Economía

La economía productiva y la economía especulativa

La economía es un todo en el que todo cabe, todo puede caber y todo encuentra su cabida a poco que se hagan pequeños ajustes de continente, que no de contenido, un todo que da para secar las ubres del becerro de oro y para rematar al moribundo en su lecho de muerte sin inmutarse, ni tan siquiera pestañear ante la tesitura.

Y es precisamente esa vocación aglutinadora la que pervierte su existencia y condena su popularidad, porque en el concepto puro de economía pueden convivir sin sentirse incómodos cuestiones tan diversas como la economía productiva y la economía especulativa, dos patas de una misma mesa, pero tan distantes y diferentes que nada tienen que ver la una con la otra.

La primera produce, la segunda especula, la primera crea riqueza, la segunda la rentabiliza, la primera es positiva para los países, la segunda perniciosa. Y el problema es que en estos momentos la segunda dirige a la primera y nos condena a seguir anclados en la crisis económica sin solución de continuidad, ni posibilidad real de recuperación.

Un problema que no es tanto de los mercados como de los gobiernos, porque son éstos, y no aquellos, los que deben de velar por los intereses de sus ciudadanos. Los mercados, como tales, sólo buscan su propio beneficio en el menor tiempo posible y para ello la especulación financiera es el camino más corto. Son los gobiernos elegidos democráticamente por los ciudadanos los que deben de velar por la economía productiva en detrimento de la especulativa, parando los pies a los mercados y fomentando la aparición de emprendedores. De esa incapacidad supina de nuestros gobiernos proviene la crisis que nos asola y la única solución plausible sería una redistribución de la carga impositiva.

Reduciendo impuestos a la economía productiva y redirigiéndolos a la economía especulativa, y no al revés, como se está produciendo en estos momentos por el mero hecho de la simplicidad a la hora de controlar el origen de los euros en cuestión. Si hubiera un gobierno capaz de reducir drásticamente los impuestos a las empresas que producen, que crean empleo, que generan consumo y que ayudan a levantar el país, compensando la pérdida de ingresos con mayores impuestos a la economía especulativa, la crisis sería menos crisis y el horizonte menos negro.

Sin embargo, nadie se atreve a romper la baraja y cambiar las reglas del juego en favor de los ciudadanos por el temor a la huida de los capitales, los cuáles no huirían, si el redireccionamiento fuera supranacional, por ejemplo, en el seno de la Unión Europea. ¿Qué sucedería si los 27 países miembros de la Unión Europea gravaran más la especulación y menos la producción? Otro gallo nos cantaría.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.