Sociopolítica

La realidad es difícil de aceptar para los dictadores

A menudo la realidad es difícil de aceptar e interpretar, muy especialmente para los dictadores cuya comprensión de su desarrollo y los consejos que les son dados sobre ella, nunca o casi nunca son tomados en serio porque sus posiciones no son dictadas por la racionalidad de una circunstancia sino por una idea predeterminada. El dictador cree que su partido y su pueblo son la misma cosa y que dispone del apoyo total de ambos, en concordancia con esta posición es que actúa como si tuviera el dominio absoluto y completo de la verdad sosteniendo que los demás siempre están mal informados. Esta es la fantasiosa percepción del dictador que, incluso si adopta algún punto de vista sobre la realidad asociado a quienes se le oponen, será siempre lo que él indique lo que deberá prevalecer.

Un ejemplo perfecto del dictador que perdió sustentación por su disfuncionalidad respecto de la realidad ha sido la expresión de perplejidad en el rostro de Muammar Khadafi al momento de su captura. La expresión de Khadafi no tuvo precio ni desperdicio y ha sido lo mas cercano a lo que uno esperaría ver en el rostro de un niño de cuatro años cuando se le dice por primera vez que Santa Claus no existe. Algo similar esta sucediendo con la escasa reacción y los pocos reflejos que esta mostrando Bachar Al-Assad ante las recientes sanciones económicas de la Liga Árabe y otras naciones Occidentales. Bachar siente que sus hermanos árabes le han quitado la silla al regresar del baño y se niega a aceptar el inevitable principio del fin del régimen que encabeza.

El curso que han tomado los hechos en Siria hace que cada día que transcurre parezca técnica y prácticamente imposible que Al-Assad pudiera mantenerse en el poder por mucho tiempo más. Es claro que el Baaz ya ha perdido, pero el tiempo que les demande internalizar esa realidad será el más costoso hasta la hora de su final. Sin embargo, la propaganda oficial continua diciendo a quien le quiera oír que Bachar Al-Assad ha actuado responsablemente al mostrar que Siria está por encima del partido y que trasciende a su familia y sus negocios. Lo cierto es que Assad, su régimen y su aparato propagandístico se han quedado sin publico que crea una sola palabra de lo que sostienen y a falta de la Liga Árabe, ahora continúan mintiendo al viento porque no se atreven a admitir que el Baaz abuso de la confianza del pueblo y que con su espantosa gestión política ha transformado a Siria en un tigre de papel cuya economía se encuentra en bancarrota con un 22% de jóvenes en paro desde los últimos ocho meses; y lo peor, la brutal represión que supera los cuatro mil muertos se ha transformado en una bomba de tiempo que desintegrara socialmente al país.

Inmerso en esta crisis de magnitud y en lugar de hacer lo correcto y escuchar las exigencias legítimas de su pueblo, Assad ha decidido reprimir desde su bunker desafiando al mundo con la amenaza de que no hay otra opción que aplastar a hombres mujeres y niños desarmados. Así, el hombre que se definía a sí mismo como un líder moderno hasta no más de un año, eligió convertirse en un dictador tan cruel como su padre sumiendo a su pueblo en un baño de sangre innecesario y salvaje.

Es claro que el punto de inflexión ya ha sido alcanzado en Siria y no hay demasiadas opciones para el régimen en sus próximos movimientos. El presidente Assad debería mostrar que está libre de influencias del Baaz y tomar rápidas y acertadas decisiones pues no dispone de más fichas por jugar. Si ello sucede, Assad pudiera continuar siendo el factor dominante en la ecuación política del país y aun puede tener un breve tiempo para ello, Bachar puede actuar de forma responsable, aceptar los hechos y abrir negociaciones para una transferencia ordenada y pacífica del poder o puede persistir en su obstruccionismo, pero si escoge por lo ultimo, todo lo que obtendrá es que el edificio le caiga encima. El tiempo se acaba para el presidente sirio y si no actúa con decisión en los próximos días no podrá salvar su liderazgo, ni a su secta, ni al país que afirma amar, entonces estaría cometiendo un acto abominable que la historia y el pueblo sirio no perdonará nunca.

Un corolario de lo anterior es la gran transformación que puede suceder en Líbano cuando la dictadura siria llegue a su fin. Las consecuencias de la derrota del Baaz serán tan influyentes para Líbano como para la propia Siria. Es altamente posible que Líbano finalmente tenga la oportunidad de ejercer su independencia y soberanía, también que pueblo tenga la posibilidad de gobernarse a sí mismo como cualquier democracia del mundo, lo cual ayudará a poner fin a las reglas mafiosas establecidas por Hezbollah y por aquellos que han ayudado e instigado sus actos nefastos. El derrumbe del régimen de Damasco también debería marcar el comienzo de un nuevo tiempo donde un liderazgo político joven se comprometa a trabajar honradamente rechazando el sectarismo y la corrupción, quitando y erradicando de las oficinas de gobierno en Beirut a colaboracionistas pro-sirios para asumir plenamente la toma de decisiones sobre el verdadero interés nacional libanés. Esto podría ocurrir en el mejor de los escenarios post Assad. Pero en el caso de suceder un escenario negativo, los libaneses y los sirios saben perfectamente que nada que venga después de Assad podrá ser peor.

Lo concreto es que revisando la negativa influencia regional del régimen baasista en los últimos treinta y cinco años, así como los hechos acaecidos durante las actuales movilizaciones en Siria, la única pregunta que emerge como interrogante de cara a estos cambios históricos para entrar en un nuevo tiempo que cierre el ciclo nefasto de varias décadas de dictadura familiar de los Assad es si esto se llevará a cabo antes del final de 2011 o si será entrado el 2012.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.