Economía

Eurofinanzas en caída libre. Caníbales en el zoológico

Con el índice Dow Jones (el termómetro más representativo de los movimientos bursátiles de EEUU) en 6.1 % negativo para todo el mes de setiembre, la Bolsa de Wall Street acusa recibo de los tambaleos de la Erozona. La clásica recetita del Banco Europeo (es decir, la señora Merkel) y el FMI de ajustes y más ajustes sólo consiguen contraer las economías recesivas, generar más desconfianzas y disturbios sociales del color que se pidan.

En Argentina los ahorristas se refugian en el dólar, ante la fuerte demanda de la moneda verde, el Banco Central tuvo que volcar al mercado local más de 500 mil millones de dólares para mantener el valor de cambio de la divisa en los 4.200 : 100 que se sostiene a pesar de los altibajos del MerVal, el principal indicador de la Bolsa porteña. Brasil devaluó. Todas las bolsas de Latinoamérica cerraron con caídas y los “indignados” que se están globalizando, ya llegaron a sentar campamento en Wall Street de donde, veíamos azorados en las pantallas de CNN, son arrancados a garrotazos por la policía de Nueva York. Es evidente que EEUU predica tolerancia, democracia, participación y diálogo al Medio Oriente como si fuese la Madre Teresa, pero puertas adentro apalea a manifestantes visiblemente inofensivos ya que con el calor ni siquiera lucían ropas abultadas que permitieran ocultar armas.

Por ahora, los indignados europeos sólo repudian el sistema financiero global, las democracias formales y el concepto de “representatividad” en el que se basan las modernas democracias a control remoto, pero no ofrecen alternativas, no proponen salidas o un nuevo sistema que reemplace el republicanismo electoralista que surgió en la Modernidad. Será cuestión de esperar. Estas manifestaciones de repulsa frente a la Bolsa (que, de centro de origen crediticio pasó a convertirse en una tómbola especulativa al mejor estilo Las Vegas…) ya son un buen inicio para manifestar el descontento. Hay gente muy inteligente trabajando en nuevos diseños sociales y económicos. Algo saldrá, porque de Wall Sreet ya sabemos qué esperar: palos y gases lacrimógenos si nos queremos manifestar. Porque mientras los especuladores juegan su ruleta, nada arriesgan. Los platos rotos los pagarán después los miles de ciudadanos que se quedaron sin trabajo, sin casas, sin posibilidad de estudiar.

Esto que les comento, salió publicado en la Revista La Alcazaba, de España, que dirige mi amigo Luis Moll. En septiembre de 1870 las tropas prusianas del canciller Otto Birmark sitiaron París y como todo sitio se prolongó con las consecuencias que se pueden prever: París quedó desprovista de los alimentos básicos. En diciembre, el Municipio ordenó racionar los víveres, en enero ya escaseaba la carne y se vendían perros, gatos y ratas como alimento. En enero el director del Zoológico, no teniendo alimento para mantener a las bestias, decidió venderlas a las carnicerías, ávidas de reses que no llegaban. Los ingeniosos chefs de los restaurantes más distinguidos ofrecían platos como éstos: mono al vino de Burdeos, milanesas de elefante al échalot, pierna de lobo, estofado de canguro, camello asado a la inglesa y costillas de oso con salsa bechamel. El pan se hacía mezclando harina de trigo, centeno, avena y paja molida para una mayor rendimiento. Por fortuna, en enero de 1871 se firmó el armisticio y París pudo abrir sus puertas nuevamente volviendo a las costumbres gastronómicas normales. Una cofradía propuso erigir una iglesia para implorar a Dios el perdón por las ofensas infringidas y esa colecta permitió que hoy, quienes visitan París, puedan deleitarse con la vista magnífica del Sacré Coeur. Tan blanca como el perdón.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.