Economía

Y vuelta la burra al trigo con la reforma laboral

Parece que estamos predestinados a debatir sobre el mismo asunto, una y otra vez, sin que seamos capaces de llegar a un acuerdo, no por falta de voluntad, sino por discrepancias en el punto de partida lo cuál dificulta sobre manera las posibilidades que podamos tener de alcanzar un punto de nexo común al que aferrarnos en situaciones de puntos de desencuentro antagónico como el actual.

Por un lado tenemos a los sindicatos, obsesionados como siempre por defender lo indefendible y por intentar proteger a los trabajadores indefinidos, sin pensar en los eventuales, echando en cara a los empresarios el hecho de serlo, sin comprender que no son más que trabajadores que quisieron arriesgar todo por una ilusión, y por otro, nos encontramos con los propios empresarios, incapaces de entender la valía de los recursos humanos de sus empresas, manteniendo el concepto de gasto de personal como una verdad absoluta sin intentar hacer la reconversión necesaria a inversión en personal.

Ello hace que entre todos nos estemos cargando el mercado laboral, condenándolo a la dualidad más absoluta, sin que seamos conscientes de la inestabilidad que eso supone y sin comprender que la verdadera precariedad se encuentra en la fijación de un plazo determinado para la finalización del contrato, algo que nos viene dado por el aferrarnos a un concepto claramente arcaico como es la indemnización por despido.

Es esta figura, y no otra, la que impide que los empresarios, que no son monstruos de cuatro cabezas sino luchadores del día a día, como tú y como yo, gente que sólo intenta salir adelante, se lancen a realizar contrataciones indefinidas y opten por la contratación temporal. Un contrato indefinido, sin indemnización por despido, pero con la formación continua adecuada, mantendría el valor añadido de cada trabajador en cada momento, y el empresario se regiría por valores de productividad y de eficiencia a la hora de elegir o despedir a sus trabajadores, y no como ahora, que se limita a defenderse de los derechos adquiridos y a apostar por lo más económico antes de por lo que más le interesa.

Bien harían los sindicatos en olvidarse del qué dirán y apostar por la defensa real de los derechos de los trabajadores, luchando, por ejemplo, por un sueldo digno, en lugar de mantener su lucha en ideas del pasado, y, de la misma forma, los empresarios deberían comprender algún día que los trabajadores no son mercancías, sino el verdadero valor añadido de sus empresas.

Hasta ese momento, seguiremos legislados por el Gobierno y con la amenaza continua de huelga en el horizonte.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.