Ciencia

El valor de la prevención en los accidentes de montaña

Raúl Muñoz trabajando en la Cresta de Costerillou, cercana al Balaitus haciendo frontera entre España y Francia.

Miles de montañeros, escaladores y barranquistas escapamos del asfalto y las farolas de nuestras calles para asaltar como ya lo hizo Anibal las montañas del Pirineo, los Alpes y demás cordilleras conocidas del mundo. Siendo la campanada de inicio de la temporada de verano el último encierro de los sanfermines.

 

Hay deberes que todo deportista de montaña debe hacer. Igual que La Celestina, Cien años de soledad o El Quijote, que hay que leer al menos una vez en la vida, y mucho mejor varias veces, hay escaladas o montañas que todos nosotros hemos de conocer en alguna ocasión. Me refiero a clásicas rutas como el Espolón de Adamelo en Riglos, la Ravier en Ordesa o la Sureste Clásica del Midi d´Ossau tan cercano a nosotros y que yo, sinceramente, lo considero como nuestro. Pero no todos escalamos o tenemos que meternos con arnés y neopreno en un encajonado barranco, sino que podemos sencilla y dignamente recorrer con zurrón y buena compañía tantísimas y bellísimas rutas por zonas como la vuelta al Midi d´Ossau o la ascensión a tresmiles del Pirineo como el Aneto, Balaitus o Monte Perdido, por citar sólo tres de los 212 que tenemos entre España y Francia.

 

Pero estas excursiones que tan bien empiezan pueden terminar inesperadamente en un accidente que habiéndolo hecho de otro modo no tenía por qué haberse producido. Ahora que estamos preparando las vacaciones de verano, con tanta ilusión por ir a recorrer la Cordillera Blanca en Perú, el Treking del Campo Base del Everest, pasear por las Cascadas de Soaso en el Parque Nacional de Monte Perdido, o también tirarnos una semana barranquera descendiendo el Sorrosal en Broto, el Aguaré en Canfranc o La Boca del Infierno en Valle de Hecho, es ahora, como decía, cuando tenemos que plantearnos un plan de prevención de accidentes.

 

Recordemos que hace apenas dos días han fallecido dos españoles junto a otras siete personas por una avalancha en el Mont Maudit, cercano al Mont Blanc. Es una montaña que no interesa a mucha a gente, a otros muchos sí, pero tristes sucesos parecidos pueden sucedernos a todos en montes que incluso conocemos mejor. Es fundamental entender que el riesgo cero no existe, es decir, que la seguridad absoluta en las actividades de montaña nunca se puede garantizar. Como solemos decir, el que quiera garantías que se compre una lavadora.

 

En la cumbre del Mont Blanc con esquís. Primavera de 2011.

Pero sí podemos actuar sobre los peligros que nos acechan para minimizar sus consecuencias. En este sentido hace pocos días un amigo, Alberto Ayora Hirch, me mandaba un artículo publicado en El Heraldo de Aragón sobre prevención de riesgos naturales en montaña en el que proponía que elaborar una metodología científica permitiría prever situaciones de riesgo, citando textualmente el sobre-título del artículo. Personalizando esta brillante idea, podemos igualmente crear en cada uno de nosotros un hábito sistemático para evaluar de manera objetiva los riesgos en cada una de las actividades que acometemos.

 

Os voy a poner un ejemplo. Supongamos que mañana quiero hacer con mi hija de 14 años una salida de montaña para subir en el día a Monte Perdido por su ruta más habitual. Los pasos o metodología que he de seguir para evaluar los riesgos de esta actividad son:

 

–         analizar los peligros propios de la ruta en cuanto a tres aspectos:

  • orografía: cómo de accidentada es la ruta y por ello qué calzado tenemos que llevar, si habrá o no nieve o hielo y la necesidad de usar crampones y piolet, el desnivel, el tiempo necesario para hacer la actividad de ida (esto es parecido a la distancia), y también de vuelta. Si habrá nieve, si hay puntos o tramos con exposición a caídas y donde por tanto sea obligado usar arnés y cuerda. Esto último no es lo mismo que pensar si ese tramo es fácil o difícil, simplemente hay que pensar que si me caigo yo o quien va conmigo se puede hacer daño. Tan sólo por esto será obligado encordarse. También el equipamiento de la montaña en esa ruta, si hay refugio, carteles indicativos, fuentes donde aprovisionarse de agua, etc…
  • meteorología: será necesario informarse de la meteo del día y mucho mejor si conocemos la del día anterior y la del siguiente. Así también la temperatura mínima y máxima o el índice ultravioleta. Esto nos permitirá elegir de forma adecuada la ropa que hay que llevar.
  • las personas: esta es la parte que muchas veces se olvida, el analizar si cada una de las personas que vamos en el mismo grupo somos capaces físicamente de hacer la actividad elegida, y también la experiencia y formación técnica en montaña para hacerla. Que todos lleven el equipamiento requerido (ropa, calzado, arnés, casco, piolet, crampones, linterna frontal, cantimplora, comida, botiquín, etc…)

–         elaborar una estrategia con la que vamos a afrontar la actividad: A qué hora levantarse para salir de casa, calculando las horas de coche, las paradas, los tipos de carretera o el tráfico. Y con esto prever la hora de ponerse a caminar, las horas hasta la cumbre teniendo en cuenta los puntos anteriores: si hay que encordarse o ponerse los crampones, si la persona que viene camina a un ritmo lento o rápido, etc… Es importante fijarse una hora límite para llegar a la cumbre, que es la mitad del camino, y a partir de la cual hay que darse la vuelta puesto que ya se va con retraso. Pensar en la hora para llegar al coche, que tendrá que ser varias horas antes de que anochezca, y pensar también que volver a casa conduciendo después de 10 o 12 horas de montaña también es peligroso. En esta estrategia además de los tiempos hay que informarse de los puntos donde haya que ponerse los crampones, por ejemplo, o sacar la cuerda para encordarse o hacer un rápel.

–         Valorar qué hacer si algo sale mal. El famoso plan B. No hay que subir a la cumbre porque sea el plan inicial, sino que si la meteo no era la prevista, si a alguien se le han olvidado los crampones o el arnés, si una persona no se encuentra bien durante la ruta, entonces si hemos pensado en otro objetivo menor y más accesible, o darse la vuelta para hacer turismo rural nos mantendrá la ilusión por hacer lo previsto y no la frustración por no hacerlo. Por supuesto, hay que llevar siempre un teléfono móvil apagado, para ahorrar baterías, y llamar al servicio de emergencias a través del 112 si alguien de nuestro grupo sufre un accidente.

–         Y por último tener claro bajo cualquier circunstancia que hay cosas inamovibles. A saber: el grupo ha de permanecer siempre unido, al ir con el coche como a la subida y a la bajada. El límite de accidente aceptable ha de ser menor que un accidente leve: torcedura de tobillo, culetazo sin consecuencias, pasar frío o calor y otros por el estilo. En ningún caso deberíamos exponernos a que alguien caiga muchos metros, que le caiga una piedra en la cabeza o que resbale por la nieve ladera abajo. En estos casos o bien se toman medidas para minimizar la posibilidad de accidente (encordarse al arnés, crampones, casco, etc…) o sencillamente darse la vuelta.

 

Y ya para terminar, una vez hayamos finalizado la actividad hay que pensar que el mero hecho de salir indemne de un incidente no nos debe reforzar en la decisión o en la conducta que hemos seguido. Es más inteligente autocriticarse y reflexionar sobre cual habría sido la mejor decisión y reestructurar esta metodología para futuras salidas. Muchas personas que quieren realizar salidas de este tipo y otras más técnicas muchas veces tienen dudas, de cómo se asegura con la cuerda, de cómo se hace un rápel, de si esa nieve requiere el uso de crampones o no. Para todos ellos les recomiendo que vayan con una persona más experimentada o uno de los muchos guías de alta montaña que trabajamos día a día con esta metodología o parecida cuando llevamos grupos al Mont Blanc, Monte Perdido, a escalar a Riglos o a descender barrancos.

 

Y de este modo estoy convencido de que cuando salga mañana a Monte Perdido con mi ficticia hija de 14 años lo pasaremos bien. Es posible que no lleguemos a la cumbre, aunque sé que le haría mucha ilusión. Pero me parece esencial fortalecer en ella estas actitudes y enseñarle que en las actividades de montaña lo importante no es la cumbre sino la seguridad de las personas.

 

Raúl Muñoz

Jefe de guías

www.guiasdejaca.es

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.