Economía

El dislate de Telefónica

La otrora empresa pública Telefónica, o Movistar, o como sea que se llame ahora, nos ha amargado las vacaciones de Semana Santa con una secuencia de decisiones que rozan el disparate y atentan directamente contra la dignidad de todos sus clientes, entre los que me incluyo, por desgracia para mi bolsillo.

El mismo día en el que nos enteramos de que la empresa de telecomunicaciones ha planteado un ERE para el 20% de su plantilla, conocimos bonus millonarios para sus directivos los cuales, aunque merecidos, que no lo pondré en duda, suenan a poco éticos.

No seré yo el que tire la primera piedra en contra de los salarios de eficiencia, con los que estoy plenamente de acuerdo, pero sí alzaré mi voz contra la creciente falta de equidad que se está produciendo en nuestras sociedades, de manera que cada vez menos cobran más, y más cobran menos, y a veces, ni a cobrar llegan.

Es en este punto en el que la regulación pública debería de coartar la libertad privada de las empresas, en favor de la redistribución de la riqueza. Es injusto que una empresa plantee despedir a gran parte de su plantilla, mientras incrementa los emolumentos de sus directivos, y no es un asunto de demagogia, sino de justicia social.

Telefónica se escuda en la eficiencia de sus procesos operativos, pero dudo mucho que ésta pueda mejorarse con el despido de sus trabajadores, sino que necesitan de una mayor inversión formativa para incrementar el valor añadido de cada trabajador individual, conjugando una lanzadera laboral de suma positiva. De esa forma, sí se consigue incrementar la eficiencia.

Si Telefónica redistribuyera parte del dinero que va a dedicar a recompensar a sus directivos hacia la formación de los trabajadores que va a despedir, ya no tendría que despedirlos, y habría conseguido mantener la misma plantilla con el mismo coste, reduciendo las distancias entre los salarios máximos y los salarios mínimos.

Esa reducción, precisamente, debería de ser el origen y final de la socialdemocracia, pero en estos tiempos de tiranía financiera prima el exceso por arriba y el defecto por abajo, convirtiendo la socialdemocracia en socialliberalismo, y dejando desamparados a los trabajadores de nivel bajo.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.