Sociopolítica

Queremos un hijo tuyo

Las migas del almuerzo

 

Los titulares son contundentes. Y fascinantes. Para qué negar la evidencia. Mañana sale a la luz un libro-entrevista, a modo de auto-hagiografía, en el que Benedicto XVI hace un repaso, cuanto menos poco homologado, de la salud de la Iglesia. Por supuesto que habrá que esperar a tener tan anhelado best-seller entre las manos y leerlo con atención, pero ya, de entrada, ha logrado que los focos del Gran Teatro Mundial se posen sobre tan hipnótico acontecimiento.

Que el Papa de Roma abra un resquicio en el conservadurismo de la Iglesia Católica y deje una vía explícita para el uso del preservativo ya es, en sí mismo, un evento de primer orden. Entiendo que el Papa se puede haber enredado en una camisa de once varas y es por eso que, ahora, a pesar de que la tecla induzca al escepticismo, sea justo romper una lanza en su favor. Más que nada porque aún no conocemos las palabras exactas que el Sumo Pontífice ha explayado vía sonda literaria y ya el portavoz del Vaticano anda matizando a diestro y siniestro su mensaje.

De todas formas, de entre todos los pre-titulares cultivados, aunque el del profiláctico sea el más sonoro, yo elijo uno que me ha dejado como estatua de sal. El Papa no es infalible. Lo dice el Papa, no yo. “Obviamente, el Papa puede equivocarse, ser Papa no significa considerarse un soberano colmo de gloria, sino uno que da testimonio de Cristo crucificado”. Textual. Magistral.

Supongo que todo el mundo ya lo imaginaba pero hemos tardado demasiado tiempo en escucharlo de boca del propio afectado. No es fácil ponerse a uno mismo en tela de juicio, y más cuando, la praxis así lo indica, uno ha sido elegido y ungido por el Espíritu Santo para guiar a la humanidad toda. Cuántas bocas se han quedado abiertas, y cerradas al mismo tiempo, entre ellas la mía, incapaces de imaginar siquiera que el “inquisidor de los tiempos modernos” fuera a proferir semejante realidad profética.

Vaya desde aquí mi reconocimiento más sincero para el Papa Ratzinger. Seguramente Dios nunca dijo más verdades juntas y exactas. O quizás, visto el resultado obtenido con la vara y el látigo, haya querido utilizar “psicología invertida”. Y es que en el fondo, ya lo dijo el Mesías, somos como niños. Basta que nos ordenen una cosa para que, por puro afán de fastidiar el orden establecido, hagamos la contraria.

Lo dije en otra columna pasajera con sorna y ahora lo repito, pero sin ella, sin la sorna, claro:

¡Ratzinger, queremos un hijo tuyo!

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.