Sociopolítica

Reflexiones post huelga

La huelga y las manifestaciones de ayer en todo el país fueron un hecho incontestable e innegable, aunque muchos sigan empecinados en ser ciegos que no quieren ver (la peor de las cegueras). Millares de personas se echaron a la calle en señal de protesta por esta reforma laboral que daña en su más pura esencia a los trabajadores. Es público y notorio que aquella es consecuencia de los dictados marcados por los que manejan los hilos de Europa que sigue creyendo que con una pandereta y un mendrugo de pan nos tienen contentos.
Ayer hubo de todo. Empresarios que desde por la mañana muy temprano proclamaban, en plan demagógico y a los cuatro vientos que iban a trabajar, amenazando de manera sutil o abiertamente a sus empleados lo que les podría suceder si acudían a ejercer uno de sus derechos: represalias futuras y, lo que más duele, rascadera en los bolsillos. Empresarios que otro día cualquiera del año (soy testigo) los encuentra uno jugando, por ejemplo, al póker a las 4 de la tarde o dando tumbos cual zombis a las 11 de la mañana de un jueves cualquiera porque la noche anterior se fueron de juerga hasta altas horas de la madrugada. Pero eso no importa, para eso tienen todo el derecho del mundo. Faltaría más. Como también tienen derecho a decir que ayer la “afluencia a los puestos de trabajo fue masiva”. No tengo datos en la mano para confirmar lo que dicen, pero lo que sí sé que tienen, como dije días atrás, es sartén por el mango, aceite y mechero.
Hubo piquetes. También. Son los otros “empresarios” del desorden que, con su actuación, cometen el mismo error que los otros. Amenazando e infundiendo miedo. Y hasta se ponen violentos. Chungo.
Y en medio de las dos partes, la ciudadanía, trabajadora o no, según en qué lista esté. Una buena parte con ganas de manifestarse y de ejercer su derecho a huelga pero que medio acojonada por la patronal no lo hace y acude a su puesto de trabajo. Otra buena parte que acude por convicción se siente amenazada y la otra que, también por fundados motivos y que no tiene miedo, se une a la huelga. La manifestación contra la reforma laboral ayer en toda Canarias y en toda España, fue espectacular. La afluencia fue (y nadie puede decir lo contrario pues se puede demostrar) masiva.
Y ahora viene la pregunta del millón: ¿Seguirá este gobierno erre que erre con su “reforma”? Ya se ha manifestado claramente y ha dicho que sí. Pero ¡¡cuidado¡¡. Esta reforma le puede estallar en las manos como una bomba de relojería. Los que salimos ayer a la calle no fuimos cuatro locos y locas irreflexivas con ganas de follón, de protestar y gritar porque sí, sin más y porque somos anti-PP. No. Ayer se salió a la calle porque esta reforma conculca elementos fundamentales de la persona y está hecha para acallar, sobre todo, voces de fuera de este país. Y la historia ha demostrado cómo todo un pueblo puede ser convertido por otro, en marioneta.
Por delante está el 1 de mayo, poniendo una fecha significativa. Me limito a lanzar el guante.
Básicamente digo que el gobierno no subestime a la gente y que reflexione. Se está a tiempo. Los que peinamos canas y tenemos cierta edad hemos vivido no sólo en carne propia sino ajena, situaciones desagradables, muy tristes, que no queremos ni deseamos que se vuelvan a repetir y que no han experimentado, ni de lejos, muchísimos jóvenes que han vivido, hasta hoy, en una balsa de aceite.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.