Economía

Hagan juego, señores: la banca gana

Estamos viendo a diario que la  crisis provocada por los banqueros anglo norteamericanos y sus hombres de paja en los puestos de responsabilidad financiera de los bancos centrales y agencias de calificación de riesgos arrastran a países enteros a la ruina. Grecia, máximo exponente de las consecuencias de este juego diabólico está siendo arrastrada a la desesperación con la complicidad de su propio gobierno tildado de democrático y presidido al igual que en Italia- casualidad de las casualidades- por sendos responsables del FMI, uno de los brazos ejecutores de los ricos S.A. a los que ningún ciudadano ha elegido.

A  primera vista puede parecer increíble la debilidad de  todos los gobiernos europeos cuando vemos que se plieguen tan fácilmente a los deseos de los banqueros, hasta el punto de agredir a sus poblaciones con leyes draconianas que acaban con derechos centenarios de los trabajadores, hacen cada vez más insoportable la vida de los más pobres y más fácil la de los ricos, cada vez más numerosos en la misma proporción que arruinan a otros.  Sin duda es increíble este proceder que indica un grado de desvergüenza y deshonra propia de malvados y tahures  y lo más alejada de gentes que se suponen de bien hasta el punto de representar a sus países. Tal proceder no se puede explicar tan solo por el hecho  de  que  los partidos gobernantes reciben dinero de los bancos para sus campañas electorales y están en deuda con ellos. Un préstamo no puede tener tantos intereses, a no ser que haya algo más, algo más profundo que hace que los ricos promotores en la sombra tengan en los parlamentos compinches a todo riesgo. Y ese algo son las energías negativas que les permiten a todos ellos el existir: codicia, ambición  de poder, deseos de reconocimiento, envidia. Querer tener, ser más que otros, poseer sin medida, no son otra cosa que  energías satánicas y estas son las que les empujan a formar parte de un juego criminal que consiste fundamentalmente  en arruinar economías y provocar guerras de expolio de materias primas  para reafirmar su poder, cumplir sus sueños de riqueza y someter a su voluntad al mundo entero para beneficio de las fuerzas oscuras a las que todos ellos sirven en definitiva.

Bajo la orientación y presión de esas fuerzas oscuras que nunca tienen rostro, los gobiernos, por altaneros que aparezcan en escena, cada vez se mueven con menos libertad. Siempre empujados por las mencionadas energías contrarias a toda idea de bondad, pueden ser fáciles rehenes de los banqueros y los nuevos imperios transnacionales y tragan todas sus empresas y despropósitos con un barniz de dignidad de mayordomo. Y no digamos los sindicatos, los partidos, y demás asociaciones parceladas de la también fragmentada convivencia nacional o internacional, que viven a su vez de los presupuestos oficiales a  cambio de mirar para otro lado, si es necesario,  y de actuar convenientemente como se les indique.  Y todas estas asociaciones de mayordomos decretan el   “orden internacional”, y se apoyan  en sindicatos, parlamentos, partidos, Iglesias. Todos tienen su jerarquía estructurada de  forma piramidal, y en lo más alto están los máximos delegados del mundo oscuro, sus cómplices,  y bajo todos ellos, los siervos y los imitadores: todos aquellos que tienen una conexión con los cómplices de alto rango  según la ley de semejanza, pues siempre  lo igual atrae a lo igual, y por ello se someten: quieren ser como sus modelos: ricos, poderosos y famosos.

Si  utilizamos la lógica  a falta de mejor modo de medir la cantidad global de energía negativa ambiental, podemos suponer que en  la medida que esa energía  pueda ser neutralizada desde el amor, la bondad y el altruismo que cada uno de nosotros podamos aportar al conjunto será posible ir instaurando una nueva humanidad y en consecuencia que cambie el orden del mundo. ¿Quién puede dudar  a estas alturas que el camino que hemos seguido hasta ahora no era el correcto?

Un solo ejemplo puede darnos una pista del punto en que nos encontramos. Se nos anuncia cada vez con mayor insistencia que la  falta de lluvia generalizada nos debería obligar a cada uno a restringir al máximo el consumo de agua si queremos tener para todos. ¿Cuántos somos responsables y disminuimos el consumo al mínimo? No se puede ser optimista sobre el resultado. ¿Por qué? Por nuestro individualismo insolidario. A partir de este sencillo ejemplo podemos comprender  la  división tanto interna como externa de los pueblos del mundo y la falta de criterios conjuntos y de metas colectivas en el sentido del respeto al semejante, el altruismo y la cooperación. Todos esos elementos  -que aglutinan conciencias,- facilitan la labor de los agresores mundiales convertidos en financieros, empresarios, guerreros y jerarquías religiosas. Así, ¿dónde puede quedar finalmente la libertad, ese bien inmenso y primordial que tanto se proclama, por la que tantas personas han muerto y siguen muriendo en todas las naciones?

Está  en nuestras manos cambiarnos, y mientras las mayorías no lo hagamos, reforzaremos más y más a los poderes   dominantes.  La libertad, que es una condición sagrada,  se ha convertido ahora mismo en  un bien del que se han apropiado socialmente los dueños de las grandes empresas  multinacionales y financieras: libertad de movimientos de sus propias  personas, de los capitales industriales y financieros, de  asentamiento de sus negocios y fábricas y  de cuentas bancarias no controladas en sus paraísos fiscales. Ellos no necesitan los papeles;  ni permiso de residencia, ni de agrupación familiar. Otros papeles que cotizan en Bolsa son los determinantes en todos los casos.

Las cámaras de vigilancia cada vez más extendidas, los incesantes aumentos de policías, los bochornosos  controles en puertos y aeropuertos, y los dispositivos policiales en general son cada vez más sofisticados y numerosos y la libertad de expresión más restringida, pues los medios de comunicación están siempre en manos de multinacionales que tienen intereses comunes con los  gobiernos o con aquellos que subvencionan sus campañas electorales, y dicen u ocultan lo que deben decir u ocultar de un modo tan unánime que resulta llamativo. En algunos casos, los dueños de medios informativos son fabricantes  de armas, y su banco, amigo lector,  si es importante, casi seguro es uno de sus  inversores en el lucrativo negocio de la muerte. Puede comprobarlo si quiere.

¿CUAL PODRÍA SER LA RESPUESTA ?

¿Cómo podemos responder ante las agresiones a que somos sometidos ? Estamos viendo la dureza de corazón de los poderosos ante las respuestas sociales. No están dispuestos a escuchar. Pero si somos capaces de unir el pacifismo de Gandhi como forma de acción social con el Sermón de la Montaña como programa de transformación espiritual tendremos dos elementos claves para el cambio del mundo. Se comienza por cerrar un grifo o apagar una luz que no usamos, y por acostumbrarnos a ponernos en el lugar de nuestros semejantes humanos y animales, a y pensar en ellos estando de su parte. Estas cosas fortalecen nuestra conciencia y son enormes fuentes de energía positiva para avanzar hacia una nueva humanidad.Sentimientos profundos de  Libertad, igualdad, fraternidad, justicia y unidad como hijos de Dios y hermanos entre nosotros nos transforman internamente y nos dan fuerzas para distinguir a los lobos con piel de oveja y no participar en sus juegos de poder y maldad.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.