Sociopolítica

Armarios y ateos en la prensa de Semana Santa

Esther Mucientes, periodista de El Mundo, nos trae a nuestra atención un tema de indudable actualidad en estas fechas de Semana Santa: el ateísmo.

La periodista utiliza un recurso asociativo para dar mayor visibilidad a su producción, “Los ateos salen del armario”, en aparente deseo de evocar en el lector una relación simbólica entre ateísmo y homosexualidad. ¿Será que tiene algo que ver una cosa con la otra?
La cabecera del artículo nos muestra, como fondo gráfico, aquel célebre autobús de años pasados -quizá también de éste- con la leyenda “Dios probablemente no exista, ahora deja de preocuparte y disfruta de tu vida”. Como ante título, “Representan un 24% de la población”, y como resumen de contenido cuatro frases tras el título: “Un 24% de la población española se declara no creyente”, “Ateísmo no triunfa porque no se da espacio en los medios de comunicación”, “Defendemos la libertad. Somos racionalistas” y “El Estado tendrá que espabilar y ponerse en la misma línea que la sociedad”.
Lo más llamativo de esta primera parte del texto, sin contar el propio título, es la incongruencia esencial de contenido y la falacia de razonamiento -puede que haya más de una- que muestra el eslogan del autobús, máxime cuando procede de personas que se declaran racionalistas.
Dios probablemente no exista, ahora deja de preocuparte y disfruta de tu vida
Sorprende mucho el uso del adverbio “probablemente”. Incluso admitiendo que el racionalismo ateo no haya permitido constatar la inexistencia de Dios, parece de lógica que la afirmación de tal creencia fuera contundente: “Dios no existe”. Sin embargo, estos ateos afirman que “Dios probablemente no existe”, lo cual es como afirmar la posibilidad de la existencia de Dios, y si tal posibilidad existe, cualquier ser inteligente aceptará de inmediato la premisa de la existencia de Dios aunque solo fuera por si acaso, que la perspectiva de una eternidad sufriendo tormento por descreído es absolutamente inaceptable.
A continuación, el eslogan establece una asociación entre dos aspectos de la vida mundana y la creencia en Dios. De esta forma, la probable inexistencia de Dios se presenta como motivo para “dejar de preocuparse” (luego la existencia de Dios es motivo de preocupación) y para “disfrutar de la vida” (luego la existencia de Dios supone padecimiento). Por tanto, el eslogan identifica a Dios con preocupación y padecimiento, dándonos a entender que la ausencia del Ser Supremo es suficiente para eludir las preocupaciones y abrir paso a una vida de diversión.
Sin embargo, la realidad de los hechos nos muestra no solo que la creencia en Dios, exista o no, suele estar asociada al consuelo y sosiego frente a la incertidumbre de la muerte, sino que además, los practicantes religiosos nos ofrecen un mundo con sentido, coherente y cohesionado -es decir, mucho más feliz- porque los actos humanos están regidos por leyes superiores -divinas-, cuya comprensión absoluta no es necesaria para garantizar la felicidad. La creencia en Dios es, desde este punto de vista, garantía de felicidad y buen rollito vital frente a la incapacidad humana para explicarlo todo.
Siguiendo con el desarrollo del artículo, Mucientes refiere la queja de Puente Ojea -ateo principal- sobre el Teísmo del Dios bueno que tolera las catástrofes. Nos queda claro, por tanto, que Puente Ojea no gusta de este aparente contrasentido. Como alternativa, sospecho que un cristiano diría que la acción de Dios está más orientada a la Justicia y el Libre albedrío que al simple desarrollo mecánico del buenismo. En este sentido, más que bueno-paternalista, Dios es Justo-educador que deja que los hombres -y las mujeres – aprendan de sus propios errores.
A continuación, la autora del artículo apunta la decidida postura de Albert Riva, presidente de la Unión de Ateos y Librepensadores, en su defensa de la libertad de las personas para practicar cualquier religión. Un observador externo podría inquietarse al saber que la UAL es una organización conocida por convocar procesiones ateas justamente en la semana santa católica y justamente siguiendo recorridos paralelos, cuando no idénticos, a los de los pasos religiosos. Quizá Riva entiende que la defensa del derecho a la libertad religiosa no incluye el respeto activo a la ocupación ocasional de la vía pública por los feligreses, tal y como se desarrolla en otras ocasiones festivas como por ejemplo durante los eventos deportivos populares. O quizá Riva simplemente es incongruente entre lo que dice y lo que hace.
También nos aporta Mucientes una afirmación de Eugenia Biurrún, coordinadora general de Iniciativa Atea, que produce cierta enajenación: las organizaciones ateas no se proponen difundir el ateísmo, sino …“el laicismo: una sociedad laica que permita profesar cualquier religión o ninguna en libertad e igualdad de condiciones”. Por mucho que nuestro departamento de pensamiento divergente lo ha intentado, no ha podido comprender por qué las organizaciones ateas no tienen como objetivo la difusión del ateísmo como alternativa vital y mucho menos por qué colaboran a la difusión de la libertad religiosa ¿No sería mejor dejar eso a las propias religiones?
Siguiendo con el texto, se aprecia una cierta tendencia plañidera en los voceros del movimiento. Que si “la mano de la Iglesia es muy alargada y es capaz de hacer que los políticos bailen sus aguas”, que si “la gente teme manifestar su ateísmo no sea que haya represalia”, etc. Incluso se acusa nada menos que a los medios de comunicación de no dar espacio a los ateos, motivo por el cual “no progresa el concepto de ateísmo” .
Los lamentos en contra de la Iglesia Católica -estos ateos parecen convencidos de que el Dios de los católicos es el único verdadero- incluyen una mención a su actividad más allá de la frontera de la muerte cuando afirman: “las fuerzas de la ultratumba religiosa son cada vez más violentas”. Joder, esto sí que me asusta. ¿Pero el ateísmo no se basa en la inexistencia de la vida eterna?. Ahora parece que nuestros racionales ateos no solo creen en la vida de ultratumba sino que afirman que la Iglesia Católica dispone de fuerzas violentas que son invocadas para que vengan desde el más allá con el fin de molestarlos.
Tengo que aceptar que desconozco el contenido del resto del artículo. Se hace tarde y estoy decidiendo si salgo a ver la procesión o a darme un paseo bajo la lluvia. Lo que sí que me ha quedado claro es que los ateos a que se refiere Mucientes en su artículo desarrollan argumentaciones más anticlericales que ateas. Su enemigo no parece ser Dios ni las creencias religiosas en general; su enemigo es la Iglesia Católica. La parte tranquilizadora es que ni el Papa ni ninguno de sus subordinados emite condenas a muerte para los que la critican.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.