Sociopolítica

Al que tiempo toma, tiempo le sobra

Estrés es una enfermedad muy sencilla de definir: consiste en tener que hacer dos, o más cosas, al mismo tiempo. Y si no que se lo pregunten a la gente que, además de trabajar fuera de casa, tiene que asumir responsabilidades dentro de la misma.

D. Amando de Miguel, Catedrático de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, dice que “es una leyenda lo bien que viven las amas de casa. Todos los estudios, demuestran que las amas de casa tienen un estrés muy grande. El ama de casa está más estresada que ningún otro miembro del hogar”
Ignacio Buqueras presidente de la Comisión Nacional para la Racionalización de los horarios españoles ha estudiado los horarios de los españoles y ha comprobado que nos alejan de Europa, e influyen negativamente en nuestra calidad de vida. Resulta que parece que en España pasamos más tiempo comiendo, salimos más tarde de trabajar, dormimos una hora menos que en el resto de países de la Unión Europea, y para colmo: después de ser el país de Europa en el que mayor tiempo pasan los trabajadores en su puesto de trabajo, somos los que estamos a la cola en productividad. Como es fácil imaginar, en este galimatías prosperan los trabajadores estresados, los problemas psicológicos, somnolencia diurna, accidentes de tráfico y laborales y multitud de agobios.

Al iniciarse el día, todos partimos con el mismo capital: veinticuatro horas. Sin embargo a las pocas horas, ya hay ricos y pobres. Los ricos de tiempo son personas que ajustan sus responsabilidades al tiempo del que disponen, y así lo convierten en alegría y bienestar; Se quejan poco, y pareciera que su día tiene treinta horas.

Por otro lado tenemos a los pobres de tiempo: malversadores que convierten su tiempo en prisas, frustración, agobios y malhumor. Siempre llegan tarde a todo, y para más inri, corriendo. Su reloj biológico parece constantemente desajustado, y esto influye en su salud, en su vida laboral, familiar, social y en el modo de plantear su ocio. No dejan de quejarse, y a tenor de tanta queja, pareciera que su día tiene veinte horas.

Una ley de oro en la gestión del tiempo parece ser la de los tres ochos: ocho horas para descansar (en España, ocho horas, sólo duerme el 15% de la población), ocho horas para trabajar y ocho horas dedicadas a uno mismo y los que le rodean. Según el estudio de Buqueras, “Se calcula que perdemos diariamente tres horas, de forma involuntaria e inconsciente”,  lo que hace que, por mucha disciplina personal que se emplee en llevar a cabo la regla de los tres ochos, de algún sitio hay que restar esas tres horas, y casi siempre se le roban al sueño.

Además de la responsabilidad personal en la gestión del tiempo, también es de tener en cuenta, que tener unos horarios más racionales, similares a los del resto de Europa, ayudarían bastante en la tarea, y constituirían un importante instrumento de la famosa conciliación de la vida laboral y la vida personal/familiar. Cada día parece más evidente que no por trabajar más horas, se rinde más. Más bien al contrario: a mejor horario, mayor rendimiento en el trabajo, mejores y más cordiales relaciones familiares y sociales, y menos gastos derivados de la mala gestión del tiempo, como estrés o accidentes, ya que la siniestralidad laboral crece exponencialmente a medida que se trastornan las horas de descanso. Europa ha llegado a la conclusión de que a mayor jornada laboral, menor productividad y más siniestralidad. Lejos de estas conclusiones vivimos los españoles, que somos de los que más trabajamos, y así en el 2006 The Economist, lo cifró en 1.780 horas de media, esto es, 219 horas al año, más que la media de la Unión Europea (UE).

Algunas claves para ajustar el tiempo, permitiendo armonizar responsabilidades, trabajo y horas dedicadas al descanso, son el establecimiento de horarios flexibles, jornadas continuas o libertad de horarios. No obstante, no caigamos en la trampa de pensar que la dificultad de gestionar adecuadamente el tiempo, proviene de criterios estrictamente externos a la persona, es decir un simple cambio en los horarios, si bien parece evidente que, a medida que progresa una sociedad, la tendencia es que los horarios se hagan más flexibles y diversos, habiendo gente para todo, a todas las horas del día, por lo tanto, no se puede decir que haya un horario bueno y un horario malo.

El mayor reto se encuentra en la propia persona y pasa por un cambio en los hábitos, en las costumbres, y en la adopción de nuevos estilos de vida.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.