Sociopolítica

La eficacia de la Cooperación al Desarrollo

Blanco y negro piensan juntos

A raíz de la publicación del libro Blanco bueno busca negro pobre, de Gustau Nerón, ha habido una pequeña convulsión en la Cooperación al Desarrollo en España. La tesis del autor se resume en que la cooperación al desarrollo no es eficaz, los últimos cincuenta años de esfuerzos han sido un fracaso, no tiene sentido seguir con este modelo, etc.

La impresión que tenemos los que llevamos muchos años vinculados a programas de cooperación desde las ONG, es que no le falta razón al autor de esas afirmaciones, si bien seguramente enfocamos el tema desde puntos de vista distintos.

En primer lugar, no podemos decir que lo que dice el libro tenga un argumentario nuevo. Las organizaciones civiles más activas y más críticas saben desde hace tiempo que nuestros esfuerzos no son nada si no forman parte de un marco coherente de cooperación que involucre a gobiernos, alianzas regionales de países, instituciones multilaterales, órganos financieros de apoyo al desarrollo, empresas y grandes agentes internacionales en general.

Las ONG somos enanos económicos y lo seguiremos siendo porque no está en nuestro ADN ser entidades de una financiación capaz de afrontar desafíos estructurales de gran tamaño. Nadie nos pide que resolvamos los problemas estructurales de este mundo por la vía de la acción directa. Lo grave es que, si no lo remediamos, también vamos a seguir siendo enanos en cuando a influencia social y política, que es donde deberíamos ser fuertes.

Dicho esto, no se puede hablar de fracaso de la cooperación al desarrollo hecha por las ONG, porque han sido millones las personas que han salido adelante únicamente por esta forma de ayuda. Con sus limitaciones y hasta errores, las organizaciones de la sociedad civil han establecido puentes de convivencia, espacios de encuentro, lazos de respeto entre unas culturas y otras, entre mucha gente de buena voluntad en el norte rico y el sur pobre, se han salvado vidas, se ha remediado mucho dolor, se ha reforzado la dignidad de mucha gente… repito, con sus errores y sus muchas carencias.

Sin embargo, el fallo global recae sobre las macropolíticas de todo el siglo XX y lo que llevamos del XXI, por no remontarnos a más atrás, con el agravante último de la crisis financiera y de gobernanza de los países ricos. Un liberalismo aceptable ha ido dando pasos sin tregua hacia el capitalismo codicioso que han practicado agentes públicos y privados, definido por sus mercados opacos de capitales o de materias primas, promotor de corrupción o de guerras interesadas, mal gestor de la colonización y aún peor de la descolonización, con una pésima administración y dotación de los organismos multilaterales.

En el sueño hipotético de que lo anterior hubiera funcionado bien, la cooperación de las ONG hubiera sido un éxito humano porque hubiera podido centrarse en sus objetivos primordiales: complementariedad con las políticas públicas, relación entre sociedades civiles, entre grupos humanos, entre personas, promoción de valores de acercamiento entre culturas… hubiera sido el lubricante perfecto para que el sistema funcionara sin chirridos.

La crisis económica ha puesto de manifiesto verdades latentes, aunque previsibles para cualquiera que haya mirado con cierta profundidad; y no han faltado voces de denuncia en los medios de comunicación por parte de las OSC. Los mercados de capitales, especuladores en esencia, se atreven con gobiernos tan sólidos como los europeos y encumbran accidentalmente a otros países que ahora llamamos emergentes, con el único propósito de buscar beneficios particulares. Llevan su ritmo y juegan al despiste. Las grandes fortunas quieren seguir creciendo como las células cancerígenas, sin saber ellas mismas que van hacia un colapso que las incluye. Muchos gobiernos, por ignorancia, por urgencia o por conveniencia, se convierten en caballos de Troya de unos objetivos que no son los de sus ciudadanos, ni en el Norte, ni en el Sur, ni en Oriente ni en Occidente.

En este panorama, hablar de la cooperación de las organizaciones civiles e independientes (dejo de lado las parapolíticas, paraeconómicas, interesadas o absurdas) es hablar de un tesoro colectivo. Pensemos bien, no es el dinero lo que hemos de perseguir en este momento de escasez, no nos cebemos con esa presa, que dejaremos escapar otras mayores.

Busquemos, en primer lugar, la influencia, la incidencia, la denuncia, la sinergia, desde el prestigio, desde la organización, desde es la búsqueda y la difusión de valores tan actuales como la igualdad, la fraternidad o la justicia.

Cristóbal Sánchez Blesa

Presidente de Solidarios para el Desarrollo

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.