Sociopolítica

Más vale prevenir que curar

Prevención de riesgos laborales, prevención del consumo de drogas, prevención de la violencia, prevención de diversas enfermedades, de la anemia, de la obesidad infantil, de los accidentes domésticos, o prevención de incendios. Casi siempre, la prevención aparece como una de las herramientas esenciales, o incluso imprescindible, para atajar este tipo de complicaciones, y posiblemente la más cierta y efectiva. Es por eso, que se haga necesario desarrollarla para obtener resultados gratos.

Promocionar hábitos, fomentar y defender prácticas que prevengan de consecuencias no deseadas, o proteger al individuo frente a posibles agresores, bien con objetos, bien dotándole de información, recursos o habilidades personales, son las principales acciones que se nos vienen a la cabeza cuando oímos hablar de prevención, y en algunos casos es muy complicado separar una política o acción preventiva, de cualquier otro tipo de actuación, ya que siempre, cualquier intervención nos previene siempre de una situación de peor pronóstico.

El refranero popular dice que “Más vale prevenir que curar”, y parece que ésta pequeña sentencia contiene una gran sabiduría, conocimiento verificado científicamente, por los perjuicios que evita y los beneficios que genera. Sin embargo esto es algo que parece que solo comprendemos cuando nos enfrentamos a las consecuencias de no haber tomado prevenciones. Comenzar a hacer cualquier cosa, sin haber analizado previamente todos las trabas que nos podemos encontrar, e imaginar, aunque sea mínimamente, cómo las vamos a remediar, equivale a garantizarnos traspié tras traspié, ineficiencias, ineficacias o, en el mejor de los casos, esterilidades, que terminarán provocando un desmedido costes sobre el inconsciente imprevisor, que le tocará asumir las consecuencias, en muchas ocasiones invadido por la desmotivación y la impotencia.

Prevenir no es caro. Y no sólo no es caro, sino que por la cantidad de tratamientos evitados, es altamente rentable. Y si, más allá de los recursos evitados, pensamos en los quebraderos de cabeza que nos ahorramos, la prevención pasa a ser una prioridad, personal y organizacional, en cualquier tipo de actividad que se emprenda. No obstante, prevenir implica no pocas veces, modificar hábitos fuertemente arraigados, y esto es lo que, en ocasiones, hace que uno se líe la manta a la cabeza, y prefiera asumir el riesgo que intentar evitarlo. Una vez más, la actitud, los hábitos y las costumbres, como piedra de tropiezo.

Es cada día más habitual escuchar hablar de prevención, de programas preventivos, de planes o estrategias de prevención, y así durante los últimos años en materia de prevención, los avances resultan incuestionables, y no tanto por la implantación de programas, sino por la mejora de la calidad de los mismos y por la calidad de las evaluaciones y análisis previos, resultado de lo cual, se ha notado una mejora en la definición de objetivos, un enriquecimiento de los modelos teóricos de los diversos programas preventivos, así como una riqueza metodológica y de sistematización de procesos, y de análisis o recogida de información. Parece que, cada día, nos lo vamos tomando más en serio.

Tanto es así que, por ejemplo, el Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo, en su Nota Técnica de Prevención nº 744: “¿Podemos enseñar a aprender? Coaching: una herramienta eficaz para la prevención”, dice que: “las organizaciones que gozan de éxito son aquellas que se consideran con capacidad suficiente para gestionar adecuadamente tanto los cambios internos como las modificaciones que se producen a nivel externo y, por supuesto, las que se anticipan, reaccionan y responden ante los nuevos problemas y retos que plantea la sociedad actual”, y posteriormente añade: “para asumir dichos cambios y afrontarlos con total garantía es necesario preparar mentalmente al capital humano de las organizaciones, diseñando políticas que beneficien la salud del trabajador y, de este modo, dotar a las mismas de un valor adicional que incida positivamente en la productividad y ofrezca a sus plantillas un trabajo sano de bajo o inexistente estrés”

Por su parte el Plan Nacional sobre Drogas dice: “la prevención persigue básicamente: Sensibilizar y movilizar a la sociedad para generar una cultura de rechazo a las drogas mediante el fomento de sus propios valores y recursos; e informar y educar a nuestros ciudadanos, especialmente niños y jóvenes, para que desarrollen estilos de vida positivos, saludables y autónomos”
Potenciemos pues el sentido común, como estructura del comportamiento, reforcemos la actitud segura, y comencemos a no tener que lamentarnos. Buena inversión.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.