Sociopolítica

Inteligencia y astucia

 

“No hay cosa que haga más daño a una nación que la gente astuta pase por inteligente” (Francis Bacon).

 

Esta frase aparece en una hoja de almanaque tipo “taco” y que realizan en España, los jesuitas; en cuyo contenido cada año viene una enciclopedia de muy diversos saberes; pues bien, esta hoja lleva meses en la mesa de mi despacho, esperando que las musas me indiquen el qué hacer con ella; al final le he hecho una ficha en el ordenador y la he tirado a la papelera; pero ya cuando boy a entrar en ella a ver que sale.

 

INTELIGENCIA: Yo no sé lo que sobre ello dice el diccionario de nuestra lengua (después lo veré); pero para mí, inteligencia es esa fuerza positiva que dimana de la inteligencia Superior y Universal que mueve el Universo; que indudablemente debe estar movido por una inteligencia tan superior que es inabarcable por el cerebro humano; por tanto, la inteligencia siempre debe ser limpia y positiva, para que con esa fuerza, el ser humano y “su sociedad”; avance hacia esas metas que no marcadas, pero que a los inteligentes incitan a caminar hacia un destino que ni saben, pero en cuyo camino o andar, pretenden no hacer daño a nadie y sí allanar el camino a los que vienen detrás, puesto que el ser humano; para ir bien, ha de ir en hileras y no en filas (en filas se va o iba sólo a la guerra y a los desfiles militares)… hileras interminables (no existen dos seres iguales) y donde y “por lo que sea”, unos han de ir delante y otros tenemos que ir detrás irremisiblemente y ello, no me cuesta trabajo el definirlo, puesto que el que va delante enseña al que va detrás y con trabajo (no se olvide este detalle) tira del mismo ayudándole a seguirle… y caso de que lo iguale o rebase… simplemente le cederá el paso y le dirá… “ahora guíame tú”; puesto que la verdadera inteligencia es igualmente generosa. De las siete acepciones del diccionario, me quedo con la última… “sustancia puramente espiritual”; para mí debiera estar en la primera de las siete.

 

ASTUCIA: Por lo mismo que arriba digo, para mí esta “cosa” es todo lo contrario; es el conocimiento no inteligente sino perverso, egoísta en grado sumo; y que sólo busca y buscará, el gozo y el placer del individuo que la padece, gozos y placeres muchas veces tan perversos que incomprensibles para el verdaderamente inteligente, existen para dolor del mismo (inexplicable del que lo siente) y que llega a no entender (muchas veces) nada de nada y se pierde y se agota en la eterna pregunta… ¡¿Por qué y para qué!? Pero que aún agotado en esas terribles meditaciones, es capaz de aguantarlas y luego repuesto, seguir en la senda inteligente arriba descrita no importándole ya nada, puesto que de alguna manera… “es alimentado por fuerzas que ni sabe ni se explica, pero que existen y le empujan a caminar a esos destinos inciertos e indescifrables”. Aquí el diccionario es mucho más certero, puesto que al astuto, sólo le dedica una definición: “Agudo, hábil para engañar o evitar el engaño o para lograr artificiosamente cualquier fin”… y si le sumamos lo de perverso, se completa bastante acertadamente, según yo entiendo.

 

¿Por qué en este pobre mundo siempre vence lo negativo a lo positivo, o como mínimo lo va obstaculizando hasta el agotamiento y sometiendo ese al parecer eterno proceso; a un siempre… volver a empezar? No se canse el que esto lea, no hay respuesta y si la encuentra, le ruego me la transmita.

 

Para tratar de entender lo que yo trato de definir, no hay más que ver el entorno que nos rodea; desde el más próximo (a veces y con cierta frecuencia “dentro de las mismas paredes del edificio en que habitamos”) al más lejano; da igual color de piel, de gobierno, de religión, o filosofía del tipo que sea.

 

Se da igual en todos los lugares que habitamos ese ser que se dice humano (por denominarlo de alguna manera diferente al resto de animales mamíferos) pero que en muchos aspectos, se comporta peor que el resto de “mamíferos”, los que sujetos a leyes instintivas, se rigen por ellas y seguro que carecen de los muchos miedos que padecemos “los bípedos”; que estimo son los culpables de muchos de los comportamientos que ni nos explicamos; puesto que y tras mucho pensarlo, ya deduje hace mucho tiempo que… “el motor de la vida es el miedo”… o los miedos sucesivos, acumulativos, o que ya vienen con nosotros en nuestros genes y que se manifiestan desde al nacer hasta el morir, puesto que… “se empieza con llantos y lamentos y se termina generalmente de igual forma o manera”.

 

Existen (para mi) dos miedos enormes y que surgen cuando ya una vez, mínimamente desarrollado; lo que ves y que te rodea, te hace pensar y lo que yo sintetizo en dos miedos principales… “el miedo a no conseguir lo que crees vas a necesitas para poder vivir tranquilo… y si es que lo consigues, le sucederá otro miedo, cual es el temer que puedes perder lo que tanto trabajo te costó reunir o encontrar”.

 

Son los miedos los que provocan las bajadas de pantalones o bragas, los que producen al sobornador y al sobornado, los que en definitiva, degradan al hombre/mujer; que unos más u otros menos, pero que todos conllevamos consigo y mientras vivamos… “el enorme peso de la carne; y ya se sabe que la carne es débil”, por lo que fue acuñado aquel terrible dicho o sentencia que afirma el que… “todo hombre/mujer tenemos un precio”; por lo que hay que pedirle a Dios es, no tener que afrontar ese terrible momento… del que sólo (y según afirma La Biblia) supo librarse “El Galileo”. Y el que sea increyente… “que lo pida a su yo interior, puede que El allí residente le haga creyente”.

 

Sí… “hoy mi rosal no da nada más que espinas”… pero necesito darlas; después suelo encontrarme mejor; lo siento por el que le cause otro sentimiento; no es mi intención. Pero las crudas realidades cuanto antes se aprecien, mejor.

 

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.