Sociopolítica

La guerra afgana y otras causas del desastre nacional

Seguimos al pie de la letra el modelo yanqui para  acabar con el estado del bienestar mediante agujeros negros del gasto público: guerras, rescates bancarios , vista gorda a los defraudadores y privilegios fiscales a las grandes fortunas. 

Sumergidos en el acúmulo de injustas y lesivas medidas de este gobierno enemigo del pueblo, apenas si tenemos tiempo de reflexionar sobre las causas de la  sangría de nuestra economía, como es la cuestión de tener un ejército en guerra en Afganistán, y unos obispos beligerantes con lo que signifique progreso y autonomía moral. No son los únicos. A ellos hay que sumar los gastos militares y las ayudas a los bancos. Y aún hay más.

En Estados Unidos también se sufre el acoso de los ricos para acabar con su peculiar Estado del Bienestar, pero la diferencia con EEUU es que aquí mantenemos una monarquía de la que si la voluntad popular se declarase en contra, evitaría el agujero de otros 8 mil millones para la Casa Real, junto a  un clero igualmente prescindible que se lleva sus 11 mil millones que también se restarán de  la sanidad, la educación, y las ayudas sociales.  Sumen todos los  datos a las evasiones fiscales, a las empresas de fiscalidad preferente, y a las ayudas a los bancos y tendrán una idea aproximada de por qué España está empobrecida y empobreciéndose por  días…

El gasto militar en España se disparó en los últimos años. En 2009  ascendió a la friolera de 18 mil seiscientos nueve millones, lo que suponía  un desembolso diario (diario, repito), de 59,8 millones. Esta cantidad sigue creciendo. Ahora hablemos de los rescates bancarios: 50 mil millones de dinero público para compensarles de las hipotecas no pagadas; y 34  mil millones a las cajas de ahorros para facilitar su proceso de fusión. Recientemente se habla de más dinero para rescates bancarios. Lo mismo que hizo el Psoe hace el PP. Sin embargo se nos quieren hacer pagar todas estas facturas, incluida la de la guerra,  acabando, como recompensa por tamaño sacrificio, con nuestros derechos sociales y laborales.

Como la guerra  afgana es tan actual como  inútil, inmoral y nefasta para economía de  este país, es difícil explicar por qué no están todos los días en la palestra los parlamentarios de la llamada izquierda explicando a la gente normal su oposición decidida  a esa sangría como a las otras anteriormente citadas  hasta que todos estos agujeros negros del país sean tan evidentes como insufribles para el ciudadano común y le hagan reaccionar ante tanta injusticia  en vez de estar pendientes del número de goles de su equipo y de si el próximo despedido de su empresa será él mismo aunque ya trabaje con sueldo de esclavo y un pie en la calle.

En relación con la  guerra en Afganistán, que en realidad  es una guerra de los  EEUU y su pandilla de buitres que esperan su ración,  nunca he podido comprender por qué una decisión tan grave como participar en ella puede ser tomada por unos cuantos individuos de un gobierno sin ser motivo de referéndum popular algo que afecta tanto a tanta gente; tomada por unos parlamentarios que creen estar ahí como si fuesen una supervoluntad colegiada capaz de oponerse a la voluntad popular cuando les parece, por más que los pueblos- que pagan sus honorarios- griten y se manifiesten contra ese crimen legal. Toda guerra lo es, pero es  que en está, además,   los buitres tontos no tienen ni siquiera su ración, porque encima del número de soldados muertos de uno y otro bandos pagamos el petróleo  más caro ahora que antes.

Existe una tremenda falta de control popular sobre las decisiones de sus señorías en cualquier tema que tenga que ver con  los agujeros negros del desastre nacional y esta  falta de control de los pueblos sobre estas democracias de pacotilla, representada por alfeñiques sin conciencia de su labor favorece todo tipo de corrupciones como las que vemos a diario, con todas sus impunidades como esta de andar en guerras  como la presente. Les basta contar con “el amigo americano”, da igual que sea demócrata-fascistoide que republicano fascistoide: la misma moneda con dos caras.

Y lo mismo que el Sr. Zapatero tuvo que ver cómo los talibanes ganan terreno, ahora le toca el turno al Sr. Rajoy, que tiene que seguir viendo lo mismo: que los talibanes ganan terreno;  que  esa guerra se está perdiendo al mismo ritmo o más que los empleos en el país, que ya es decir. Y además nos trae soldados de aquí metidos en cajas de pino.

Pero ignorando lo que nos está cayendo a los pueblos atrapados en su telaraña, el “amigo americano” siempre pide una mayor implicación en esta  guerra sin futuro, mientras los pueblos europeos apoyan o callan. Justo la situación ideal que permite hablar a los gobernantes  en su nombre.

El gobierno español, que utilizó como argumento para enviar tropas a Afganistán  el respaldo legal dela ONU, debería tener en cuenta que ese organismo está presionado por los “angelitos” dela AsociaciónNacionaldel Rifle, los grupos petrolíferos, otras grandes corporaciones con sus lobbies  y todos los que en definitiva hicieron trizas la paz en Oriente, las vidas de sus  gentes y la economía desde el gobierno Bush en Estados Unidos y ahora en Europa.

No hay excusas, ni una sola, para enviar ahí ni un solo soldado, y sí muchas razones para hacerles regresar a todos ellos sin perder un minuto y abandonar esta sórdida partida de caza al talibán, por más que no nos guste su comercio de opio, sus señores de la guerra tribales, su fanático modo de entender la religión, y cómo  actúan con las mujeres, por poner  ejemplos. Pero nada de eso está resolviendo ni puede resolver esta guerra cruel que tiene otros objetivos: control geopolítico  y de los conductos de gas.

Si el gobierno español  se sentía culpable por haber abandonado Irak, y por ello aumentó sus tropas en Afganistán, recordemos que el participar en ambos conflictos fue  la causa de que el terrorismo islamista se fijase en nuestro país como blanco de sus ataques. Ya hemos sufrido algunos, evitado otros, sufrido recientemente  secuestros de cooperantes con final imprevisible y mientras tanto las serias amenazas no cesan. No es para estar contentos  con el espíritu belicista de los señores diputados de los gobiernos que mandan soldados a morir y a  matar  en lugares donde nada se les ha perdido, ni a ellos ni a nosotros que pagamos sus aventuras sangrientas y donde lo único que pueden perder en  fácilmente es la conciencia si no la propia vida en sus  mejores años. Siempre NO A LA GUERRA.

NO CREAN EN LA PROPAGANDA OFICIAL

No crean en  la propaganda oficial, porque la misión de los españoles allí no se ve como una colonia de frailes vestidos de soldados ni como  avanzadilla de hermanitas de la caridad, que es como se nos pinta aquí el asunto para hacernos callar a los del “no a la guerra”. No niego que hayan hecho algunas obras de infraestructura vial, escolar o sanitaria para justificar cara a ala galería nacional esa intervención, algo que era después de todo responsabilidad  de los propios afganos, y  para nada de  eso es necesario el montaje guerrero que desmiente lo de la colonia caritativa y las obras públicas solidarias. De hecho, como vimos en un reciente reportaje, hasta los pocos que acuden pidiendo ayuda a los soldados lo hacen de tapadillo, para que no les fichen los talibanes.

 Y   las mujeres siguen llevando el burka. Y las niñas sin ir a la escuela.

¿Para qué sirve entonces la muerte de los soldados de uno y otro bando aparte de indignar y entristecer a sus familias y a millones de personas que queremos la paz y no somos escuchados por nuestros gobiernos que se dicen democráticos? Para el negocio petrolífero y la ventaja estratégica militar  en el Oriente. Pero a nosotros ¿qué? Los combustibles no cesan de subir de precio y los miles de millones en gastos militares caminan al mismo ritmo mientras aquí se desmantela el estado del bienestar, se destroza la sanidad pública y el sistema educativo público, suben los impuestos, el paro y los desahucios, y entre tanto se dan once mil millones a los obispos españoles dan miles de millones a los banqueros, y se suman a los miles de millones para mantener una guerra tan injusta como todas las guerras y con resultados tan negativos para todos nosotros.

Si en vez de enviarles  tropas les hubiésemos pedido permiso para  prestarles ayuda humanitaria manteniendo neutralidad habríamos dejado de tener sobre nuestras cabezas la amenaza constante del terrorismo y en cambio habríamos ganado muchos amigos.

Está muy bien ayudar a quien pide ayuda, pero no es de recibo meter las narices en avisperos donde nada se nos ha perdido a los españoles, por ejemplo, ni a ninguno de los que van ahí de salvapatrias ajenas. Y que no me vengan con aquello de la ONU, porque por encima de la ONU-aparte de los EEUU, China y Rusia, cuando se les tercia – está el simple sentido común. Y razones tenemos quienes  defendemos vivir  el Mandamiento de No Matarás, y somos  pacifistas o ecologistas. Y quienes necesitan más argumentos, basta con la sabiduría de practicar  “no metas las narices en casa ajena para solucionar los problemas familiares, porque bastante tienes con los tuyos”.Está bien ayudar a quien pide ayuda  si es legítimo prestarla, pero la ayuda no se impone, no divide y no mata. Y además, no arruina al que la presta.

Nunca nos conviene olvidar que las guerras las pagamos los pueblos, y no quienes las promueven. Promover guerras  es un negocio más de los países que fabrican armas que serán usadas para controlar las fuentes de riqueza que interese en cada momento y la vida de quienes tienen la desdicha de vivir en su entorno. Y mientras los pueblos que van a  la guerra  mueren y se arruinan, los responsables se enriquecen y ponen a sus hijos en lugares tan seguros como los suyos, porque ellos nunca van a Afganistán ni a ninguna otra guerra de papá.

 

 

 

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.