chicamocha, isla Palma en San Bernardo, el eje cafetero, el Santuario de las Lajas, Gorgona y los cañaverales del Valle. Pero está la impunidad.

Este es mi país. El delfín rosado, la rana venenosa de Sonsón, las ballenas del Pacífico, las orquídeas, el caucho, las esmeraldas, el oso de anteojos, el cóndor de los Andes, el coltán, el Callicebus caquetensis, la cadena de arrecifes de Providencia con sus corales, el águila arpía, el armadillo gigante, el mero, el colibrí, el turpial y la anole azul. Pero está la impunidad.

Este es mi país. El de los palenqueros y su música; García Márquez y su Macondo; Álvaro Mutis y su Maqroll; Vallejo y su nostalgia rabiosa; los trovadores, los salseros, los merengueros, la cumbia, el bambuco, los quimbayas, los wayús, los ticunas, los chocoanos con su sencillez, los paisas con su calidez, los costeños con su alegría, los vallunos bailarines, los rolos con su empeño. La fuerza pública sudando en las selvas, la operación Jaque, la policía, los auxiliares bachilleres, los instructores del Sena, los docentes, los médicos, las enfermeras, los ingenieros, los periodistas, los inventores, el que lucha diariamente con su realidad y la enfrenta con ahínco. La gente… la gente. Pero está la impunidad.

Este es mi país. No hay lugar en el que no se cometan errores, no hay sitio en el mundo que no necesite purificación. Todos nos levantamos, esperamos un día a día de caminos fructíferos sin manchas, sin terrores de vecindario. Pero está la impunidad.

Adoro esta patria, abro los ojos con la esperanza de un mejor mañana, en el que los pecados de esta raza sean lavados por el manantial preciado de la justicia. Sueño con un país en el que me quiera quedar por siempre. Pero está la impunidad.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.