Economía

Tsunami social de imprevisibles consecuencias

Lo que diferencia de otras a esta crisis que hoy padecemos es que resulta muy parecida a un atraco bancario a gran escala perpetrado por los propios bancos. Y dada la multiplicidad de la telaraña financiera  como consecuencia de la globalización, ha terminado por afectar a todo el mundo y a todas sus gentes de uno u otro modo. Su extensión mundial es entonces su segunda característica diferenciadora. Y por último cabría añadir su  vertiginosa velocidad de transmisión y su no menos velocidad de sumisión de los poderes públicos rindiendo su voluntad y la voluntad popular- a través de ellos como representantes- al imperio financiero.

En épocas anteriores las crisis económicas graves como esta –aunque fuese tan solo a nivel de un país o de unos pocos países- producían convulsiones sociales tremendas, hasta  el punto de modificar la estructura social, y podían provocar levantamientos sociales  o guerras entre naciones. Estamos en ello. Y aunque la dinámica del capitalismo lleva aparejada en sí crisis periódicas, se ha producido un cambio  cualitativo importante: esta es  una economía de crisis en la que estamos inmersos  más que una crisis económica. El capitalismo se ha configurado de tal modo que no le es posible  controlar su codicia desmedida, aunque ello suponga una depresión como sucedió el serio aviso del crack del 29 del siglo pasado o una mezcla de estancamiento, recesión y depresión -como sucede ahora –de imposible salida  sin introducir serias reformas estructurales  para limitar la libertad de los grandes capitales y sus trapicheos que  hacen subir las Bolsas mientras vacían los bolsillos;  que proporcionan datos positivos en la macroeconomía de algunos países sin que se entere la de  los microciudadanos de esos mismos países, y menos aún el tsunami que esta crisis arroja sobre los países pobres. Nos encontramos, por tanto, en una economía de crisis provocada por los ricos y al servicio del Poder Multinacional, de las grandes corporaciones de todo tipo, a las que poco importan los problemas sociales que genera su ambición ilimitada de poder, riqueza y prestigio.  Pero no están solos, porque si faltaban algunos, están ahí los codiciosos de las clases medias y profesionales que invierten en Bolsa y los pequeños accionistas  que presionan a los operadores financieros para que se conviertan en tiburones si es que no lo eran bastante sirviendo a los grandes señores.  ¿Y las grandes masas? ¿Acaso no admiran a los ricos y les imitan en lo que pueden? ¿No quisieran tener su mismo nivel de vida y privilegios? Cuando Jesús de Nazaret habla de los pobres bienaventurados en el Sermón de la Montaña, hace referencia a los verdaderos pobres, a los que eligen el Ser sobre el tener, a los carentes de deseos y privilegios del mundo materialista que al fin y al cabo se hundirá por sus propias contradicciones y la codicia desmedida de unos y otros que les empuja al egoísmo insolidario.

ENTRE TODOS LA MATARON Y ELLA SOLA SE MURIÓ (LA ECONOMÍA SOSTENIBLE)

Como consecuencia de estas actuaciones antisociales vemos desaparecer a gran velocidad empresas familiares, pequeñas y medianas, que son pilares del mantenimiento de la mayor parte de los trabajadores de cualquier país como España, Irlanda o Grecia, por  ejemplo, mientras crece en la misma medida el desempleo, y con ello la capacidad de consumo, o los desahucios. A la vez,  muchas empresas evaden impuestos o se van a otro país, o realizan ajustes tecnológicos por los que prescinden de mano de obra, también como consecuencia de la negación de las entidades financieras a prestar dinero a los empresarios para seguir manteniendo sus negocios, viéndose estos obligados al cierre. Esto es particularmente importante en las pequeñas y medianas empresas, y mortal de necesidad para un país, que entra así en picado en una crisis sistémica.

NO ES CRISIS PARA TODOS

Sin embargo, ni los dirigentes de las naciones, ni los grandes  empresarios, ni el alto clero, están en crisis. Tampoco los bancos, por supuesto, por cuyo comportamiento corrosivamente antisocial debieran  ser declarados enemigos públicos y ser nacionalizados si quienes gobiernan quisieran salvar a sus países. Lejos de esto, los bancos reciben subvenciones multimillonarias de los gobiernos  con el  dinero de los propios  pueblos convertidos en suministradores forzosos de capitales para sus agujeros negros sin que ni tan siquiera los gobiernos elegidos por esos mismos pueblos  puedan exigirles como mínimo  prestarlos a las industrias y negocios. Tampoco se les exige a que devuelvan  lo robado  y escondido en paraísos fiscales. Por tanto, los bancos siguen con las mismas actuaciones que tenían antes de las crisis: dando primas escandalosas a sus ejecutivos, y manejando el dinero como les conviene.  De este modo actúan sin ningún miramiento hacia los pueblos, obligados a empobrecerse al ritmo que les marquen las llamadas “agencias de calificación de riesgos,” esos buitres pagados por los más ricos para que les señalen las presas más débiles a las que atacar, que son los trabajadores y empleados públicos y privados y los pequeños negocios. De su poder adquisitivo  depende finalmente el funcionamiento general porque resulta evidente que son estos los que sostienen la economía real;  tan evidente como que la pérdida de ese poder adquisitivo y el aumento masivo del desempleo  conduce al hoyo a todo país donde los buitres posan sus garras. Y siempre con la complicidad vergonzosa  de los gobiernos respectivos.

El silencio social mayoritario puede ser la puntilla final en estas circunstancias, si por lo que parece evidente, los mecanismos ideológicos de control social y mediático basados en desinformación programada y acrítica, el miedo, la mediación de sindicatos colaboracionistas y la represión laboral consentida por miedo al despido, actúan eficazmente para servir de freno a la explosión social y laboral. ¿Por cuánto tiempo?

¿CUÁL VA SER LA RESPUESTA GENERAL AL MOVIMIENTO MUNDIAL DE INDIGNADOS?

En todo este proceso es bien visible ahora mismo la falta de una conciencia de unidad contra la crisis, contra los bancos y contra los que conducen a los pueblos a la miseria. No existe– y ojalá no sea cierta esta apreciación- la suficiente conciencia general  como para que los trabajadores del mundo tengan voz propia y se hagan oír a pesar de ser  los afectados principales. Parece que el veneno del individualismo y el egoísmo personal  tan difundido por el sistema capitalista como valores honorables, ha hecho mella. Y por vez primera las clases dominadas se hallan desprovistas de una ideología de redención social que les convenza, vista la experiencia histórica. Las clases dominadas lo son por partida doble. Estamos ahora mismo a punto de dar un salto cualitativo en el proceso histórico. O retrocedemos a niveles desconocidos de pobreza y represión política y policiaca, o la humanidad se pone en su sitio para exigir justicia social y más libertades públicas, entre las que se incluye la reforma de la democracia para que sea efectiva y no esté comandada por ineptos, oportunistas, demócratas descafeinados y chicos de izquierda que ofician en los Parlamentos de tímidos respondones del Sistema que dicen rechazar pero que les da, como a todos, buenos sueldos, buenos coches oficiales con chófer y jubilaciones seguras y sustanciosas.

CONSECUENCIAS POLÍTICAS

Es  preciso referirse a la  democracia cuyo proceso de degradación sigue los pasos de la economía, mientras las políticas nacionales dependen cada vez menos de los políticos nacionales como consecuencia de la pérdida de peso de las burguesías tradicionales; peso  que ahora asumen las multinacionales. Esto erosiona fatalmente  el papel del Parlamento y lo convierte en un símbolo decadente e inefectivo del esplendor burgués. Con esta crisis, la democracia está sufriendo una involución hacia formas autoritarias inéditas desde el fascismo, cada vez más reconocible este en gobiernos sordos ante el clamor de descontento de todos los afectados por sus medidas, desde sectores  obreros a funcionarios, estudiantes, jubilados, maestros, sanitarios y muchos más afectados a cuyas demandas de justicia  se responde con la represión policial.

Por un lado el descontento está intentando canalizarse por la vía de los sindicatos domesticados más que por las que propone el movimiento alternativo de indignados, mucho más justo, realista y consecuente con la situación. Y por otro, es preciso no olvidar el triste papel de los periodistas de los medios, incapaces de plantarse ante la bazofia informativa que les obligan a decir a diario y que sirve a los gobiernos y a los dueños de los medios  para ocultar o minimizar la cruda realidad que nos toca vivir.

Estamos ante un mundo en situación límite, un mundo cuyos mecanismos de funcionamiento se han mostrado ineficaces para proporcionar bienestar y justicia a la humanidad y que es necesario ir  renovando esencialmente en todos los terrenos. Pero es igualmente urgente  tomar una posición personal ética y moral que favorezca a nivel individual el alejarnos del  modelo de economía y consumo insostenibles, y nos permita pertenecer al sector de los pobres en necesidades consumistas  que eligen el ser sobre el tener, olvidando los lastres ideológicos y la visión que de esta crisis y sus soluciones  nos dan los mismos que la provocan. Todos ellos tienen a los pueblos del mundo convertidos en sus rehenes con la triste complicidad de muchos de los propios rehenes, que de no cambiar actúan de lastre para el resto.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.